Por Lino Contreras Becerril
«No hay mensaje, hay mensajero; como no hay Amor, sino quien ama«.
Julio Cortázar
Lograr una cultura digital en las escuelas requiere que profesores, directivos, padres de familia y alumnos hagan suyas las plataformas, dispositivos, y todos los recursos que la tecnología implica. Hacerlos suyos cotidianamente, es un proceso tan natural como la respiración. Como el aire que exigimos 13 veces por minuto. Y no se trata solo de cliquear en una computadora o acariciar suavemente una pantalla para ver videos, animaciones, interactivos o simulaciones. Se trata de trascender esas acciones que, no obstante ser útiles, finalmente siguen siendo transmisión de información.
En el sistema educativo UNO buscamos una cultura digital que favorezca la expresión de los alumnos, un hacer con propósito específico. En esa medida es imprescindible entender el desarrollo de competencias mediante la tecnología como la activa creación de productos digitales. Líneas del tiempo, cuadros y gráficas, presentaciones, comics, productos musicales, videos. Todos son ejemplos que un estudiante puede realizar con una computadora, o con un Ipad, desde su arquitectura conceptual hasta el desarrollo práctico. Pero es central que los alumnos elijan los temas a desarrollar con la tecnología, de manera que expresen sus intereses más íntimos, y que los profesores permitan esa expresión libre, y, aún más, que promuevan el surgimiento de las ideas que subyuguen a sus alumnos, aquellas que les resulten significativas: una línea del tiempo sobre la historia de los tenis, un comic de su relación con su mejor amigo, un video sobre su mascota, un esquema o mapa conceptual sobre una competencia deportiva, la edición con variaciones de su música favorita. Se trata de experimentar los dispositivos, tocarlos para producir, gastarlos en el uso creativo, en suma, desarrollar habilidades digitales.
Para elaborar esos productos digitales los niños y jóvenes tendrán que buscar información, procesarla, planear los recursos que necesitarán para su creación, tomarse tiempos, hacer los primeros bocetos, revisar lo elaborado, y llegar a la versión final de su trabajo. Estarán desarrollando competencias y se estarán formando en un hacer creativo. Una cultura digital como ésta busca cargar de sentido el uso de la tecnología: un pretexto para la vida presente y venidera. Porque el hacer ahora preparará a los niños y jóvenes para su hacer social y profesional futuro.
Pero la producción creativa queda corta si no se socializa. Por ello es importante que los alumnos compartan sus productos con otros mediante las redes sociales. La cultura digital que buscamos es la expresión de los alumnos y la socialización de sus creaciones digitales. Ello implica un cambio en el rol del docente y en la dinámica de la escuela. No más un sancionador de información dura, sino un facilitador de la expresión creativa de los alumnos; no más la formación individualizada presente, sino la formación colaborativa; no más una escuela que sujeta y limita, sino un colectivo que promueve. No más el Amor, sino quien ame.