Por Heather Wolpert-Gawron*
24/09/2014 El rol de la enseñanza ha evolucionado. Ya no somos los portadores del conocimiento, transmitiéndolo a los estudiantes y evaluando si pueden repetir hechos con éxito. En vez de eso, tenemos la tarea de enseñar a los estudiantes a encontrar ellos mismos las respuestas.
Y todo comienza con una sencilla frase: No lo sé.
Adoptar una confortable actitud de “no lo sé” es por mucho más certera para lo que necesitamos hacer como educadores que pretender que lo sabemos todo. Suena, lo reconozco, en contra de la intuición. Después de todo, en muchas entrevistas de trabajo decir “no lo sé” es un estereotipo que muestra falta de experiencia en el campo, ¿cierto? (Diría, sin embargo, que esto también está comenzando a evolucionar).
Pero en la escuela, donde cada alumno es un trabajo en progreso, necesitamos cultivar una cierta emoción en no saber algo. Modelar una actitud emocionada de “No lo sé” es la manija de latón que abre el portal para encontrar juntos las respuestas.
Cambio de actitud
Al inicio de cada año, tengo que adiestrar a los alumnos en que no estaré dándoles respuestas. No los tendré copiando notas del pizarrón. No les daré copias de palabras y definiciones para que las estudien. No les daré párrafos con espacios en blanco para completar que todos llenaremos juntos.
En vez de esto, les enseñaré cómo desarrollar preguntas. Y, cuando me pidan respuestas, alegremente y sin ninguna vergüenza responderé: “No lo sé”.
También les enseñaré que cuando les pregunte algo, está bien si responden “No lo sé”. No les haré sentir mal por no conocer la respuesta. Más bien, dedicaré tiempo vital de instrucción para enseñarles que cuando “no lo sé” se aparece en la cabeza, es el disparador para averiguarlo. Para mí, el guía en el aula, eso significa asegurarme de que mi propia actitud no refleja el supuesto de nuestra sociedad de que “no lo sé” es una debilidad.
«No lo sé” se ha arraigado de manera tan negativa que puede hacer que un estudiante se sienta lo suficientemente indefenso ante el atisbo de que cosquillee en su cerebro, que puede bloquear el aprendizaje. Pero hacer de “No lo sé” un frase más positiva implica lecciones dirigidas a empoderar a los estudiantes pata conquistar su propia confusión, para permitirles admitir que la ruta que tiene ante ellos está bloqueada con hierbas y follaje tupido. Es ahí donde usted les da un ‘machete mental’ para abrirse paso.
En el aula
Una forma de conferir poder a la actitud de “No lo sé” consiste en instruirlos sobre Internet, temprano y a menudo, dando a los alumnos el poder de buscar sus respuestas por sí mismos.
Aquí comparto las tres primeras lecciones que enseño sobre habilidades en línea y aquellas que se centran mejor en aprovechar la barra de búsqueda, de modo que “No lo sé” pueda en realidad significar “Espera ¡Déjame averiguarlo!”.
1. Hacer que Google haga el trabajo. Con mis alumnos hago un rápido ejercicio sobre lo mal portada que es la búsqueda de Google. Por cierto, le doy una voz y una personalidad para mis alumnos. Los hago que escriban en la barra estándar de búsqueda: videojuegos en educación y les pido el número de páginas que Google recomienda. La respuesta está en el rango de los 23 millones. “¿Qué?” les digo con la misma holgazanería de Google, “sólo les di lo que me pidieron”. Luego los reto a que hagan que Google realice todo el trabajo. Verán, Google no hace tonta a la gente, como afirma un artículo reciente, solo hace lo que se le pide que haga, ni más ni menos. El reto entonces es pensar cómo ser lo suficientemente específico en la búsqueda para que el buscador haga por ellos el trabajo.
A partir de ahí, hago que los estudiantes personalicen la página de búsqueda avanzada de Google. Que usen palabras clave más específicas; utilicen los menús desplegables como los que se centran en el idioma, región y fecha de publicación. Después, les muestro cómo filtrar para un uso razonable.
Esto, inevitablemente lleva a un número más alentador que antes. Es posible encontrar que algunos alumnos tengan sólo 5 mil coincidencias. Alguno spodrían tener sólo mil. Pero lo que estamos buscando son aquellos que puedan modelar lo que hicieron en la página de búsqueda avanzada que den como resultados solamente 50, 20 o incluso 10 coincidencias que realmente se apliquen al tema. Después de todo, si en una búsqueda la mayoría de los estudiantes no hace clic más allá de la primera página de resultados, resulta vital asegurar que esa primera página corresponda a su tema tanto como sea posible.
2. Crer una búsqueda del tesoro. Agrupe a los alumnos con una lista corta de preguntas que requieran ser contestadas sobre un tema en particular. Ciertamente soy una maestra de lengua inglesa, pero les pongo preguntas de historia de cuarto grado para reforzar la comunicación de contenido distinto al de mi materia.
Para encontrar las respuestas, los alumnos deben trabajar en equipo para desarrollar la combinación más eficiente de palabras clave para hacer que Google haga por ellos la búsqueda más precisa. Haga de ello un concurso: Qué equipo puede encontrar con mayor rapidez la respuesta correcta, citar correctamente la página donde se encontró e insertar la respuesta y cita en el documento Google que se indique.
3. Verificar la evidencia. Adopte Wikipedia y todo lo que puede enseñar. Pero, asegúrese de que el alumno conozca los pasos para verificar qué es legítimo y qué está sesgado o, incluso, es de plano falso. Wikipedia se presta para una gran lección sobre palabras clave e ideas principales. Tome un pasaje que se relacione con su contenido. Haga que los estudiantes extraigan los hechos, datos o palabras clave principales. ¿Pueden acaso reconocerlos? Aquí hay una evaluación informal. Haga que con estas palabras clave armen su propia pregunta y la formulen en Google. ¿Encontraron por lo menos otros tres sitios Web para corroborar el hecho? A esto le llamo “triangulación de datos” y, empodera a los estudiantes al darles una estrategia que pueden usar para reconocer la falsedad en línea.
Sheridan Blau dijo una vez, “Respeta la confusión”. La frase “No lo sé” es una que al mismo tiempo respeta la confusión y estimula el proceso para clarificarla.
¿Cómo respetan en su clase el “No lo sé”? ¿Qué estrategias emplea para ayudarles a encontrar sus propias respuestas?
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* Heather Wolpert-Gawron es una maestra premiada de enseñanza media, autora de libros y tiene una maestría en diseño y tecnología de la instrucción con énfasis en el aprendizaje en línea.
El artículo original puede leerse en: http://www.edutopia.org/blog/power-i-dont-know-heather-wolpert-gawron. Traducción UnoNews.