El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad  o TDAH es un problema que se presenta en un 5% de la población a nivel mundial y requiere de un adecuado diagnostico y tratamiento.

Con este tema, este domingo en W Radio, Leonardo Kourchenko condujo la emisión de Educación XXI, con la presencia de especialistas invitados: el Dr. José Emmanuel Osorio, Psiquiatra en el Hospital Psiquiátrico Infantil de la Secretaría de Salud; el Dr. Juan Carlos Pérez Castro, Vicepresidente del Proyecto DAH (Déficit de atención e hiperactividad); y el Dr. Oscar Benavides, Neurólogo Pediatra.

Para entrar en materia, el Dr. Oscar Benavides explicó que el diagnóstico clínico abarca tres aspectos: atención, hiperactividad e impulsividad, y se identifican tres grados: leve, moderado y severo.  Además, dijo, se consideran tres grupos que comprenden los inatentos, los hiperactivos impulsivos y un grupo mixto que combina los dos anteriores. Observó que muchas veces el trastorno se presenta asociado con otras patologías como problemas de aprendizaje.

Por su parte, el Dr. Pérez Castro expuso que el cerebro requiere de un intercambio de sustancias químicas para establecer la comunicación entre las neuronas. Tres de estas sustancias, denominadas neuroconductores son la dopamina, la xerotonina y la norepinefrina cuya ausencia o deficiencia es determinante en el trastorno. Señaló además que existe un elevado componente hereditario y que en muchos casos se malinterpreta como una cuestión de conducta.

Con respecto al diagnóstico, el Dr. Osorio subrayo que la valoración clínica es fundamental y puede apoyarse mediante entrevistas estructuradas para ayudar a tipificar estas conductas.  En algunos casos, quienes las presentan tienen alteraciones en la velocidad de procesamiento y recuperación de información, lo que se puede valorar con base en escalas.

Interrogado sobre si esta condición se corrige, el Dr. Benavides dijo que desafortunadamente sigue a través de la vida, manifestándose en edades temprana más  como hiperactividad e impulsividad y en la edad adulta más como falta de atención. En el tratamiento, que se plantea es multimodal, deben intervenir actores médicos, psicológicos, escuela, familia y sociedad misma. La medicación sólo resuelve una parte.

Entre las estrategias para el caso de la escuela, el Dr. Benavides recomendó hacer clases más dinámicas, fomentar la participación y el trabajo en grupo, animar la expresión oral y dar roles protagónicos.

Sobre la medicación, los especialistas coincidieron en que el medicamento no sustituye a los neurotransmisores pero sí mejora su funcionamiento, mejorando la capacidad de atención y disminuyendo la hiperactividad y la impulsividad, favoreciendo mayores competencias y por tanto una mejor adaptación.

También los doctores estuvieron de acuerdo en la importancia del apoyo en casa mediante el establecimiento de reglas claras y límites adecuados. Dejaron en claro que no existe una relación del trastorno con la inteligencia: un chico que la tenga puede ser tan inteligente como cualquier otro.

Sin embargo, apuntó el Dr. Osorio, el trastorno puede tener afectaciones en la parte emocional. Comentó que en su introspección, muchos niños manifiestan que está fuera de su control: “No puedo estarme quieto”, “no puedo quedarme callado”.

Los casos no atendidos –se dijo– con propiedad pueden impedir un desarrollo normal e incluso limitar alguna potencialidad excepcional, por lo que se hizo énfasis en la importancia de un diagnóstico correcto.