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Con base en la equidad, Estonia ingresa a la élite de la educación mundial

Cuando hablamos de los países que destacan por sus sistemas educativos, de inmediato pensamos en los casos de Singapur, Shangai, Corea del Sur o Finlandia cuyos resultados en las pruebas internacionales los ubican en los primeros puestos. Sin embargo, en la prueba PISA 2012, Estonia se colocó en el puesto 11 en matemáticas y lectura, […]

Autor: UNOi

Fecha: 10 de octubre de 2016

Cuando hablamos de los países que destacan por sus sistemas educativos, de inmediato pensamos en los casos de Singapur, Shangai, Corea del Sur o Finlandia cuyos resultados en las pruebas internacionales los ubican en los primeros puestos.

Sin embargo, en la prueba PISA 2012, Estonia se colocó en el puesto 11 en matemáticas y lectura, y en el sexto en ciencias, entre los 65 países participantes, por arriba de Alemania, Francia o Inglaterra y, con el menor porcentaje en Europa de alumnos de rendimiento más bajo: alrededor del 10% en matemáticas y lectura y, un 5% en ciencias.

Heredado de su pertenencia a la Unión Soviética –de la que se independizó hace 25 años–, Estonia basa su modelo educativo en la equidad, ofreciendo experiencias educativas similares a estudiantes de todo tipo de familia, condición social, cultura y nivel de ingresos. «Hemos logrado mantener la educación bastante nivelada –dice el Ministro de Educación, Jürgen Ligi–, y ha funcionado».

En PISA 2012, Estonia tuvo la segunda menor brecha en los países de la OCDE, en el desempeño en matemáticas entre los estudiantes pobres y ricos. Además, más de un tercio de los estudiantes de bajos ingresos se encuentran entre los mejores del país.

Marc Tucker, presidente del Centro Nacional sobre Educación y Economía de los Estados Unidos, visitó Estonia el año pasado para averiguar lo que el país está haciendo bien. Dijo que después de la caída de la cortina de hierro, otras ex repúblicas soviéticas, como Hungría y la República Checa, hicieron la transición a un sistema que preferentemente atendió las necesidades de sus élites, mientras que Estonia continuó dando iguales oportunidades a los estudiantes de todos los orígenes.

Hay otros factores que contribuyen al éxito de Estonia en PISA: la educación sigue siendo muy valorada; los profesores tienen una autonomía relativamente alta; permanecen con los mismos estudiantes del primero al tercer grado de primaria –a veces hasta sexto–, lo que permite el desarrollo de una fuerte relación; y, se percibe a los maestros como buenos para prevenir desvíos en vez de ocuparse después en corregirlos.

Entre las conclusiones principales de PISA 2012, se destaca que la equitativa asignación de recursos no solo es importante para la equidad en la educación sino que está también relacionada con el desempeño del sistema escolar en su conjunto. En Estonia, los directores de escuelas con estudiantes menos aventajados informaron que sus escuelas contaban con recursos educativos adecuados, tanto o más que lo reportado por directores de escuelas con alumnos más aventajados.

Otro dato que sustenta la equidad del modelo es que, en PISA 2012, Estonia fue el único país participante que combina un desempeño por arriba del promedio con una asociación por debajo del promedio entre las habilidades financieras y el estatus socioeconómico.

La educación básica en Estonia es gratuita y comienza a los 18 meses (al término de la licencia pagada por maternidad o paternidad). Todos los alumnos reciben alimentos gratis. También la educación superior es gratuita y, aunque hay escuelas privadas, son relativamente pocas. En la mayoría de las  las escuelas de Estonia es común que alumnos pobres y ricos estén en la misma clase.

Las escuelas siguen un plan de estudios nacional que determina lo que cada estudiante debe aprender en cada año hasta el noveno grado, cuando deciden si cursar la enseñanza media durante tres años, en la que puedan centrarse en el aspecto académico, o ingresar a escuelas de educación para prepararse para una carrera específica.

Al igual que en muchas otras partes del mundo, los educadores de toda Estonia están sufriendo con nuevas metodologías y filosofías de enseñanza, tratando de conciliarlas con las más rígidas en las que ellos entraron. Sin embargo, con lentitud y alguna resistencia, comienzan a alejarse del sistema tradicional centrado en el maestro, para considerar habilidades socioemocionales y ritmos de aprendizaje diferente; hacia una línea que se centre más en el estudiante como un individuo y proporcione mayor autonomía en el aula. Administradores y educadores coinciden en la necesidad de formar estudiantes que pueden hacer algo más que obtener buenas calificaciones.

Sin embargo, puede ser difícil conseguir maestros para abandonar los métodos tradicionales y atraer nuevos cuadros a la carrera, cuando el salario sigue siendo uno de las más bajas de Europa. Por otra parte, aunque la formación de profesores se rediseñó para centrarse más en enseñar a los estudiantes a desarrollar el pensamiento crítico y la comunicación, las autoridades dicen que el efecto en el aula tarda en reflejarse.

Con todo –lo hecho y lo que falta por hacer–, la coordinadora de PISA para Estonia, Gunda Tire, observa una actitud cultural que les lleva a una tendencia constante para mejorar sus escuelas. «Nada es lo suficientemente bueno para siempre», aseguró.

Hacia finales de este año se darán a conocer los resultados de la prueba PISA aplicada en el 2015, cuyo énfasis se centró esta ocasión en el área de ciencias y, aunque la experiencia nos dice que no debemos esperar grandes cambios, siempre es posible alguna sorpresa.

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Referencias:

http://porvir.org/estonia-e-nova-finlandia/

https://www.oecd.org/pisa/keyfindings/pisa-2012-results-overview.pdf