¿Cómo influyen en nuestro organismo los alimentos que ingerimos? ¿Qué de lo que comemos favorece o no los procesos cerebrales y cognitivos? ¿Cuáles pueden ser sus efectos en nuestro estado de ánimo?
Para abordar estos cuestionamientos, la emisión de este sábado de Educación XXI, bajo la conducción de Leonardo Kourchenko, recibió en la cabina de W-Radio a Edilberto Sánchez, químico y especialista en neuroalimentación y, por vía telefónica, a Mariana Ginsberg, health coach y psicóloga con maestría en terapia racional emotiva.
Para iniciar, a petición de Leonardo, Edilberto dijo que su carrera había transcurrido en el área de alimentos y que la investigación que actualmente le ocupa surgió hace 8 años a partir de su interés en grupos vulnerables, en particular una fundación para personas con síndrome de Down de la cuales patrono y para quienes trabajó una alimentación especial. La investigación se extendió a personas con TDAH y Autismo.
A la pregunta de si el consumo de cierto tipo de alimentos modifica las facultades cerebrales en estos perfiles, Edilberto respondió que sí, y es fundamental para un adecuado desarrollo fisiológico. La fisiología de la nutrición ha avanzado para saber cómo se comporta cada nutriente en nuestro organismo. Estos indicadores nos permiten saber qué beneficios pueden aportar a cada persona.
Respecto a si con más investigación podríamos determinar si hay alimentos que favorecen el desarrollo de enfermedades neurológico degenerativas como el Alzheimer o el Parkinson, el químico señaló que definitivamente hay una relación en el desbalance nutricional. Si comes más de unas cosas y no de otras estás privilegiando una serie de factores fisiológicos que te están provocando malestar. No deberíamos, por ejemplo, padecer Gastritis o inflamación intestinal; son el resultado de una mala alimentación.
Por vía telefónica, Mariana coincidió con lo dicho hasta el momento y dijo conocer personas con depresión que haciendo algunos cambios en su alimentación pueden tener mejoría en su calidad y estilo de vida. Sabemos que el 90% de nuestros neurotransmisores se sintetizan en el intestino, un intestino mal nutrido va a generar otros problemas en el cuerpo.
Aclaró que no es el único factor para ayudar a controlar la depresión; pero, por ejemplo, si en personas con altos niveles de ansiedad que reduce su consumo de glutamato monosódico (presente en muchos alimentos), se sienten más tranquilos. Otros componentes se trabajan en terapia.
Eidlberto observó que nuestros hábitos alimenticios han cambiado; y citó el caso de la fructosa que es una molécula más pesada que el azúcar regular, no fermenta en el intestino, no se hidroliza mediante enzimas como sucede con el azúcar y el hígado la identifica como algo parecido a una grasa y lo almacena como grasa de reserva. Debido a que es más barata que el azúcar, muchísimos alimentos tienen fructosa.
Por otra parte, mucha azúcar traducida en glucógeno produce demasiada alteración cerebral. Además hay muchas reacciones fisiológicas, bioquímicas que provocan otras alteraciones.
En su práctica Mariana ayuda a las persona a escuchar a su cuerpo. Por ejemplo, pacientes reportan aspectos como dormir mejor, más energía, concentración o estado de ánimo al sustituir con vegetales (carbohidtatos complejos), a los carbohidratos simples como panes y harinas –azúcares que dan esos picos de glucosa. Precisó que no a todos se aplica ya que cada cuerpo responde distinto a los alimentos.
Se refirió también a la mielinización como un proceso fundamental para el cerebro que requiere grasas buenas para funcionar. La mielina es una capa aislante de las terminales nerviosas por las que el cerebro transmite información.
Entre los químicos esenciales para el cerebro, Leonardo mencionó al triptófano –vital para fabricar serotonina que se relaciona con el buen humor y el aprendizaje y que se encuentra en pescado, lácteos, pavo, huevo, frutos secos, plátano, piña y aguacate.
Aunque estuvo de acuerdo, Edilberto subrayó que si tu intestino no funciona bien nada de esto va a trabajar. Propuso cambiar el “Somos lo que comemos” por, “Somos, entonces comemos”. Recomendó un estudio especializado para diagnosticar las alergias y necesidades nutricionales de de una persona. Es un estudio de un laboratorio en Estados Unidos sobre cómo reaccionan los alimentos en nuestro cuerpo y se hace a partir de una muestra de sangre.
Mariana observó que muchas veces la distracción o falta de concentración obedecen a la sensibilidad a alimentos de grupos como gluten, lácteos, cítricos, maíz, soya y huevo y, eliminando por tres semanas algún alimento se observa mejoría.
A instancias de Leonardo, Mariana dijo que la sensibilidad no está necesariamente relacionada con la edad sino con la predisposición genética o por la exposición constante a un solo alimento. Si sólo comes huevo todo el tiempo, habrá consecuencias. Compartió que ella está diagnosticada como autoinmune, lo que significa que su sistema inmunológico está activo de manera que el cuerpo se confunde y los anticuerpos atacan. Detacó que la alimentación tiene mucho que ver, pero estos casos requieren de un acompañamiento médico.
Volviendo a su investigación, Edilberto señaló que luego del estudio de reacciones a los alimentos, al retirar alguno en casos de TDAH o autismo se aprecian mejoras sustanciales.
Hacia el final del programa, Mariana recomendó una pirámide nutricional lo más natural posible, con vegetales, frutas y granos integrales en las proporciones adecuadas, así como grasas monoinsaturadas como las que s encuentran en nueces, semillas, aguacate y salmón.
Por su parte Edilberto dijo que debemos procurar comer más veces en casa y preparar y producir –en la medida de lo posible–, nuestros propios alimentos.
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