Por Danilo Mekari del Portal Aprendiz
A diferencia de la educación del pasado, la escuela contemporánea debe articular diferentes espacios para garantizar el aprendizaje de sus alumnos. Además de ampliar el potencial creativo de los niños y jóvenes y crear vínculos con las familias, las instituciones educativas del siglo 21 tienen la tarea de abrir sus puertas y establecer asociaciones y vínculos con las comunidades donde están insertadas. Es decir, el niño que entra en la escuela hoy no puede encontrar la misma estructura pedagógica de cuando estudiaron sus abuelos.
Estos son los retos que María do Pilar Lacerda, directora de la Fundación SM y el ex Secretario de Educación del Ministerio de Educación (MEC), cargo que ocupó entre 2007 y 2012, ven para el futuro de la educación brasileña. Pilar participó en la formulación del Programa de la Escuela Integral de la educación básica de Belo Horizonte, que desde 2006 extiende oportunidades de aprendizaje más allá del aula, apropiándose de las instalaciones urbanas disponibles y el aprovechamiento de las posibilidades educativas existentes en el entorno de las escuelas.
Ella afirma que, durante la formulación del programa, fueron necesarias conversaciones con diferentes sectores de la sociedad para establecer cuáles eran los consensos en torno a la propuesta. En el diálogo con otras Secretarías se decidió la ampliación del horario en la escuela, la creación de un profesor comunitario y la aproximación con empresas de transporte y obras con la escuela. “También hubo disensos sobre la participación de becarios y agentes comunitarios. Hubo resistencia del sindicato de maestros, que se oponía a tener otros profesionales que no fueran docentes. Eso se fue resolviendo con mucho diálogo”, dijo Pilar.
En entrevista, Pilar habló sobre la importancia de contar con una educación integral –que va más allá de aumentar la jornada escolar. “Lo que nos inspira y provoca un mayor debate es pensar en una educación integral más contemporánea, con el aroma del siglo 21, que articule varios espacios posibles para llevar a cabo el aprendizaje”.
¿Cuál es la importancia de defender la agenda de la educación integral en un país como Brasil?
Esta agenda es necesaria por el derecho de los niños y jóvenes a una educación integral, no en el sentido de tiempo completo, sino de todas las posibilidades y el potencial que estos niños tienen para ser desarrollados. La jornada escolar en Brasil es muy pequeña, cuatro horas diaras que se convierten en dos horas y media, y los alumnos tienen menos oportunidades de aprendizaje. Sin embargo, el aumento de la jornada escolar no significa aumentar el tiempo de permanencia en el aula. Cuando debatimos la educación integral y ampliamos esa discusión, estamos pensando en una escuela más contemporánea que dialogue más con su entorno, que considera el territorio donde se ubica y sepa relacionarse con él. Cuando pensamos en el acceso universal [a la educación], también tenemos que pensar en qué tipo de escuela queremos ofrecer.
¿En qué punto está el debate en torno al concepto de educación integral en Brasil? A dónde hemos llegado y qué falta aún por construir?
En primer lugar, hay una concepción clásica que es la escuela de tiempo completo, que sería como duplicar la escuela que tenemos hoy en día, solamente aumentando el tiempo de permanencia del alumno en ella. Sin embargo, lo que nos inspira y provoca un mayor debate es pensar en una educación integral más contemporánea, con el aroma del siglo 21, que articule varios espacios posibles para llevar a cabo el aprendizaje.
Cuando hablamos de educación integral para estos niños y jóvenes pensamos en una organización de tiempos y espacios diferentes, en la expansión del potencial creativo que tienen estos niños y jóvenes. La educación integral no significa reproducir la educación tradicional que hoy tenemos, sino producir algo diferente, innovador, en el sentido de dialogar con la ciudad. Los niños tienen el derecho de aprender, pero no están obligados a tener la misma educación que se dio a sus abuelos.
¿Cuál es la importancia del acompañamiento y apoyo directo a las escuelas en la implementación del programa de educación integral?
Ante todo, no creo en modelo único de educación integral –incluso si fuera el modelo de mis sueños. Se construye una idea teórica y las escuelas, junto con los profesionales, a partir de su cultura, de su historia, van a construir sus proyectos pedagógicos. En primer lugar, es necesario hacer acompañamiento de cómo estas escuelas formarán a sus maestros. Pero la intención no es llegar con un proyecto listo, y sin preguntar a la escuela cuál es la formación que requieren sus docentes.
¿Cuál es el papel de la supervisión y evaluación de las escuelas en la educación integral? ¿Cómo medir el impacto de los programas de educación integral?
Primero, con dos datos muy claros: el ausentismo de maestros y alumnos. Las escuelas con proyectos pedagógicos consistentes tienen un porcentaje muy pequeño de faltas. Es algo que se puede medir inmediatamente. En segundo lugar, por la transformación y aprendizaje de los niños. Esta no es una medida que se haga sólo puntualmente, las evaluaciones externas ayudan pero se basan gran parte en portafolios. La evaluación debe acompañar al niño en el día a día, ser procedimental y comparar al niño consigo mismo.
Pero, sin duda tenemos que utilizar las evaluaciones externas. Tienen una orientación interesante con relación al portugués, las matemáticas y los índices de deserción escolar. Yo recomiendo fuertemente que haya una combinación de evaluaciones –en el sentido de cruzar la evaluación de la escuela con índices y evaluaciones externas, que sean apropiados para la escuela. No ayuda tener una evaluación externa, si la escuela no acompaña, no entiende y no reflexiona sobre ella.
