- Despertar vocaciones científicas en niños y jóvenes
El sábado pasado tuve oportunidad de asistir a un evento muy gratificante en la explanada de UNIVERSUM (el museo de ciencias de la UNAM), en el cual se trató de reunir el mayor número de robots educativos funcionando por tonos desde un teléfono celular al mismo tiempo, para poder establecer un nuevo récord Guinness. Los robots (pequeños carruseles con sillitas voladoras) fueron construidos previamente por niños entre 6 y 13 años, asesorados por estudiantes universitarios y elaborados con materiales de muy bajo costo. Además de los niños reunidos en UNIVERSUM, también hubo otro grupo haciendo lo mismo en la ciudad de Puebla. El evento se desarrolló en un ambiente familiar, pues las y los participantes pudieron ser acompañados por sus padres, hermanos y demás parientes.
Para quienes organizaron esta convivencia a la que denominaron Roboteando 2014, más allá del intento por establecer una nueva marca mundial, su propósito fue propiciar en los niños la curiosidad por elaborar un instrumento tecnológico, sencillo y barato. Con ello también se pretendió iniciar el interés por disciplinas científicas básicas como matemáticas, física, electricidad, electrónica, informática e inteligencia artificial entre otras, además de campos tecnológicos como la robótica, mecatrónica, cibertrónica y educatrónica. Todo ello de una manera lúdica, holística, amigable, ecológica, familiar, sistémica y transformadora. Entre los propósitos más generales se buscó, asimismo, iniciar la construcción de una cultura científica y tecnológica desde el seno de la familia, al igual que acercar la robótica a los ámbitos de la vida cotidiana y despertar, ulteriormente, vocaciones científicas en los niños y los jóvenes.
Desde la perspectiva didáctico-pedagógica, los efectos esperados en esta experiencia tienen relación con el aprendizaje del trabajo en equipo y la construcción de comunidades de aprendizaje con vías a adquirir una inteligencia colectiva. De modo que se tengan beneficios cognitivos, intelectuales, de autoestima, de solidaridad, y del disfrute de la tecnología y los procesos tecnológicos.
Además de las actividades centrales en torno al armado de los robots y su funcionamiento simultáneo en la Ciudad Universitaria y en Puebla, los organizadores ofrecieron en una serie de carpas instaladas ex profeso, diversas demostraciones, talleres, experimentos y lugares de información principalmente para el público infantil, como papiroflexia, experimentos científicos sobre el genoma, réplicas de robots que han sido colocados en la Luna y en Marte y un robot desarrollado por estudiantes de la UAM que es capaz de interactuar con las personas. Hubo además algunas conferencias sobre temas de robótica aplicada a cargo de especialistas.
En una enorme carpa donde los niños con sus padres armaron los robots bajo la asesoría de los estudiantes y profesores voluntarios, se llevaron a cabo dos ensayos previos al conteo para registrar el Récord Guinness, tanto para sincronizar a los ahí presentes como con los que se encontraban en Puebla. El conteo del número de robots en funcionamiento fue realizado por integrantes del Club Rotario y estuvo presente un representante de los récords mencionados. El “roboteo” fue exitoso y se estableció una nueva marca de 1,867 robots pedagógicos en movimiento controlados por los tonos de un teléfono celular, en el que participaron niñas y niños de educación primaria de las ciudades de México y Puebla.
El evento fue organizado como parte de las actividades que desde hace varios años viene realizando la Academia Mexicana de Ciencias, a través del Programa de Cómputo para Niños y Jóvenes. En los últimos 20 años, este programa ha ido extendiendo sus funciones y alcance a muchas dependencias, desde museos hasta bibliotecas públicas, casas de cultura, etcétera. Su finalidad principal ha sido impartir talleres de cómputo y tecnología a estudiantes de primaria y secundaria. Hasta ahora, los cursos y talleres han atendido a más de 600 mil niños y niñas. El patrocinio de Roboteando 2014 estuvo a cargo del CONACYT y contó con el apoyo de la UNAM, especialmente de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia, el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
Este tipo de actividades deben seguirse realizando de forma regular, no sólo en las grandes ciudades del país, sino también en las de tamaño medio y en todas aquellas poblaciones en que sea posible. Al igual que los eventos culturales y deportivos, el fomento y la difusión de la ciencia, la tecnología y la innovación, son elementos muy valiosos y efectivos para contrarrestar la nefasta influencia de algunos medios que en su afán por “entretener” a sus audiencias, limitan la imaginación y la creatividad de niños y jóvenes. Y como también sabemos, son formas de alejar a la niñez y juventud de la violencia y las adicciones que lamentablemente predominan en un número importante de localidades del país. Ojalá que también sirvan para descubrir y cultivar talentos que ulteriormente culminen en un mayor número de científicos y tecnólogos, para avanzar en el conocimiento y en la resolución de los problemas más acuciantes que enfrenta nuestra sociedad.
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La nota original puede leerse en: http://www.ses.unam.mx/publicaciones/articulos.php?proceso=visualiza&idart=1979