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Necesito ayuda

Por Redacción UNOiNews/Jovel Álvarez

Si la adolescencia es por sí sola una etapa de la vida convulsa por los procesos internos que pasan dentro de la mente de todo joven, hay un factor que llega a agregar un peso a menudo abrumador: “¿qué va a pasar con mi vida?”, es la pregunta del millón.

“¿Qué va a pasar si no apruebo el examen de admisión de la UNAM?”, es la pregunta que se hizo María, una estudiante que ha estudiado con beca desde que puede recordar y que no podría costearse una universidad privada.

“¿Qué va a pasar si no entro a la carrera con la que sueño?”, se preguntó José Alberto, un joven que jamás se ha preocupado por su situación económica, pero que en el camino de las aspiraciones profesionales se encuentra al mismo nivel de cientos de miles de estudiantes que cada año intentan crearse un camino.

El instinto optimista que reside en cada uno de nosotros nos hace pensar que seguramente obtuvieron los resultados que esperaban, pero ¿qué pasa si les digo que ninguno de los dos logró su cometido?

Los jóvenes que logran entrar a la universidad de sus sueños, y más aún, a la carrera que anhelaban, son ciertamente menos que los que quedan por fuera, pero ¿qué pasa con estos jóvenes? ¿Qué sienten ante el fracaso?

Quien estas líneas escribe vivió en persona esa sensación. El esfuerzo, aunque abundante, no fue suficiente.

Inmediatamente después de recibir la noticia la sensación de incertidumbre es tremenda, apabullante, acaba con cualquier anhelo y tira abajo todos los muros de esfuerzo que construimos durante los años anteriores.

¿Cómo resurgir de este momento crítico? El papel de los padres y madres es fundamental, pues ante todo la sensación de haberles fallado a ellos se hace sentir con fuerza.

Es perfectamente comprensible que la desilusión sea compartida, sin embargo, un acompañamiento honesto y optimista ante este escenario es lo que necesitamos.

“Todo va a estar bien, podrás intentarlo de nuevo”, son palabras que pueden ser recibidas en primera instancia con cierta frustración, sin embargo, es necesario que el o la joven sientan que pese al momento de fracaso, el apoyo seguirá ahí hasta el día en que el triunfo pueda compartirse nuevamente.

Por Redacción UNOiNews/Jovel Álvarez

Del lugar más inesperado, en la situación más espontánea y de la forma más interesante, puede llegar a la vida de un niño o niña un “modelo a seguir”.

Dime tú, padre o madre que lees estas líneas, si no es común ver a un niño bailando y cantando las canciones de su artista preferido o jugando a ser su superhéroe favorito. Estos modelos son momentáneos, pero hay otros que vale la pena fomentar en la vida de nuestros pequeños.

Apartémonos un poco de la costumbre de dar a las y los niños un iPad. Reflexionemos: ¿qué personajes aportan verdaderamente a la vida de un ser humano? ¿Es Hannah Montana realmente el modelo que queremos fomentar como el correcto para la vida de una niña o Wolverine para la de un niño?

No se trata de prohibir las series o películas a los pequeños, sino de promover “nuevos” modelos de vida para ellos y ellas.

¿Saben nuestros infantes o jóvenes quienes son Amelia Earhart, Juana de Arco, Gandhi, Miguel Ángel, Nelson Mandela, Martin Luther King, la Princesa Diana o la Madre Teresa de Calcuta?

¿Conocen las nuevas generaciones las bondades que pueden aportar al mundo seres humanos ordinarios que logran impactar de forma extraordinaria con sus existencias?

¿Quién dirá a las y los niños de hoy que vale más tener un corazón noble que ser tan fuerte como un titán? Pues claro ¡nosotros!

Haz una prueba: de los personajes antes mencionados pregunta a tus hijos e hijas qué saben de cada uno, qué aporte hicieron a la humanidad y cómo cambiaron el curso de la historia con sus obras. Sus respuestas podrían sorprenderte para bien o para mal.

