La organización internacional considera que el uso de la escala del 5 al 10 en educación básica impide a los alumnos corregir sus errores
Excélsior. 14/09/2014. En México, los maestros de educación básica siguen utilizando un sistema de evaluación tradicional, que sólo sirve para poner calificaciones, pero no para dar retroalimentación a los estudiantes y que mejoren su aprendizaje.
Lo anterior, demuestra que en nuestro país los docentes carecen de métodos eficaces para evaluar a sus alumnos, ya que hay una prevalencia de enseñar para el examen y una excesiva dependencia en exámenes de opción múltiple, que se convierten en prácticas de calificación con poca pertinencia pedagógica.
La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) criticó que en México se siga usando una escala del 5 al 10 para calificar a los alumnos, sin tener un método de retroalimentación con los alumnos para corregir sus errores y mejoren su aprendizaje.
El libro Revisiones de la OCDE sobre la Evaluación en Educación, dirigido por Paulo Santiago y presentado el pasado jueves, concluyó que hay una limitada capacidad estatal y local para apoyar la evaluación dentro del aula, y la necesidad de mejorar los instrumentos para el reporte de calificaciones.
Teniendo en cuenta esto, es crucial para los esfuerzos de México cambiar las prácticas de evaluación y aplicar las modificaciones curriculares. No es sólo la cuestión de escribir un nuevo plan de estudios, mejorar la boleta de calificaciones, ofrecer nuevos cursos de formación continua o entregar nuevos materiales a las escuelas, sino promover un cambio cultural significativo”, recomendó a México.
El equipo de la OCDE que revisó el sistema de evaluación de los maestros detectó que para la mayoría calificar consiste en asignar puntos a los alumnos mediante elementos, como cumplimiento de tareas, asistencia, participación, pulcritud en las tareas, trabajo en equipo, presentaciones y exámenes.
“Estos aspectos reciben puntos que al final se promedian para obtener una calificación”, pero cuando se les preguntó a los docentes cuál era el más importante para asignar la calificación, además de los resultados del examen, 71% dijo que “atención y participación.”
Al revisar esos métodos de calificación, la OCDE concluyó que los maestros suman puntos, pero no buscan cómo corregir las fallas en los alumnos, es decir, no aplican una evaluación formativa, la cual consiste en dar calificaciones por exámenes, tareas y actitudes, y comunicarles a los alumnos dónde han fallado.
Pero en México, señaló el organismo internacional, “la evaluación formativa se realiza de manera muy limitada, de modo que hay poca evidencia de que los maestros estén conscientes de la importancia de la retroalimentación a los alumnos durante el proceso de la enseñanza, con el fin de ayudarlos a reflexionar sobre su propio aprendizaje o resultado”.
La OCDE enfatizó que el equipo de revisión detectó, por ejemplo, que los maestros, al analizar las pruebas de sus alumnos, se centran más en los reactivos que en los procesos cognitivos implicados, lo cual reveló, a su vez, que los alumnos reflexionaron poco sobre sus propios proceso de aprendizaje.
La OCDE reveló que como no existe una evaluación que le diga al alumno el desempeño que ha mostrado, el objetivo de los alumnos es obtener una calificación alta, “lo que distorsiona los esfuerzos educativos”, lo cual también es perceptible en los padres, quienes están más preocupados por las calificaciones que por el aprendizaje real de sus hijos.
Cartilla de evaluación fue buen intento
El documento de la OCDE, basado en una revisión al sistema en 2012, destacó que en México la SEP estuviera implementando el cambio de la boleta tradicional de sólo números a una Cartilla de Evaluación con letras y números, en la que se describía el desempeño del alumno en cada materia.
Para el organismo internacional esa modificación fue “inteligente”, porque se daba un nuevo significado a las calificaciones, en las que se incluía explicación del desempeño, y eso era una forma de retroalimentación a los alumnos y papás.
Sin embargo, cuando llegó la actual administración, el titular de la SEP, Emilio Chuayffet, decidió eliminar esas cartillas y regresar a las boletas tradicionales numéricas, las cuales, desde la perspectiva de la OCDE, no son el mejor sistema de evaluación formativa.
El libro concluyó sobre las boletas de números que “el problema principal con la asignación de calificaciones es la ausencia de un significado para cada una y la práctica de calificar como una cuestión de asignar puntos, promediándolos a una calificación final sin sentido”.
Por tanto, recomendó a México establecer calificaciones más descriptivas y detalladas sobre el desempeño de alumnos, para que los maestros tengan la seguridad de que tanto estudiantes como sus papás entiendan la información proporcionada en la boleta de calificaciones.
De ese modo, aconsejó “un instrumento más flexible, con más espacio para que docentes comuniquen lo que esperan y cómo puede mejorar el estudiante”.
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