Autor: UNOi

Fecha: 21 de septiembre de 2013

Leer, lees, leamos… ¿para qué?

Leer y escribir en la escuela. Sin dudas, una tarea que construye la identidad institucional. Casi es la función central de lo escolar. Todo lo […]

Columna Fredy Vota wp

Leer y escribir en la escuela. Sin dudas, una tarea que construye la identidad institucional.

Casi es la función central de lo escolar. Todo lo demás se da por añadidura.

Leer. Condición necesaria, claro que no suficiente. Condición que de acuerdo al modo que se la conciba repercute de maneras diversas en las personas.

Leer puede ser el arduo trabajo de  decodificar el alfabeto. Letras que cobran sentido sólo porque esconden un determinado sonido.

A cada grafema un fonema. Los maestros van detrás de unir grafemas y fonemas y a eso llaman leer.

Escribir, por tanto, es reproducir letras con determinadas formas prefijadas. Cuánto mejor se copien, mejor se escribe.

Conclusión: leer es unir esos signos escritos a una forma de decir, escribir es reproducir los mismos signos con la mayor exactitud posible.

¿Será suficiente?

¿De verdad leer y escribir son esos ejercicios mecánicos?

¿La escuela trasciende en sus propuestas didácticas estas estructuras?

Claramente leer y escribir son procesos complejos que tienen un aspecto mecánico, pero tienen otros mucho más interesantes, profundos y transformadores.

Transformar es sumergir a los alumnos en el universo  de significación que se esconde detrás de las letras, es bucear en los cuentos, relatos, textos informativos que encierran el tesoro más precioso que podemos presentar a niños y jóvenes.

A veces la escuela se queda con la letra muerta.

La ‘m’ de muñeca, mamá, mariposa. No importa la ‘m’ de qué, porque parece que sólo importa la letra.

La letra debería estar en función de lo que significa la muñeca preferida, la mamá que se extraña o la mariposa que vuela.

La ‘m’ está en función de un contexto literario o informativo.

Ese es el mundo que la escuela no debe y no puede perder.

Transformador es leer para comprender, para saber que significaciones se esconden detrás de esos significados.

Maestra ¿Cuántas horas dedicas a enseñar letras? ¿Cuántas en hacer planas? ¿Cuántas en disfrutar cuentos o desmenuzar textos informativos?

Profesor, ¿Cuánto tiempo dedicas a que tus alumnos generen hipótesis sobre procesos naturales o sociales y cuánto a que repitan de memoria un saber que tu das como verdad absoluta? ¿Cuántas en analizar sintáctica y morfológicamente textos y cuántas en despertar la pasión por un buen texto literario?

¿Cuándo les lees a tus alumnos con emoción y cuántas veces tomas lectura para tener una nota?

De kínder a secundaria encontramos, no pocas veces, el mismo enfoque para la enseñanza de la lengua.

Se sintetiza en saber, como repetición sin significación ni personal, ni social, ni estética.

Se requiere dar propuestas didácticas diversificadas que permitan la multiplicación de las fuentes de lectura, sumada  a la de los distintos propósitos, destinatarios, estilos.

De esta forma se logran adaptar las prácticas de enseñanza a situaciones de comunicación real de los alumnos, encontrando así una pertinencia para el aprendizaje.  

La tarea docente debería consistir en lograr que la lectura deje de ser la mera decodificación de un lenguaje de signos, para dar lugar a la comprensión integral del texto y del contexto. Se espera que la lectura y escritura puedan ayudar a los alumnos a convertirse en intérpretes de la realidad, en verdaderos autores de sus textos y por tanto de sus vidas.

Enseñar así libera la enseñanza. Nadie querrá quedar afuera de un mundo fantástico por descubrir.

Encontré a mi hijo de 11 años leyendo uno de esos libros nuevos de aventuras. De esos grandotes. Descubrí que intercambiaba lectura con play, con compu de manera alternativa. Que leer era la misma fiesta que la compu.

Agradecí a la maestra que le enseñó que detrás de esas letras en blanco y negro, monótonas a la vista, se esconde un mundo encendido, brillante y apasionante, igual o mejor que el del play.

Enseñar tradicionalmente dejará a muchos alumnos afuera (cada vez más) porque es meterlos en un molde sin significación, sin impacto emocional.

Enseñar en letras de molde, es perder la oportunidad de aprender.

Aprendí todas las letras, me cansé de hacer planas y es el día de hoy que tengo una letra espantosa. Mi médico de cabecera también. Sé que en mí es causa perdida, aún con el mejor de los cuadernos de aprestamiento. Estoy eternamente desaprobado.

Por suerte para mi escribir fue mucho más que eso.

El verdadero significado de esta nueva experiencia es emocionante y esperanzador…

El contexto, único e irrepetible (de hecho que siempre lo es, desde su concepto)…

La oportunidad de comenzar a escribir nuestro propio texto… también.