Permíteme un breve momento de honestidad. Personalmente, soy un gran admirador de Súperman, de la Mujer Maravilla, de Harry Potter y Hermione Granger. Sin embargo, soy consciente de que las virtudes que construyen a un ser humano trascienden la magia o la fuerza bruta y van más a los valores atemporales que nos son transmitidos en la infancia y que nosotros sembramos cuando llega el momento. Esto me fue transmitido por mis padres.

No tiene sentido negar el acceso  a los héroes de Hollywood. Con las herramientas de hoy, sin duda conocerán todo lo que deseen sobre ellos. Sin embargo, es importante que al enfrentarse al mundo real, tengan referentes de carne y hueso que un buen día decidieron trabajar por el bien común y cambiar sus vidas para siempre.

Acercar a nuestros niños y niñas a estas figuras facilitará el camino para que el día de mañana, ellos y ellas puedan aparecer en una lista de superhéroes que verdaderamente existieron.

Por Redacción UNOiNews/ Jovel Álvarez

Quien se atreva a poner en duda la importancia de tener un cerebro sano se enfrentará a científicos y conocedores -expertos en la materia- que atribuyen a este órgano que preside nuestro cuerpo, una importancia preponderante.

Sin embargo, es común escuchar a los jóvenes decir que su cerebro no sirve para nada, pues no logran retener la materia que estudian.

Este tipo de actitudes pueden deberse a la carga de estrés con la que vivimos todos hoy en día, misma que resulta una gran barrera a la hora de estudiar  – o incluso de trabajar -.

Uno de los métodos a los que miles de padres acuden en la actualidad es la ‘gimnasia cerebral’, que busca estimular el funcionamiento de ambos hemisferios cerebrales mediante ejercicios que incrementan la actividad neuronal.

Este tipo de ejercicios pueden practicarse desde edades tempranas y tienen la ventaja de que podemos hacerla en cualquier lugar y momento.

Esta ‘gimnasia’ no solo resultará de provecho para tus hijos, para ti también.

Un primer ejercicio consiste en poner una mano sobre el hombro del lado contrario, apretándolo firme, y girar la cabeza hacia ese lado mientras se respira profundamente y se saca el aire girando la cabeza hacia el hombro contrario.

Las actividades de la gimnasia cerebral ayudan a mejorar la capacidad media visual, auditiva, kinestésica y táctil, mejoran la concentración y la coordinación, estimulan la comprensión de lectura y relajan los músculos del cuerpo.

Un ejercicio que promete ayudar a la mejora de la concentración y comprensión consiste en apoyar las manos contra una pared, estirando totalmente una pierna hacia atrás levantando el talón. Ya en esta posición, se debe exhalar mientras nos inclinamos hacia la pared flexionando la pierna de adelante. Al inhalar se debe regresar a la posición inicial.

Para la correcta obtención de resultados estas actividades – y muchas otras que podrás encontrar con una simple búsqueda en internet – debes hacer una serie de repeticiones.

Apuesta por la ‘gimnasia cerebral’, el órgano que ha procesado todo este artículo mientras lo leías, te pide que lo ejercites a él también.

Aquí algunos sitios donde puedes encontrar ejercicios:

http://tugimnasiacerebral.com/gimnasia-cerebral-para-niños/10-ejercicios-de-gimnasia-cerebral-para-niños

http://tugimnasiacerebral.com/ejercicios-de-gimnasia-cerebral/4-ejercicios-de-gimnasia-cerebral-mental-o-brain-gym

Por Redacción UNOiNews/ Mario Amaryit Luviano

Cuando un niño se distrae con frecuencia, se siente incomprendido en la escuela o tiene problemas sociales su entorno suele etiquetarlo. «Quizá deba mejorar sus herramientas sociales», «quizá no encuentra en la escuela el estimulo que los niños de hoy requieren», «quizá sea inquieto», «puede ser que tenga TDAH». O quizá….  tenga altas capacidades intelectuales.

Es claro que para estar 100%  seguros de que los niños cuentan con una mayor capacidad cognitiva, se tienen que realizar pruebas con un especialista pero  hay ciertas conductas, comportamientos o señales con las que nos podemos dar cuenta si algún niño tiene ciertas capacidades.

