El año 2020 marca el inicio simbólico de una nueva era que, para efectos de la educación, puede ser vista y comprendida desde tres perspectivas diferentes:
1. La histórico-filosófica.
2. La tecnológica.
3. La pedagógica.
En este Congreso tan especial, podremos hacer una exploración detallada de cada una de estas perspectivas para tener una vista panorámica de lo que podemos esperar en los próximos años en términos de desarrollo humano, social y educativo.
Desde la perspectiva histórico-filosófica, podemos decir que el pensamiento exponencial y la transformación digital nos llevarán a escenarios cada vez más complejos sobre los que vale la pena reflexionar con cierta profundidad. Mientras que la Agenda de futuro UNOi nos marca ciertos compromisos que debemos revisar.
Desde la perspectiva tecnológica también estamos experimentando un parteaguas, pues en 2020 el uso de dispositivos digitales es prácticamente universal y la mesa está puesta para iniciar la generalización de nuevas tecnologías altamente disruptivas como la realidad aumentada y la realidad virtual, entre muchas otras.
Dichas tecnologías nos permitirán aumentar nuestra experiencia del mundo en formas previamente insospechadas. La capacidad para añadir capas nuevas de información digital sobre el mundo real, o aquella de sumergirnos en mundos virtuales (reales o imaginarios) desde la seguridad del aula, nos abrirá posibilidades de descubrimiento y asombro que prometen extender nuestra comprensión y experiencia del mundo en todos los sentidos posibles.
Desde la perspectiva pedagógica, podemos afirmar que: es labor de los educadores guiar a los más pequeños desde el inicio de la infancia en un viaje de descubrimiento y construcción de la propia personalidad para poder vivir vidas llenas de sentido y significado en un entorno cada vez más cambiante y ambiguo, definido por los valores del consumo y la gratificación inmediata.
Es así como la historia, la tecnología y la pedagogía confluyen en una encrucijada sumamente interesante, desafiante y fértil para el trabajo intelectual y creativo por parte de nosotros, los educadores. Tenemos delante el enorme reto de mantener el paso de los tiempos vertiginosos que vivimos, abrazar de manera responsable, creativa y productiva los profundos cambios tecnológicos que tenemos en puerta, y formar, en este entorno, a personas capaces de seguir conectadas consigo mismas, con su comunidad inmediata y con el mundo por medio de vínculos emocionales y afectivos sanos y sólidos, que les brinden la oportunidad de descubrir quiénes son y de construir una vida plena ante un entorno cambiante e incierto que lo único que promete es ponernos delante los desafíos más formidables que hemos enfrentado hasta el momento.
¿Estamos listos para esta aventura del pensamiento?