El pasado viernes, UNO Internacional participó como invitado al IX Congreso de Educación, convocado en Monterrey por la Confederación Nacional de Escuelas Particulares del Estado de Nuevo León, del 21 al 23 de noviembre.
Al encuentro, en el que participaron alrededor de 400 representantes de instituciones educativas, acudieron Fernando Revilla, director de UNO Internacional México; Alejandro Gutiérrez, director de Implementación y Desarrollo; y, el director internacional, Pablo Doberti, quien tuvo a su cargo la ponencia sobre el ambiente necesario para el desarrollo de competencias en el aula.
Doberti comenzó explicando que la intención era compartir ideas sobre la escuela que tenemos que hacer y descalificó el modelo en que un expositor –en un el aula, congreso o en la universidad–, habla y se va: “O entramos en el mundo de las interacciones o estaremos fuera del mundo –afirmó. Estamos obligados a abrir espacio a que ustedes participen… no sólo es el derecho a participar, es también el deber de participar el que tenemos que instalar”.
El director de UNOi se refirió a la prueba internacional PISA y a lo mal que nos va en los resultados en toda América Latina. Dijo que la escuela privada califica sólo un poco mejor que la pública y que podemos hacerlo mejor atendiendo a la premisa de PISA de preparar a los alumnos para que enfrenten de manera eficiente, feliz y proactiva su propia vida, lo que representa realizar un cambio estructural para que la institución educativa responda a las necesidades del contexto que nos rodea.
Asumió Doberti que la gran mayoría de los presentes estaría de acuerdo en educar en competencias, pero negó categóricamente que éstas se puedan desarrollar en el contexto expositivo-transmisivo que priva en América Latina y se pronunció por disminuir esta práctica donde el maestro es el poseedor y transmisor del conocimiento, y rediseñar los ambientes de aprendizaje.
Señaló que para que se desarrollen las competencias es necesario crear situaciones; y definió situación como un ámbito de interacción social con final abierto (como la vida). Objetó que, en general, la escuela genera pocos espacios de interacción social y por lo regular cerrados, como en un laboratorio en el que se controlan las variables.
Para poder generar estos espacios, introdujo el concepto del maestro mediador, que a su vez requiere de un alumno participativo. “Somos expertos –dijo–, en la pregunta retórica cerrada. Y sólo esperamos la respuesta correcta. No producimos participación”.
“Las técnicas de la mediación –continuó–, son subsidiarias de las técnicas de la participación, cuyo núcleo conceptual es la problematización. Es decir, lograr que lo que pregunto no me importe a mí sino al otro”. Dicho de otro modo, que sea pertinente y significativo para aquel a quien se pregunta.
Puso como ejemplo una clase sobre ‘El aparato digestivo’ y planteó revertir la exposición tradicional de presentar el diagrama correspondiente y en vez de ello comenzar por la pregunta “¿Cómo se come en tu casa?”, estableciendo así un juego participativo de comparaciones y relaciones, en donde el maestro interviene para introducir los conceptos que se pretende adquirir.
A continuación, Dobeti comentó varios puntos con respecto a la lectura. El primero una anécdota con su hijo de cuatro años quien le preguntó si Joyce escribía en cursivas, luego de descubrir su foto sobre la chimenea y de que su padre le explicara que era un escritor. “Lo que para mí era literatura para él era forma”, dijo, subrayando el énfasis que pone la escuela en las formas.
Pablo dejó en el aire la pregunta de si habría relación entre los índices de lectura con la forma que alfabetizamos y si pudiéramos hacerlo mejor dirigiendo el enfoque hacia los contenidos. Sobre los bajos índices de lectura agregó que serían más altos si consideraran a los lectores de La Biblia, donde la experiencia de lo leído es tan fuerte que el acto de la lectura pasa desapercibido.
Volviendo a las competencias, dijo que lo primero que hacemos –equivocadamente–, es un lista de ellas y las relacionamos con las disciplinas, con lo que en vez de relacionarse con la vida terminan haciéndolo con las asignaturas. Aseguro que una competencia principal es la de encontrarle sentido a tu vida –muy ausente en la escuela y en la vida actual– y otra, mucho más moderna, es que la realidad no viene dada sino que uno la forja, es decir, convencerse de que el mundo es la consecuencia de mi aproximación a él o, dicho de otro modo, yo puedo tener el derecho y el deber de construir mi propia vida. “Además de destrezas –concluyó– es básicamente un esquema de valores y convicciones que la escuela debe construir.
Para terminar, Doberti invitó a las escuelas a no trabajar de manera aislada y aprovechar la fuerza del colectivo asociada a un proyecto, mediante la posibilidad de trabajar en red.
Antes del intermedio previsto en el programa, se abrió un espacio donde se recogieron comentarios y aportaciones de una veintena de los presentes que hablaron de la resistencia al cambio; educar para ser feliz; la confusión entre educar e instruir; el aislamiento de las instituciones; la formación tradicional de los padres y la necesidad de interactuar también con ellos y la importancia de predicar con el ejemplo, entre otros aspectos.
Al regreso de la pausa Alejandro Gutiérrez habló de los Ambientes de aprendizaje digitales, donde consideró al proceso digital como un recurso esencial de la pedagogía de nuestro tiempo. Alejandro presentó el Cono de aprendizaje de Edgar Dale, subrayando que lo que retenemos más es lo que decimos y hacemos, citó a Piaget y Vigotsky destacando la importancia de la interacción y ofreció a los directivos algunas recomendaciones sobre su papel en la transformación.
Pablo Doberti sintetizó y dio respuesta a comentarios e inquietudes expresadas por los presentes y dio por concluida la participación de UNOi en el congreso.
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