La sobrecapacidad intelectual muchas veces se puede confundir con la hiperactividad o incluso con problemas de TDAH y es por eso que siempre debemos estar al tanto de lo que ocurre con nuestros hijos para poder brindarles el apoyo que cada uno necesita pues muchas veces el no detectar  y ofrecer la ayuda necesaria a un chico con mayores capacidades, puede perjudicarlo gravemente, provocando problemas para relacionarse con los demás, depresión y baja de autoestima al sentirse constantemente fuera de lugar.

Según la Organización Mundial de la Salud, una persona superdotada es aquella que tiene un coeficiente intelectual de 130 o mayor. Hay varias señales que pueden apuntar a que un niño tenga capacidades altas, por ejemplo:

Si duerme muy poco, comienza a decir palabras a los seis meses, aprende a leer rápidamente, formula preguntas concretas o demasiado avanzadas para su edad, se sensibiliza con las cosas que pasan a su alrededor, es un niño muy crítico y observador, le gusta la compañía de niños más grandes o adultos, se siente incomprendido, es muy curioso, creativo y le gusta construir o crear sin ayuda de los demás.

Todos estos ejemplos pueden indicar que un niño es superdotado pero la única forma de estar seguros, es mediante pruebas con especialistas. Si sospechas que alguno de tus hijos tiene capacidades mayores, es recomendable realizar las pruebas a partir de los 5 o 6 años de edad, pues si se hacen antes, está demostrado que los tests no son tan fiables.

Recordemos que cada peque es distinto y  que cada uno merece mucha atención, cuidados y es nuestro deber como padres observar y estar atentos de las necesidades que cada uno requiera.

En México el Centro de Atención al Talento (CEDAT) es un organismo que brinda un enfoque multidisciplinario a niños y jóvenes con sobrecapacidad intelectual, aquí podrás encontrar más información:

http://www.cedat.com.mx/index.html

Por Redacción UNOiNews/Jovel Álvarez

Juancito corre casi desesperado detrás de sus compañeros. Minutos antes el profesor de educación física les dijo “quiero que le den 20 vueltas a la cancha corriendo”. En el momento en que la instrucción llegó a los oídos de este niño, él puso sus ojos en blanco y se dijo a sí mismo “¡no puede ser!”.

Juan Perales, de 9 años, tiene sobrepeso y se siente condenado a ser “gordo de por vida”. Al comenzar el ejercicio grupal, este pequeño se siente cansancio antes que cualquier otro compañero.

Juancito finalmente se harta y se retira del grupo. Su profesor le grita desde el otro lado de la cancha: “¡Perales! ¡Métase en el grupo!”. El niño le dice: “¡Ya estoy harto, esto no sirve para nada! ¡Ni usted sabe para qué nos pone a correr!”.

‘Touché!’, dirían los franceses. En ese momento el profesor se dio cuenta del error que estaba cometiendo y del que solo Juancito se había percatado: ninguno de esos niños sabía por qué estaban corriendo. Él no se los había dicho.

Escenarios así se viven a diario en las canchas de los centros educativos de todas las latitudes del mundo.

Quizás la disposición de Juancito habría sido distinta si su profesor le hubiese explicado desde su temprana infancia los beneficios que aportaría a su vida una actividad física constante.

“Mira Juancito, te voy a decir para qué te ayuda el ejercicio. ¿Ves esto?” – Le dice el profesor señalando una cicatriz que tiene en el brazo derecho – “Esta me la hicieron en una operación cuando era niño. Me quebré un hueso y tuvieron que operarme. Todo por sedentarismo. Mis huesos y mis músculos eran muy débiles, y seguramente los tuyos también”.

“Tú no estás aquí para verte bien, estás aquí porque para vivir bien necesitas estar sano. Eso lo aprendí con la operación, y desde entonces comencé a meterme en el mundo del ejercicio. Con lo que me dijiste me hiciste entender que si yo no se los digo, ustedes jamás entenderán por qué es tan necesario hacer todo esto”, le confesó el profesor.

