Apenas ayer, en el taller que impartió en Puebla la UNESCO a directores de colegios UNOi, escuchamos hablar de líderes y, entre las características fundamentales de esta condición, se mencionó la de poseer una conexión genuina con la situación de su propia gente.
Nelson Mandela –fallecido ayer mismo–, mantuvo a lo largo de su vida ese vínculo con los anhelos de igualdad, libertad y paz de sus congéneres sudafricanos; 27 años en prisión no bastaron para doblegar su espíritu.
“Liderar –nos dijo Alfredo Rojas en el taller– es dirigir comunidades hacia un futuro distinto al momento actual” y eso fue exactamente lo que hizo Mandela conducir a los africanos, marginados en su propia tierra, hacia la transformación de un ideal en realidad.
“Rebaño aparte” es el significado etimológico de Apartheid, vocablo del afrikáans que dio nombre al régimen de segregación racial que por décadas imperó en Sudáfirca. Un régimen en el que las leyes eran hechas por blancos y para blancos y donde se negaban a los negros, o se les limitaban al extremo, sus derechos más elementales.
Mandela reunió a este rebaño, compartió con él su visión y le transmitió la confianza en la viabilidad de un proyecto común; le contuvo evitando lo que pudo ser una sangrienta guerra civil, para finalmente, tras una perseverante lucha, devolverlo a casa para iniciar una nueva vida.
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Para concer más de cómo fue esta lucha, recomendamos leer el discurso que pronunció durante el juicio que en 1964 le condenó a pasar el resto de su vida en prisión, de la que salió 27 años después para organizar la primera elección democrática de Sudáfrica: http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2013/12/05/201cun-ideal-por-el-que-estoy-dispuesto-a-morir-3125.html