Resolver los problemas a los hijos o alumnos puede limitar su desarrollo. La pedagogía actual promueve que sean ellos quienes descubran y vayan construyendo sus soluciones, fortaleciendo su independencia, seguridad y capacidad de decisión.
Para abordar el tema, la emisión de este sábado de Educación XXI, que transmite W-Radio bajo la conducción de Leonardo Kourchenko, tuvo como invitadas a Araceli Pastrana, educadora y coordinadora de UNO Internacional y a la psicóloga Ana Villafañe, que pertenece al grupo de Julia Borbolla.
Para comenzar, Araceli Pastrana se refirió al uso del problema en el proceso de aprendizaje como una herramienta que ha dado muy buenos resultados, “porque permite que el niño se dé cuenta de cuán capaz es ante una situación que llamaríamos problemática, que es realmente un reto cognitivo”. El chico toma conciencia de todo lo que sabe en torno a ese tema. Tradicionalmente esperamos a que el maestro diga y luego preguntarle al alumno; al iniciar al revés, ambos se sorprenden, maestro y alumno.
Araceli confirmó la observación de Leonardo de que esto invierte la premisa del maestro como transmisor del conocimiento colocando al alumno como protagonista. “Hacemos que el proceso de aprendizaje parta del alumno –dijo –, que tome conciencia de lo que él sabe, que se sienta capaz de responder; que se le tome en cuenta a cada uno, porque cada uno tiene una respuesta”. Descartó que el profesor asuma un papel pasivo, pues tiene que estar atento al proceso que están llevando los chicos. Etimológicamente –señaló– problema significa lanzar algo al frente. Le ponen una situación que debe ser resuelta y el chico debe verla desde diferentes puntos de vista. Usualmente se hace en grupo. Cada quien tiene perspectivas distintas. El profesor va guiando el discurso y hacia donde se tiene que observar y validar.
Desde la perspectiva de la familia, Ana Villafañe dijo que ella cambiaría el nombre de problema por el de adversidad. “Las familias ya no toleran la adversidad en sus propios hijos. Factores como el tiempo, la prisa, el miedo, la culpa hacen que los padres ‘domestiquen’ a los hijos que se convierten en entrenados en vez de experimentados. El problema me permite experimentar, me permite ver otras opciones. En el momento que me domestican sólo hay una opción y cuando no encuentro la salida con ella, se genera una gran frustración. En el consultorio observo que la falta de tolerancia a la frustración viene desde los padres. Si yo como papá no tolero que mi hijo se tarde 10 minutos en atarse los zapatos, porque tengo prisa, se lo hago yo y no le doy oportunidad a que aprenda. Los niños tienen una necesidad innata por demostrar su capacidad y los papás se las coartamos. La prisa es el peor enemigo”. Agregó que tampoco los padres toleran el fracaso en los hijos. Si no les damos la oportunidad de probar, afectará su iniciativa.
Araceli observó que cuando alguien consigue una respuesta y le genera otra, ahí es donde tiene éxito el proceso de aprendizaje.
A la pregunta de Leonardo de si padres y maestros deben tener siempre la respuesta, Ana opinó que se mata la curiosidad al darles respuestas terminadas. “Responderles con una pregunta les ayuda a descubrir más. Fomentas que experimente que eche a volar la parte cognitiva”. Mucho está en cómo lo propones, como intriga, como un descubrimiento, con emoción; les va a dar más ilusión saber algo, aseguró. Por su parte Araceli coincidió en que inhibimos la curiosidad, tanto al darles respuestas como al juzgar lo que preguntan.
Destacó Araceli que en los problemas es importante el proceso primero y después la resolución. Evaluamos proceso y resultado. El niño debe toma conciencia de cómo está funcionando en el proceso y cómo se obtuvo el resultado. Esa toma de conciencia lo va empoderando y lo va haciendo sentirse capaz y seguro de sí mismo.
Sobre el empoderamiento Ana dijo que cuando tú como niño logras, te empoderas y subrayó que un papá que resuelve todo a tú hijo lo inutiliza. El mensaje que el niño percibe no es lo hago porque te quiero mucho; el mensaje inconsciente que el niño recibe es: tú no puedes solo.
En lo tocante a la sobreprotección, mencionó que el resolverles todo porque no se caiga, se lastima, no sufra o no se frustre, equivale a enviarlos a la vida sin armas para enfrentarla. Araceli complementó diciendo que olvidamos que nuestra misión como padres y como maestros es que el niño se valga por sí mismo. Si tu hijo depende de ti, fallaste como papá. Y como maestro es lo mismo. La misión de la escuela es que el niño aprenda a auto-regularse, congnitiva, afectiva y conductualmente.
Ambas invitadas comentaron ejemplos de la aplicación de la problematización. En el aula, Araceli se refirió al proceso de Interacción Constructiva que primero te lleva a la reflexión individual, luego a compartirla, analizarla en grupo y se llega a una solución que es cerrada por el profesor. En el consultorio Ana dijo que aplican un método propio en el que luego de plantear el problema se analizan con el niño las posibles soluciones hasta elegir una que se pondrá en práctica.
Para cerrar el programa Ana recomendó a los padres que permitan que sus hijos se prueben; que no teman al fracaso que los hará más fuertes y, para los maestros Araceli propuso que elijan los problemas que les permitan activar los procesos intelectuales de sus alumnos para ser más conscientes y más seguros de sí mismos.
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