Juancito veía al maestro con cierta desconfianza. Y con esa actitud le preguntó “¿y por qué corro todas las semanas y estoy igual?”.

“¿Tú esperas que con dos veces a la semana tu cuerpo se fortalezca? La idea es que a partir de estas clases tomes gusto por el ejercicio, y cuando tengas tiempo libre lo dediques a alguna actividad que te guste y te ayude”. El profesor le propuso la natación, el atletismo, la esgrima o el tenis.

Juancito no le cree nada, pero le pide que hable con su mamá y le proponga inscribirlo a algún equipo deportivo, porque si él se lo dice, ella le responderá que no. El maestro le promete hablar con su madre, pero antes le pide al niño que vuelva a correr con sus compañeros. Él, con una mejor actitud, lo hace y concluye la actividad.

A partir de ese momento, el maestro decide incorporar en sus clases un nuevo elemento: una explicación audiovisual al inicio que ilustre para los niños qué áreas del cuerpo trabajarán con el ejercicio de esa clase, y los beneficios que traerá para ellos una vida que incluya el deporte.

Para Juancito esta clase ha marcado un antes y un después. Él todavía no sabe lo que les voy a contar, pero entrará a clases de tennis en una escuela particular, al inicio enfrentará obstáculos por su nula condición física, pero todo eso quedará atrás. En unos años Juancito será reconocido en su ciudad como el tenista que más gloria les ha dado, dedicará su tiempo libre a impartir clases de educación física, y a llevar a otros niños y niñas los beneficios de una actividad deportiva constante y disciplinada.

Por Redacción UNOiNews/ Jovel Álvarez

Solo un maestro sabe lo que puede llegar a padecer cuando se trata de mantener el orden en el salón de clases, incluso se escucha a quienes añoran aquellos días en que los castigos físicos eran propios del menester educativo.

Sin embargo, maestro ¿te has detenido a preguntarte qué lograban los docentes de antaño hincando a los alumnos sobre granos de maíz como escarmiento por su mal comportamiento?

La respuesta – además de traumas – es simple: nada.

Sí, es importante hacer entender a los alumnos que toda acción trae consigo una consecuencia, pero hay límites de respeto que deben guardarse en todo momento, y cada medida que se vaya a tomar hacia un estudiante debe estar orientada hacia resolver el problema de raíz, y no a dar una solución momentánea y efímera al mal que irrumpe en los salones.

En primer lugar, la humillación de un estudiante por un mal comportamiento no conduce a nada bueno, sino al quebranto del autoestima del individuo, y esto puede dejar heridas difíciles de sanar en el futuro.

Cada vez que haya necesidad de corregir a un estudiante es necesario conversar posteriormente, en privado, con él o ella, y tratar de comprender lo que motiva su actitud. Si “hablando se entiende a la gente” ¿por qué no tratar a los estudiantes como “gente”? Como individuos capaces de responder mejor al diálogo que a la violencia.

Se debe buscar la raíz del problema y tratar de enderezar el tronco para que no crezca torcido, si no es ahora ¿cuándo será?

Una vez que se obtengan cambios positivos en las actitudes disruptivas de los estudiantes, es importante conversar de nuevo, felicitarle por el progreso y motivar que se continúe en esa dirección.

En caso de que las actitudes negativas continúen es importante hablar con los padres y madres de familia, y en caso necesario, referirlos a una atención especializada que pueda encontrar el verdadero origen del comportamiento (que quizás se encuentra en niveles más profundos de los que pueden ser alcanzados por un o una docente).

Y ahí padres de familia, debemos estar nosotros en todo momento para escuchar y corregir a nuestros hijos cuando sea necesario.

Por Redacción UNOiNews/Mario Amaryit Luviano

Estamos acostumbrados a leer y escuchar acerca de cómo se puede ser un mejor alumno, mejor profesor e incluso padre de familia cuando se toca el tema de la escuela, pero hoy nos enfocaremos en el pilar de ésta, los directores.

