Ya sea a nivel estudiantil, deportivo, intelectual, social, físico, emocional, artístico, etc. Todos tenemos talento.
¿Qué es el talento?
El talento es una predisposición innata a sobresalir ante una habilidad más que el común de los mortales. Añadiendo a su vez una rapidez mayor que el resto para su aprendizaje.
¿Qué es habilidad?
Es aquello que te encanta y te apasiona, pero… no lo llevas en la sangre, así que necesitas destinar mucho tiempo para su dominio.
Entonces, la clave para diferenciar el talento de la habilidad es la rapidez y facilidad del aprendizaje de la temática. Pero realmente por separado son inservibles.
Ahí va un ejemplo:
-Joel tiene 7 años. Sus padres han notado que cada vez que suena música en la TV o la que suena en la cafetería que frecuentan los viernes por la tarde, a Joel lo notan entusiasmado con el sonido de la guitarra eléctrica. Tanta es su pasión que los reyes magos le recompensan regalándole una. Joel desde que sus deditos posa en el mástil, las horas vuelan. En unas pocas semanas ya Joel domina los acordes mayores, menores y algún que otro punteo sencillo. Progresa a pasos agigantados. Sus padres lo van a matricular en la escuela de música y según la prueba de nivel, estará en el horario de adultos. ¡Es un crack!
-María tiene 25 años. Desde que tiene 15, ella recuerda haber soñado con verse de mayor siendo una bailarina profesional. Especialmente de ballet. Le costó arrancar a decidirse y no fue hasta los 19 cuando se armó de valor, entró en la academia de baile de su vecindario y desde ahí, no se imagina su vida sin esta pieza tan importante. El baile es su modo de expresarse, de sentir, de comunicar y desconectar de los conflictos. Le ha costado horrores perseguir su sueño, pero en estos días, le han ofrecido ser profesora de danza. ¡Es una luchadora!
Los dos ejemplos, hablan de personas entusiasmadas, que han sabido redireccionar su vida. Pero el caso de Joel se trata más de talento y el caso de María de habilidad. Es cierto que la edad puede parecer un hándicap. Y realmente, sí que lo es. Los niños hacen y no piensan demasiado si lanzarse o no. Su decisión se vuelve más simple cuando de atrevimiento o miedo se trata.
¿Por qué por separado son inservibles? Porque si Joel no hubiera practicado el rasgueo de su guitarra no hubiera progresado a pesar de ser un diamante en bruto. Porque María a pesar de no llevar en la sangre ser bailarina, ha luchado y ha practicado tanto, que se ha igualado con aquellas bailarinas que llevan en la danza desde la infancia. Es un ejemplo de lucha.
Ahora, no hay excusa. Si tú, tus alumnos o tus hijos nacieron para ello, necesitarán menos tiempo para destacar. Si no es así, con la regla de las 10.000 horas de práctica pueden convertirse en fantásticos profesionales.
PD: Una gran clave de la felicidad es no tener miedo al “qué dirán“.
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Fuente: Laura López. educacióntrespuntocero.