¿Cuál es el papel del gestor en la articulación de programas de Educación Integral?
El gestor debe conocer a fondo la comunidad donde está ubicada la escuela. Tiene que estudiar al respecto y contar con una base teórica muy consistente. También tiene que tener un liderazgo para los maestros, alumnos y la comunidad escolar. Con relación al gestor del sistema –municipal o estatal–, debe tener la sensibilidad para saber que las demandas concretas son diferentes cuando se habla de educación integral. Recuerdo que cuando era secretaria de Belo Horizonte, las escuelas pidieron cámaras fotográficas, bolsas para que los niños cargaran pinturas, papeles para dibujo, chalecos para identificarlos en la calle. Es un tipo de material que no teníamos costumbre de comprar, se trata de una solicitud diferente –y es muy importante que se respete a la escuela.
Eso no significa que vayamos a comprar todo lo que la escuela pida, pero significa que debemos escuchar a la escuela con una mayor sensibilidad en este momento. Y que la escuela tenga también autonomía financiera; no puede intercambiar 40 oficios con la Secretaría de Educación para contratar un autobús para llevar a los niños al museo. Si tiene recursos propios, lo hace más rápido. También puede comprar una función de cine a un precio diferenciado, o proporcionar material para pintar las paredes de la escuela. Es esencial que la escuela tenga autonomía financiera para la ejecución de este proyecto pedagógico.
¿Cómo formar a los educadores en la perspectiva de la Educación Integral? ¿Existen programas específicos en ese sentido?
Están empezando a surgir, y algunos son muy interesantes. La Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG) desarrolló un programa en ese sentido para la prefectura, algunas fundaciones comienzan a desarrollar y universidades abrieron este debate. Repito, no estamos hablando de la escuela de tiempo completo, pero sí de una educación integral que presupone mucho más trabajo, más inversión y soluciones muy diferentes de las clásicas. Una figura clave en estos proyectos es el maestro comunitario. Él identifica los espacios, conoce las personas que participan en los diferentes proyectos, interesantes y alternativos. Es decir, tiene que identificar, escribir y ponerse en contacto con la comunidad para presentar el proyecto de la escuela y prepararla para que sea una escuela que salga de sus muros. Puede parecer fácil, pero es dificilísimo.
¿Cómo articular la implementación de la educación integral entre diferentes sectores de la sociedad, como salud y cultura?
Este proyecto de educación integral es interdisciplinario e intersectorial. Las experiencias que he visto son buenas cuando no es la Secretaría de Educación o de Planificación las que coordinan –que pueden poner a todo mundo alrededor de una mesa para presentar el proyecto. Cuando es una ciudad grande, es preciso designar a los responsables del transporte, salud y cultura que participan en este grupo, que tendrá exigencias muy diferentes.
Por ejemplo, una escuela en la que los alumnos tienen que cruzar dos calles para llegar al parque del barrio tiene que pintar el paso de peatones, mover la parada del autobús. Esto se hace en una conversación con el director responsable del sector del transporte. No es algo que sea espontáneo –eso lo aprendí sobre la marcha. Es un proyecto muy flexible, pero no quiere decir que se puede improvisar. Debe tener sus objetivos, tiene que mostrar lo que los niños van a aprender y desarrollar en cada una de las actividades. A algunas personas no les gusta cuando digo esto, pero la educación holística no es un paseo de tiempo completo, tiene mucho que ver con la formación y el conocimiento, y eso tiene que estar explícito en el proyecto.
¿Cómo evalúa los programas de educación integral que ya existen en Brasil? ¿Cuáles son sus principales logros?
Me gustan, porque indican nuevos caminos. El programa Más Educación, del gobierno federal, absorbió muchas experiencias locales y ha tratado de hacer esto a nivel nacional. Considero típica y conservadora a la escuela de tiempo completo que apenas duplica el número de clases –en vez de cuatro clases diarias, tiene ocho. Sin embargo, en algunos lugares, se producen y tienen resultados interesantes. Debemos tener el espíritu curioso e indagador para conocer y esas experiencias y entender que no podemos tener un solo modelo. Y al hacer nuestra elección, ésta tiene que implementarse con mucha seriedad
¿Cómo hacer un seguimiento de los alumnos que aproxime a la comunidad y a la familia al día a día de las escuelas?
La escuela debe tener las puertas abiertas. Dejar que los padres esperen una hora en la puerta para hablar con los directores ya genera una distancia. La escuela es pública, es de la comunidad. Hay una escuela en Río de Janeiro donde en los primeros días de clases, los padres se presentan, recorren su espacio, conocen las aulas de sus hijos, el lugar donde comen, la sala de maestros –todos los maestros se presentar. Al día siguiente, el estudiante lleva retratos de su casa, de su historia de vida, con quienes ellos viven. Esto crea vínculos. Y crear ese vínculo también tiene un gran impacto en la confianza que la familia y la escuela establecen entre sí. Eso termina con aquel juego de la culpa, y usted tiene una condición más adecuada para formar y educar a ese niño.
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Este reportaje forma parte de una serie especial sobre educación integral, acompañando el lanzamiento del Centro de Referências em Educação Integral, una iniciativa apoyada por Porvir y por Inspirare. La plataforma del centro está disponible desde el 29 de agosto en: www.educacaointegral.org.br.
El texto original puede leerse en: http://porvir.org/porpensar/o-aluno-hoje-nao-pode-ser-educado-como-seus-avos/20130828. Traducción: UnoNews
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