Todos nosotros, incluidos los niños, vivimos en un universo de tres dimensiones –pero a menudo padres y maestros actuamos como si el mundo físico fuera tan plano como una hoja de papel. Pedimos a los niños atención hacia los número y las letras, pero dejamos de lado el subrayar las propiedades espaciales de los objetos que nos rodean: qué tan altos o bajos son, cuán redondos o agudos, qué cerca o lejos están. La evidencia sugiere que enfocarse en estas características del mundo material puede ayudar a los niños a refinar sus habilidades de pensamiento espacial –y, a su vez, a que dichas habilidades apoyen la mejora en materias como ciencias y matemáticas.
Por ejemplo, en un estudio publicado en la revista Developmental Psychology, científicos de la Universidad de Chicago informan que los niños pequeños que entienden cómo se corresponden las formas son más capaces de usar una serie numérica y resolver problemas de cálculo. La investigadora Elizabeth Gunderson y sus coautores pidieron a alumnos de primero y segundo grados que seleccionaran entre cuatro opciones la forma que serviría para hacer un cuadrado perfecto. Los niños que eligieron la forma correcta también mostraron el mayor crecimiento en el conocimiento de la serie numérica durante el siguiente año escolar y, fueron los que mejor calificaron en una prueba de habilidad matemática a la edad de ocho años.
Para empezar, ¿cómo adquieren los niños las habilidades de pensamiento espacial? El estudio muestra que jugar con bloques y rompecabezas ayuda. Sin embargo, lo importante son las conversaciones con los adultos mientras los niños interactúan con estos juguetes, y mientras observan el mundo a su alrededor. En otro estudio publicado en la revista Mind, Brain, and Education, Nora Newcombe, profesora de psicología de la Universidad de Temple, encontró, junto con sus coautores, que cuando padres e hijos juegan juntos con bloques, es más probable que los niños usen términos espaciales como “encima”, “alrededor” y, “a través”, que los participantes que jugaron con juguetes preensamblados y, que escuchar y pronunciar esas palabras ayuda a mejorar la conciencia espacial en los niños.
Un estudio más, éste de la Universidad de Chicago, informó que el número de términos espaciales (como “circulo”, “curveado” y “extremo”) usados por los padres al interactuar con infantes, predijo cuántas de este tipo de palabras producían los niños por sí mismos, así como la forma en que se desempeñaron en la resolución de problemas espaciales en una edad posterior.
“Es más probable que quienes piensan en forma espacial se interesen por las ciencias y las matemáticas, y es más probable que sean lo suficientemente buenos en éstas áreas como para obtener grados avanzados”.
¿Por qué vale la pena destacar esto? Los investigadores subrayan que las habilidades de pensamiento espacial son un indicador importante para predecir el logro académico y el éxito profesional en los campos de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas y, que estas habilidades comienzan a desarrollarse –o no–, en los niños desde sus propios hogares. Por ejemplo, un amplio estudio en educación media denominado Project Talent, encontró que era más factible que los alumnos que calificaron mejor en una prueba espacial, eligieran carreras en las áreas antes mencionadas, y que resultaran buenos en la investigación patra alcanzar grados superiores.
Más allá de la influencia que pudieran tener en su vida adulta y profesional, el desarrollo de las habilidades espaciales comienza en casa a temprana edad. En un video de 14 horas del estudio de Chicago, que registró a padres e hijos en su actividades cotidianas reveló una gran variación en el número de palabras espaciales empledas por los padres: el que menos usó fueron 5 y el que más 525.
Haríamos bien en seguir el ejemplo de éste último y comenzar a describir a nuestros hijos el mundo en 3D, ayudándoles a desarrollar sus habilidades para mirarlo en todas sus dimensiones.
_____________________________
El artículo original puede leerse aquí. Traducción: UnoiNews.