RedacciónUNOiNews/Jovel Álvarez
Resulta bastante curioso que la palabra «maestro» tenga un total de 24 acepciones en el Diccionario de la Real Academia Española.
De estas, podemos destacar algunas relacionadas al oficio de transmitir conocimiento, como la número 4, que se refiere a una «persona que enseña una ciencia, arte u oficio, o tiene título para hacerlo».
Basta avanzar un poco más en la página para encontrar otra acepción interesante: «persona que es práctica en una materia y la maneja con desenvoltura».
La docencia es, sin duda, uno de los oficios mas honorables que hay dentro de una sociedad. Todos debemos el hecho de poder leer estas líneas a un maestro quien hace ya bastantes años nos enseñó a leer y escribir. Puede sonar elemental, casi rupestre, pero es un parteaguas en la vida de todo niño o niña.
No obstante, los retos que hoy debe enfrentar un profesor, independientemente del nivel que imparta, van más allá de un programa educativo. La docencia hoy en día está íntimamente ligada a la formación de seres humanos, y existe una consciencia de ello en la que no se profundizó en el pasado.
Hemos transitado de creer firmemente que «la letra con sangre entra», a reconocer en la individualidad de cada niño, joven o adulto, un espacio en el que se debe trabajar con gran respeto y entrega.
Ciertamente, esto supone un esfuerzo mayor para el docente, pues no se debe incurrir en una enseñanza «en masa». Este esfuerzo extra constituye la mejor forma de demostrar la capacidad de un magisterio tan desprestigiado en los últimos años por los medios de comunicación.
Todo maestro debe preocuparse por dejar en la vida de sus alumnos una huella duradera, y es cada uno quien decide cómo es esa impronta que quiere legar. Hay quienes prefieren mantenerse a parte de las necesidades de sus alumnos y se limitan a impartir una clase solo para hacer los méritos mínimos para el cheque de la quincena.
Sin embargo, es momento de demostrar que son más los docentes que entienden la gran responsabilidad que tienen en sus manos.
Los grupos no son solo un rebaño de niños o jóvenes rebeldes. Hay que ir más allá. Se trata de pequeñas porciones del futuro de una sociedad que se ve urgida de un cambio de raíz, para que un día dé los frutos que esperamos.
Los profesores son quienes cuidan esa raíz y la hacen crecer. Se debe tomar esta consciencia y demostrar a quien lo dude, que el verdadero ejército de un país, deben ser sus maestros.