Jovel Álvarez/Redacción UNOiNews
Hace apenas unos días fue presentado por el presidente de la República, Enrique Peña
Nieto, y el Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, un nuevo modelo educativo
que entrará en vigor a partir del 2018.
Este modelo plantea dejar atrás la pedagogía sustentada en la memorización, para que
los niños “aprendan a aprender” y desarrollen habilidades socioemocionales, entre
muchos otros objetivos.
Sin embargo, para los padres de familia esta propuesta representa un nuevo reto, pues
requiere pasar de un rol tradicionalmente pasivo a uno decididamente activo en la
formación académica de los niños.
Desde hace décadas los padres han sido requeridos por las escuelas únicamente para
recibir informes del rendimiento de sus hijos y para solicitar aportaciones económicas en
favor de la institución.
Los temas que abarca esta nueva propuesta educativa no pueden ser dejados al criterio
único del maestro. Se debe entrar en una comunicación directa con el docente, para que
el proceso que se lleve en la escuela pueda ser complementado en casa, y viceversa.
Estamos en el siglo XXI, con recursos tecnológicos a la mano de los que hay que sacar
provecho en el proceso de crecimiento integral de los niños y niñas.
Al entrar en las llamadas “habilidades socioemocionales” se busca llegar al espacio
personal de cada niño, a su conciencia, con el objetivo de que independientemente de su
condición social, se logre una integración a la sociedad adecuada, que los prepare para
los retos que enfrentarán a lo largo de su vida.
En este marco, los niños – que en los centros educativos enfrentan problemáticas que
deben ser tomadas con absoluta seriedad por parte de los padres – esperarán un apoyo
que nazca del seno del hogar para entrar en un modelo que resulta desconocido para
todos, y con retos a nivel tecnológico y lingüístico que deberán ser enfrentados en equipo.
Se deberá reconocer la individualidad de cada niño y sus peculiaridades a la hora de
aprender, para que el proceso de adaptación no resulte una pesadilla que cree una
enemistad entre el conocimiento y su mente en desarrollo.
Integración, comunicación y trabajo, son los tres valores que habrá que implementar para
que el nuevo modelo educativo dé buenos frutos para padres, docentes y alumnos por
igual. El primer paso que hay que dar es estar dispuestos a salir de la zona de confort.