Usar la expresión digital en vez de Tecnología de la Información y la Comunicación (TIC), parece más apropiado para referirse a este enorme giro cultural que está aconteciendo.
Lo digital, en esa condición de valor, será un gran referente de fe para la acción social, la toma de decisiones y la evaluación de otros individuos, grupos, comunidades y naciones. Tal como ocurrió con la imprenta, creada por Gutenberg en 1439, para satisfacer las necesidades de comunicación de una Europa naciente y en ebullición, que condujo a todo lo que ahora llamamos Occidente y Modernidad.
Toda esa cultura está relacionada, de manera directa o indirecta, con el libro y las formas de organizar la expresión del pensamiento, la validación y legitimación de las relaciones sociales, la industria y la producción, el conocimiento, la filosofía y la estructuración de los argumentos, así como su uso. El libro y la escritura se volvieron un gran valor, en un gran referente fiduciario.
Algo semejante está ocurriendo con lo digital. Queramos o no, se liberó, salió de su lámpara o botella y ya no es posible volver a meterlo, como dirían muchos otros cuyo pensamiento comparto.
Esto, en nuestro trabajo y proyecto, es de la mayor importancia. No sólo ser testigos de este surgimiento, sino incorporar su vigencia y, ciertamente, el uso diario y profundo de sus instrumentos, de sus aparatos e inmensas maneras de participar y comunicar esa apertura. Es preciso elevar la información a una nueva condición y espacio en el juego educativo, en el aula.
Al proponer el cambio educativo en la dirección de privilegiar la formación en lugar de la ahora dominante información, es que realizamos los conceptos anteriores. Atrás quedan las aulas predicativas, informativas; aquellas en las que el profesor (y, junto con él, los textos escolares), en su afán de informar, monopolizaba las intervenciones e imponía una disciplina convergente y silenciosa. Adelante están los ambientes de aprendizaje de formación, en donde se destina más espacio y se privilegia la práctica de valores y competencias, como en los proyectos de indagación constructiva, que conducen a debates y a la búsqueda de información necesaria para dar curso y enriquecimiento a los problemas.
En estos ambientes de aprendizaje, lo digital debe ser utilizado de múltiples maneras y en diferentes niveles: para los expresión escrita e ilustrada de pensamientos individuales; para las discusiones y deliberaciones también apoyadas en gráficos e ilustraciones; para la evaluación continua y, sobre todo, para que el alumno, problematizado y afligido, pueda y deba buscar la información necesaria para sublimar esta problematización y angustia, transformándola en aprendizaje.