Jugar con el Tangram favorece el desarrollo del pensamiento matemático, estimula la imaginación y la creatividad y mejora la concentración. No hay límite de edad para practicarlo y se puede iniciar tan temprano como desde los tres años.
El juego con este antiguo rompecabezas chino consiste en formar siluetas de figuras con 7 piezas o tans sin traslaparlas. Está compuesto por un cuadrado, un paralelogramo romboide y cinco triángulos de distintos tamaños. Con ellos se pueden formar una gran cantidad de figuras: animales, objetos, personas, letras.
Se puede jugar de manera libre o siguiendo las tres reglas que son: utilizar todas las piezas para crear la figura; construir sobre una superficie plana; y, las piezas deben tocarse pero no sobreponerse.
En el modo clásico hay varios niveles de dificultad. A los más pequeños se les puede mostrar la imagen incluyendo las divisiones, mientras que en la versión más difícil solo se muestra la figura para que cada quién deduzca cómo están colocadas las piezas.
Ya sea de manera libre o reproduciendo las figuras, el Tangram ayuda a desarrollar un sentido intuitivo de la geometría, a clasificar las formas, a explorar las relaciones espaciales y sus habilidades de rotación, a descubrir conceptos como la simetría y, sobre todo, a resolver problemas despertando la creatividad interior.
Otros beneficios incluyen la atención, concentración, paciencia, constancia, percepción y memoria visual. Podemos decir que el Tangram es una forma concreta de obtener con las manos un conocimiento físico de distintas habilidades matemáticas que el niño utilizará más tarde en su aprendizaje.
Cabe mencionar, por último, que el Tangram ha demostrado ser efectivo para ayudar en problemas de dislexia o de disgrafía.
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