Fernando Savater. Foto de archivo.
por Claudia Rojo*
En días pasados tuve la oportunidad de conocer al filósofo contemporáneo, escritor de decenas de libros y colaboraciones internacionales, Don Fernando Savater. Asistí a una conferencia en la Sala Nezahualcóyotl porque iba a hablar de «Los ciudadanos en la red y en la nube»; y me pareció interesante que, un personaje clásico a quien muchos de los migrantes digitales -que dirigimos o enseñamos en un Colegio-, leímos en la Secundaria con su «Etica para Amador», dedicara sus pensamientos y reflexiones a hablar de educación con herramientas digitales.
Evidentemente, hizo alusión a temas como el ébola, Ayotzinapa, Octavio Paz, Aristóteles y la desigualdad social que prevalece en España, Brasil, México entre tantos otros países; sin embargo, lo más rico de su exposición, fue el reconocimiento de la dignificación de los docentes ante la sociedad, siendo ellos, los responsables en enseñar disciplina interna y externa para optimizar al ser autodidacta y al reconocimiento del valor de la socialización.
Fernando Savater dijo: «La dignificación del docente es indispensable porque representa el objetivo social de convertir al niño, en un buen ciudadano. La educación básica es la etapa más importante en la formación y debemos partir del concepto de ciudadano, como la persona que disfruta de su libertad dentro de una ley compartida».
Un maestro debe saber hacerse oír en grupos grandes, con respuesta inmediatas y agregó: «La inmaterialidad del Internet da un nuevo significado a la ciudadanía con visión cosmopolita donde cabe la diversidad con algunos comunes denominadores como la solidaridad».
Aludiendo a las crisis sociales que enfrentamos, equiparó a la educación como una «revolución sin sangre» y acuñó el concepto de la ignorancia hiperinformada en la que nuestros niños están sumidos; ya que dijo: «Las tabletas o el Internet no educan a nadie. Nosotros (los maestros) tenemos qué educar para internet, hay que introducir un nuevo orden cultural a través de la educación. El orden de los nativos digitales es un caos y los chicos deben aprender a distinguir lo útil de lo ocioso, lo importante, de lo estéril; y para ello, hace falta educación».
El filósofo español nos recordó que la información es poder, por lo tanto, nuestros alumnos cada vez son más poderosos; sin embargo, no siempre saben qué hacer con ello. Es evidente que el acceso a internet «…permite la irresponsabilidad del anonimato. Ser responsable es ser capaz de responder. Permite adoptar rostros distintos, a los abusos, al engaño, al mal gusto, al mal uso del lenguaje, sacar al demonio que todos llevamos dentro y no todas las opiniones son respetables porque muchas deben ser debatidas, discutidas y 140 caracteres no permiten el intercambio de ideas, ni la construcción de nuevos pensamientos».
La capacidad de acción aumenta la responsabilidad, e Internet aumenta nuestra capacidad de acción y por ende, nuestra responsabilidad de hacer buen uso de la red. Responsabilidad entendida como la capacidad de responder, de hacer frente a nuestra acciones.
La educación siempre actúa a largo plazo. Las escuelas no entregamos productos terminados; sino procesos iniciados para promover el amor por el aprendizaje perpetuo (esta sí es frase mía); y en la conferencia nos hizo reflexionar a los asistentes sobre la importancia de recorrer el camino, más que llegar al destino, y esto viene a cuento porque con la tecnología, más que las respuestas, debemos trabajar en arar el camino del aprendizaje, del conocimiento, de las enseñanzas formativas. Todos podemos preguntarle a «siri» o a «google», al «rincón del vago o a «wikipedia» y en segundos sabremos lo que nos interesa: Cuándo terminó la guerra fría, cuántas personas caben en el estadio Maracaná, hace cuántos años le regaló el gobierno francés al gobierno americano la famosa Estatua de la Libertad, cuántos expresidentes norteamericanos fueron republicanos y cuántos demócratas; hay tanto por saber!!!! Y Fernando Savater dijo: «Hay un desprecio al esfuerzo que se hace para obtener cultura. La persona que es capaz de enfocarse en la búsqueda del saber se va transformando. Lo rico es el camino, como el que goza haciendo música…», y es cierto, una persona disfruta mucho más creando la melodía, que con la recompensa de la canción final… o la respuesta encontrada.
La labor del docente consiste en hacer de ese camino, de esa búsqueda, algo interesante, pertinente, práctico, significativo; por eso, ya no se necesitan maestros tradicionales, sino maestros innovadores y transformadores de vidas.
Somos personas enseñando personas…con herramientas del siglo XXI
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*La autora es Lic. en Periodismo, directora general de Colegio Europeo de México RS, con Maestría en Dirección de Instituciones Educativas y Doctorante en Imagen Pública.