Ha llegado el momento de alzar la voz y de unirnos.
Los niños del Siglo XXI estamos cansados, muy cansados. Exigimos a la sociedad que nos permita ser niños.
Queremos tiempo de verdad con nuestros padres. Queremos que cuando les contamos nuestras cosas, dejen de mirar el móvil y quiten de su cara esa mueca de fastidio. Necesitamos afecto, y padres emocionalmente presentes, aunque estemos juntos poco tiempo.
Reclamamos ser respetados por la sociedad, que la gente nos escuche y nos entienda. Necesitamos que comprendáis que ser niños educados no es ser niños sumisos. Nosotros también tenemos derecho a expresar nuestras emociones. Podéis ayudarnos a encauzarlas de un modo socialmente adecuado según nuestra edad, pero no las anuléis, ridiculicéis o no tratéis de enmascarar.
Queremos decir bien alto que a veces no hacemos caso porque estamos embriagados en nuestro mundo imaginario, pero no hace falta que nos saquéis de él a gritos. Si os acercáis y nos habláis mirándonos a los ojos, también reaccionaremos. Estamos cansados de los gritos y de los insultos.
Necesitamos tiempo para jugar porque jugar es nuestra forma de aprender. Por favor, parad de apuntarnos a tantas actividades extraescolares y de exigirnos la perfección en cada una de las materias. Los adultos tienen que asumir que no todos somos brillantes en todo, y que precisamente, ésa es la riqueza de nuestra sociedad. Nuestra jornada a veces es más larga que la vuestra… Estamos agotados.
Basta de tomarnos por seres anodinos y carentes de criterio propio. Podemos tomar pequeñas decisiones sobre nuestro cuarto, nuestras amistades, nuestra ropa, nuestras actividades… Que nos tengáis en cuenta nos hace sentir dignos y queridos.
Cuando los adultos os equivocáis, casi nunca pedís perdón, y sin embargo, a veces exigís que nosotros lo hagamos incluso cuando no tenemos la culpa.
Los niños en ocasiones sentimos que cuando nuestros papás están con otros adultos nos tratan de otra forma. Se vuelven más intransigentes, se enfadan por casi todo lo que hacemos, y a veces, sus reprimendas en público dañan nuestros corazones. Os pedimos que seáis siempre los mismos. Así sabremos a qué atenernos.
Necesitamos que los adultos organicen bien los tiempos y sean realistas. Si uno de nosotros necesita una hora y media para salir de casa cada mañana, no se le puede despertar solo una hora antes. En el colegio, si una lección no se puede terminar en una hora, continuaremos el próximo día. Muchos odiamos cómo nos tratan los adultos cuando tienen prisa. El mundo no se acabará mañana. Nuestra infancia, sí.
Despojaros del manido sentimiento de culpa. Es la cáscara que utilizáis por no reconocer que no tenéis claras vuestras prioridades, o más bien, que hay un choque entre lo que os gustaría hacer y lo que sentís que debéis hacer respecto a nosotros. Organizad vuestro tiempo. Estableced vuestras prioridades. No queremos una infancia Pinterest, os queremos a vosotros.
Nos desconcierta que nos hagáis tantas fotos vestidos de punta en blanco y las compartáis con vuestros amigos en las redes sociales, y luego os enfadéis si nos ensuciamos. A veces, la ropa deportiva es la mejor opción, la que nos permite jugar libremente, sin limitaciones. Pensad en nosotros a la hora de elegir la ropa y no en el resto de adultos.
Los niños necesitamos salir a correr, disfrutar del juego libre, estar en contacto con la naturaleza. La ciudad, los bares, los mercados, los eventos son buenas alternativas de ocio. Sin embargo, necesitamos de vez en cuando oler el aire puro del monte y observar el maravilloso ciclo de la vida.
Nosotros no pedimos llegar a este mundo, fue vuestra elección. Nadie obliga a tener hijos. Pero si nos trajistéis, tenéis que entender que estamos aquí, y que tenemos que aliarnos – padres e hijos- para hacer un gran equipo y adaptarnos los unos a los otros. Estamos cansados de que nos veáis como vuestros enemigos.
Si la sociedad os exige demasiado, ¡plantadle cara! Plantad cara a todo aquello que os reste tiempo de forma innecesaria para disfrutar de nosotros y de vuestro tiempo. Vuestra lucha debe ser contra todo «eso», y no contra nosotros.
Queremos decirle al sistema educativo que no nos trate como si fuésemos un producto industrial. Nosotros no somos zapatos que fabricar en serie y con la misma horma. Mas al contrario, lo que la sociedad necesita es que se respete la individualidad de cada uno de nosotros, que se potencian nuestros talentos particulares y se nos den alas para crear y sentir. Así conseguiremos una generación con futuro para dar respuesta a las nuevas necesidades de la sociedad.
Consideramos importante que el sistema sanitario se reinvente en cuanto a la obstetricia. Los profesionales deben ayudarnos a nacer, pero no arrancarnos del seno materno salvo que realmente fuese necesario. Necesitemos que se respete nuestros tiempos, que nos dejen en brazos de nuestras madres, que las salas de parto sean con luz tenue y solamente estén allí las personas imprescindibles. Las madres y los bebés deben recuperar el protagonismo del nacimiento.
También el sistema sanitario y el educativo tienen que cesar la locura de considerar que todo aquel que no se adapta al ritmo de éste último está enfermo y requiere de medicación. Basta del sobrediagnóstico de trastornos de atención e hiperactividad.
Necesitamos que todo el mundo entienda que la dignidad no está ligada a la capacidad lingüística. Esto significa que no se es digno por poder expresar emociones, sino que la dignidad va unida a la propia esencia de la vida humana. Un bebé debe ser tratado con amor, respeto y empatía porque percibe lo que ocurre a su alrededor, aunque no pueda expresarlo con palabras.
Queremos que nuestros padres sepan poner coto a la vorágine consumidora, y sustituir prendas y regalos por tiempo. Ése que tanto les falta para disfrutar con nosotros.
Los niños queremos una vida sencilla, con tiempo para aburrirnos incluso, porque en esos ratos desarrollamos nuestra creatividad o escuchamos nuestra voz interior. Nunca el tiempo es perdido, que diría aquél. Y a veces nos sentimos tan agotados…
Nosotros también queremos gritar al mundo: ¡no queremos ser perfectos, y por supuesto, no pedimos a nuestros padres que lo sean!
Queremos ser niños. Solamente eso. Sin etiquetas. Ni listos o tontos, ni feos, ni guapos, ni buenos, ni obedientes, ni niños-llave, ni niños-taxi.
SIMPLEMENTE NIÑOS.
Atentamente,
LOS NIÑOS CANSADOS
unidos por una infancia real
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