Estar a cargo de un colegio no es tarea sencilla, un director es el líder de la escuela, es quien está a la cabeza y el que da la cara, así que hoy les tenemos algunos consejos para ser un buen director:

Estos son solo algunos consejos que esperamos puedan poner en práctica y recuerden que el cambio comienza en ustedesdirectores

Por Redacción UNOiNews/Jovel Álvarez

Sería fantástico poder hablar sobre este tema con base en una experiencia como la que tienen países alrededor del mundo en esta materia.

Son muchas las naciones que han estimado necesario profundizar en la educación musical para el desarrollo integral de los alumnos, desde los niveles más básicos de los programas educativos.

Mientras que en Estados Unidos son cada vez más normales las orquestas sinfónicas estudiantiles, en nuestro país, parece ser que el límite que nos hemos impuesto es la flauta dulce.

Lo cierto es que al preguntar a estudiante sobre su criterio al respecto de la clase de música, las opiniones se disparan en todas direcciones: hay quienes la ven como un beneficio y quienes la tachan de un mero estorbo.

Pocas prácticas en la vida generan tantos beneficios en un niño, niña o joven, como aprender a tocar un instrumento, pues como medio de expresión para ellos puede constituir canal para descubrir fortalecer su autoestima y mejorar su estado anímico.

Generalizar sería inadecuado, pero una buena parte de los músicos logran transportar la disciplina y la parte metódica que les exige el aprendizaje de su instrumento, a otras áreas de la vida en las que también mejoran su rendimiento (esto en lo académico, laboral o personal).

Los músicos suelen ser perfeccionistas y autoexigentes, estos dos puntos serán de gran beneficio para tus hijos e hijas, siempre y cuando ambas cualidades se mantengan en límites sanos.

Además, entre los muchos beneficios que aporta la música a la mente de tus hijos, figura la mejora de la capacidad de atención.

Si se fomenta la integración de los niños, niñas o jóvenes a una orquesta o ensamble musical más pequeño, se fortalecerán también cualidades de socialización y trabajo en equipo que consolidarán su personalidad en relaciones interpersonales.

De los padres y las madres, este tipo de modo de vida exige un alto grado de compromiso – sobre todo en los primeros años – pues el progreso en el ámbito musical requerirá de la asistencia a los ensayos y largas horas de práctica en casa.

“Todo en exceso es malo”, reza el refrán, por lo que es necesario encontrar un punto de equilibrio para que los estudiantes de música puedan obtener lo mejor que este mundo tiene para ofrecerles, sin que terminen aislados del entorno en que viven.

Algo importante, no todos somos iguales. Si tu hijo o hija no gusta de la música, no lo obligues, espera a que el deseo nazca en él o ella, y entonces será el momento de abrir un nuevo capítulo en su formación académica y de vida.

Por Redacción UNOiNews/ Jovel Álvarez

Anteriormente tocamos el tema de las múltiples ventajas que pueden recibir tus hijos e hijas de una experiencia de intercambio estudiantil. Ya hablábamos de las ventajas en el crecimiento personal, pero también en el fortalecimiento académico.

Hemos de aclarar que no todos los intercambios son iguales y lo principal es pensar en las características de nuestros hijos para definir a qué tipo de programa se puede adaptar, pues algunos programas son de un par de semanas, mientras otros abarcan meses, por lo que la oferta es amplia y para todos los gustos.

Hoy en día la oferta es amplia y hay diversas alternativas que te ayudarán a conseguir objetivos específicos para esta nueva experiencia estudiantil de tus hijos.

Uno de los primeros asuntos a evaluar es la edad de tus hijos para determinar la duración del intercambio. Para los más pequeños, en países como Estados Unidos están en boga los campamentos enfocados a temas específicos, como robótica, fotografía, cocina, literatura, entre otros. Este tipo de modalidades no solo ayudan a la eventual mejora de un segundo idioma – dependiendo de la localidad en la que se desarrolle – sino que aportarán conocimiento importante a las áreas de interés de tus hijos. Además, los intercambios -muchas veces- supone la convivencia de el estudiante con una familia. Siempre, si vas a decidir esta opción, busca asociaciones serias que te orienten para que tu hijo o hija llegue el lugar más adecuado.

