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Dislexia: identificación y tratamiento

La niñez y la adolescencia son dos etapas cruciales para el desarrollo de las personas, tanto a nivel intelectual como emocional y psicológico. Por este motivo, es indispensable que los padres procuren estar alertas ante cualquier situación que pudiera impedir un sano desarrollo de sus hijos. La dislexia es una dificultad para leer o escribir […]

Autor: UNOi

Fecha: 13 de septiembre de 2011

La niñez y la adolescencia son dos etapas cruciales para el desarrollo de las personas, tanto a nivel intelectual como emocional y psicológico. Por este motivo, es indispensable que los padres procuren estar alertas ante cualquier situación que pudiera impedir un sano desarrollo de sus hijos. La dislexia es una dificultad para leer o escribir y tiende a presentarse en uno de cada 25 estudiantes que oscilan entre los 3 y 12 años de edad.

 La Doctora y Psicóloga escolar, Alejandra Barranco Quilón, del Instituto Pedagógico Iberoamericano define a la dislexia como: “la dificultad que presentan ciertos niños para el aprendizaje de la lectura, la escritura o el cálculo. Suele asociarse esta dificultad a problemas de la coordinación motora, de la ubicación espacial y la atención, pero de ninguna forma tiene que ver con la inteligencia”.

 Hasta la fecha, existe un debate entre los especialistas por catalogar esta dificultad como enfermedad, trastorno o problema. En lo que sí están de acuerdo es en que la dislexia puede tratarse y, en la mayoría de los casos, erradicarla mediante el uso de terapias y ejercicios que requieren de paciencia y de constancia.

 Sobre los orígenes o causas de la dislexia, la doctora Barranco nos asegura que: “es posible que existan factores hereditarios asociados a la dislexia. Pero aún no se sabe con exactitud cómo influyen otros aspectos como la genética, los posibles problemas durante el embarazo o en el parto, y una serie de rasgos propios de la personalidad que podrían influir o no en el paciente, como por ejemplo, su capacidad de adaptación al entorno escolar, su capacidad de socializar, etcétera”.

 Estudios realizados por el profesor Tomás Ortiz, Jefe del Departamento de Psiquiatría y Psicología Médica de la Universidad Complutense de Madrid, aseguran que la causa podría encontrarse en los campos magnéticos generados por la actividad cerebral en el hemisferio izquierdo de los sujetos disléxicos, aunque existen otros estudios que intentan explicar diferentes causas del origen de la dislexia.

 Pero, ¿cómo sé si mi hijo padece de dislexia?

 La dislexia puede presentarse en pacientes con un coeficiente intelectual considerado normal y que presentan bajo rendimiento en sus niveles de lectura, de escritura y de ciertos cálculos matemáticos. Sin embargo, es conveniente descartar defectos de visión y de audición que pudieran estar afectando la correcta recepción de la información. Conviene realizar una prueba del coeficiente intelectual sólo para asegurar que, el paciente, no se encuentre por debajo de lo normal. Detectar posibles perturbaciones emocionales (conflictos familiares, baja autoestima, etc.), problemas de salud graves o lesiones cerebrales diagnosticables y que puedan afectar el área del lenguaje.

 Si con todo lo anterior no se encuentran motivos suficientes para saber por qué nuestros hijos presentan problemas de lectura o de escritura, la mayoría de los doctores recomiendan acudir con un especialista en dislexia para conocer la situación particular del paciente.

 Cabe mencionar que la dislexia por si misma, puede generar otro tipo de problemas que, si no se atienden de forma rápida mediante un diagnostico acertado, pueden contribuir a bloquear el desarrollo de los pacientes.

 Al respecto, La doctora Marcela Reyes Castillo, terapeuta del lenguaje y del aprendizaje del Instituto Nacional de Rehabilitación recomienda:

“La dislexia puede producir dificultades de concentración, de comprensión de escritura, de lectura y de matemáticas. Sin embargo, el bajo rendimiento que puede llegar a tener el paciente se convierte en un problema mayor ya que afecta su integración con el entorno escolar, laboral y familiar, incluso su propia autoestima”.

 La doctora Reyes Castillo señala que, con gran frecuencia: “a estos pacientes, que generalmente son niños, se les considera flojos, lentos o torpes, incrementando su cuadro clínico con estados de ansiedad, agresividad o apatía, inseguridad, estrés y depresión. Si el problema no se atiende correctamente y se somete a niños y adolescentes a tratamientos innecesarios es posible empeorar su situación al obligarlos a opciones académicas inferiores a las que corresponden sus habilidades reales o, pero aún, al trasladarlos a escuelas especializadas y afectándoles gravemente el enfoque de su vida”.

 Como parte de una solución integral, la especialista del Instituto Nacional de Rehabilitación, Marcela Reyes, plantea lo siguiente: “Una opción muy recomendable son las terapias psicomotrices de lateralidad en las que, si se trabaja de fondo y constantemente, es posible corregir esta dificultad. Dada la naturaleza del problema, una vez corregido no se vuelve a presentar”.

 Sobre las terapias más comunes que utilizan los especialistas en el tratamiento de la dislexia, la doctora Barranco Quilón, informó que: “el secreto de los tratamientos está en el ritmo. Se recomienda que el niño vuelva a aprender la lectoescritura, pero siempre adecuando el ritmo a sus posibilidades. Se debe poner especial énfasis en sus éxitos y no en sus fracasos. Se trata de hacer que el niño aprenda nuevas formas de las técnicas lectoescritoras, haciéndolas divertidas, interesantes, de manera que le sean útiles y agradables”.

 Algunos ejercicios que recomienda la doctora Barranco consisten en la educación de movimientos corporales básicos como rodar, gatear, arrastrarse, caminar, correr y marchar, ya sea con los ojos abiertos y cerrados. Además, estos se deben complementar con ejercicios de tonalidad muscular, respiratorios y de relajación.

 Otros ejercicios que integran una completa terapia para el tratamiento de esta dificultad, son todos aquellos que están encaminados a desarrollar las nociones tanto, corporal como la espacial, en particular aquellas para distinguir derecha-izquierda. El paciente imita los movimientos del terapeuta y también utiliza un espejo para aumentar la intensidad.

“Durante las sesiones -explicól la doctora Barranco- acostumbramos que el niño practique desplazamientos en el espacio. Se debe poner a los pacientes a gatear y jugar con ellos como si fueran carritos a control remoto. Mientras se les dan instrucciones de girar a la izquierda, a la derecha, subir y bajar o evitar ciertos obstáculos. Estos simples ejercicios les desarrollan la ubicación espacial, elemento indispensable en el proceso para trabajar los diferentes lados del cerebro, donde, según algunos estudios, se han detectado los posibles orígenes de la dislexia”.

Por último, la doctora Barranco nos aseguró que la constancia y la paciencia que se tenga durante las sesiones de terapia -que suelen ser largas- es fundamental para erradicar la dislexia y, aconseja: “prestar mucha atención a cualquier anormalidad que aparezca en la conducta de los niños y prestar atención especial al desarrollo de sus habilidades de lectoescritura”.