Autor: UNOi

Fecha: 28 de agosto de 2013

Los valores de UNOi: Participación

II. PARTICIPACIÓN        Arnaldo Esté        La dignidad se realiza por la participación. Es decir, como ejercicio de la dignidad se transforma en demanda de solidaridad. Es […]

II. PARTICIPACIÓN       

Arnaldo Esté       

La dignidad se realiza por la participación. Es decir, como ejercicio de la dignidad se transforma en demanda de solidaridad. Es la obligación hacia los otros, la conciencia de nuestra necesidad gregaria. La participación es acción y  ejercicio comunicativo para dirigir, construir y crear y disfrutar. Estas formas de participación se aprenden al cultivarlas simultáneamente, cotidianamente, para asegurar su desempeño eficiente.

No se trata de algo esporádico, de mecanismos complicados o de vehículos de propaganda y formas elitistas. Se participa desde y con todo lo humano. Desde todo y con todo lo que somos como cuerpo humano: HABLAR, ESCRIBIR, CANTAR, DANZAR, GESTICULAR, PINTAR, RECITAR, CONTAR VERDADES Y MENTIRAS, INVENTAR, REPARAR COSAS, COCINAR, AMAR Y COMUNICARLO AL SER AMADO de muchas maneras,  PORQUE EL SER AMADO LO ESPERA Y NECESITA…

Deviene en la formidable percepción de sentirse parte particular de un todo, que no está completo sin mí, pero tampoco sin “el otro”. Y esta afirmación es pertinente para el espacio digitalizado. Se concurre a la permanente creación, a la inmanente producción que marca a toda realización humana.

En el lenguaje político, equivocadamente, se ha relacionado la participación con el poder y la dirección de lo social. Otra dimensión más consecuente sería la participación de las comunidades en propiedad. También se suele asociar con las ocasionales y confusas elecciones. Al ciudadano se le convence de que su participación consiste en simplemente sufragar.  Luego, la representatividad se olvida…y la participación se transforma en manifestaciones de protesta. Esta situación exige una mayor formación ciudadana, hacia la reciprocidad y consciencia social

Pero no puede ser de otra manera, si en las tradiciones educativas se participa por asistir a clases con puntualidad, por decir “presente” sin necesariamente estarlo, por contestar falsas preguntas de las que ya se saben las respuestas, responder lo que el docente quiere escuchar, de forma repetitiva y sin sentido propio; además, la participación en estos espacios se traduce en “portarse bien” al no hacerse sentir y aceptar conductas de sumisión;  memorizar lecciones y reponerlas en exámenes; ser acólito y convergente. Ser simplemente “bueno” cuando ello significa existir dócil y pobremente.

Así, en ninguno de los dos ámbitos (político o escolar), con estos comportamientos, no se accede la participación, no se permite la intervención, no se es dueño ni señor de ella. Conviene reiterar que la participación se aprende con el desempeño y se refuerza con la convicción personal, generada al sentirse agraciado o beneficiado,  porque es reconocido y contribuye como persona en el trabajo compartido.

En consecuencia, la debemos transformar hacia la producción, la formación política y ciudadana, hacia el disfrute y la realización personal.

Lo Digital, como valor emergente, amplía el concepto y es oportuno  referirse a la Cultura de la Participación: en la WEB, así como todo puede bajar, todo puede subir y, es más, hay una necesidad de hacerse sentir, de participar, de crear en los espacios virtuales. Se manifiesta la abundancia de recursos e informaciones para lo que todavía no estamos preparados y que seguirá permeando toda nuestra vida y cotidianidad.

En este contexto digital, renovar nuestros valores y competencias es imprescindible para tomar decisiones y ejecutarlas, ante las nuevas realidades y relaciones virtuales. Es formarnos para navegar, disfrutar, buscar lo que requerimos, seleccionar lo conveniente y evitar sus trampas. Y no con represión ni nuevas exclusiones, es con la solidez de quien es dueño de su timón.

Hay entonces que cultivarla y su cultivo es hacerla florecer en cada quien: problematizar, angustiar, intrigar… hurgar en la inmediatez de cada quien para que ella aflore. Es lo que llamamos problemas pertinentes.