Despierta la curiosidad de tus alumnos por medio de preguntas y problemas reales, interesantes y emocionantes. De esta manera, conseguirás que se cuestionen por qué el mundo es como es y les ayudarás a construir una postura propia y crítica al respecto. Este proceso ayudará a tus alumnos a conocer y comprender el mundo que les rodea y a entender posturas diferentes a la suya. Y a ti, como docente, a formar parte de todo este proceso, haciendo de tu labor algo profundamente estimulante y satisfactorio.

Nos referimos a una forma particular de formar al ser humano que sucede primordialmente fuera del aula de clases. Es aquí donde tus alumnos se relacionan con sus compañeros en la dimensión más auténtica y directa y ponen en juego sus cualidades más centrales y constitutivas. Esas que denominamos empatía y comunicación, la capacidad para colaborar con los demás, el pensamiento algorítmico y procesual… en fin. En otras palabras, la pedagogía líquida contribuye a formar humanos que además de tener habilidades técnicas y curriculares, puedan adaptarse a un mundo cada vez más complejo y tomar una postura al respecto. Humanos que se inscriban a sistemas de pensamientos complejos y que adopten o se adhieran a formas sostenibles de entender el mundo y sus vínculos.

Por medio de actividades y proyectos hands-on invitarás a tus alumnos a preguntarse por qué los objetos que les rodean son como son, qué función cumplen y cuál es su relación con ellos. Tendrás la posibilidad y la responsabilidad de abrir este debate interno en ellos, fomentando su curiosidad y su proactividad para crear nuevos diseños, alternativas tecnológicas y soluciones para los problemas de la vida real. De esta manera, serás partícipe del cambio que necesitan tus alumnos para sentirse involucrados en la sociedad y percibirse como verdaderos agentes de transformación.