Además de esta modalidad, podrás encontrar programas enfocados específicamente al aprendizaje o perfeccionamiento de idiomas, mismos que podrán abarcar desde dos semanas hasta seis meses. Estos son los más requeridos por padres y madres alrededor del mundo para sus hijos.

La variedad es la gran característica de este tipo de intercambios, pues suelen ofrecer gran número de niveles e idiomas.

Para las y los jóvenes que están por emprender su camino universitario, es recomendable la modalidad de cursos preuniversitarios, mismos que buscan prepararles para este nuevo capítulo. Algunos de estos cursos proporcionan además certificaciones de suficiencia en inglés, que les serán de utilidad para estudiar o trabajar en el extranjero.

En México, varios estados ofrecen becas de intercambio en el extranjero para alumnos de excelencia académica.

Otra modalidad que cuenta con una gran popularidad es la Au Pairs, dirigida a mujeres jóvenes con facilidad para el trato con niños. Con esta modalidad la joven irá a una casa de familia, donde vivirá y se encargará del cuidado de los niños durante el tiempo requerido – trabajo que le será remunerado -. Para una joven que busca perfeccionar un idioma, este ejercicio puede resultar sumamente beneficioso.

La experiencia del intercambio estudiantil se orienta, en la parte académica, al fortalecimiento de una segunda lengua; sin embargo, en la parte humana las ganancias trascienden dicho aspecto, pues esta experiencia fortalece en los y las jóvenes una serie de habilidades que les serán de gran utilidad para la vida personal y profesional.

Pero la recomendación que va para todos es, sea cual sea el tipo de intercambio que buscan para sus hijos, es un proyecto que debe planearse con anticipación, seriedad y cuidado.

 

 

Por Mario Redacción UNOiNews/Amaryit Luviano

El otro día, sentado en un parque me percaté de una situación muy interesante que me sirvió para el tema de hoy.

Resulta que un niño de aproximadamente 5 años lloraba con desesperación, el niño se veía realmente frustrado y mientras más ruido y berrinche hacía, sus padres más lo ignoraban. Esta situación siguió por unos 2 o 3 minutos hasta que su hermano mayor, quien se encontraba jugando en las canchas, fue a platicar con el pequeño que ya sólo se limpiaba las lágrimas en voz baja.

El hermano mayor le preguntó por qué lloraba mientras lo tomaba del hombro, el pequeño más tranquilo le dijo que quería ir a jugar del otro lado del parque donde estaban los columpios y la resbaladilla pero que sus papás le dijeron que sólo podía estar aquí en las canchas para poder cuidarlos a los dos.

El hermano mayor soltó una carcajada y le dijo – ¿Es en serio que por eso estás llorando? No tienes porqué llorar, así nunca te van a hacer caso – lo tomó de la mano y se dirigieron a sus padres. Al llegar el niño mayor se acercó a sus papás y les dijo – Mi hermano quiere ir a los juegos, por qué no uno de ustedes va con él y otro se queda a cuidarme, así los dos podemos jugar en donde queremos, después de todo, a eso venimos ¿no? – El papá tomó de la mano al pequeño y lo llevó a los juegos mientras le decía – ¿Viste cómo no ganas nada haciendo berrinche? – El niño lo miro y más tranquilo siguió caminando con su padre.

Éste es un claro ejemplo de la importancia de enseñar a los hijos a ser asertivos, pero ¿Qué es la asertividad?

La Asertividad es la capacidad que tiene un individuo para expresar sus deseos de manera amable, relacionarse, dar sus opiniones de manera directa y expresar sus emocione.

En el caso que les comenté al principio, el niño menor tenía una inconformidad al no estar de acuerdo en sólo estar en las canchas, pues él quería ir a los juegos y su manera de expresarlo o comunicarlo fue haciendo berrinche, en cambio su hermano mayor, pudo externar el deseo de su hermano claramente y buscar una solución al problema logrando una comunicación y negociación exitosa.

Es de suma importancia enseñar a los niños a ser asertivos pues los ayuda a expresar de forma correcta sus emociones y a desarrollar habilidades sociales óptimas.

Un niño asertivo explica, defiende, socializa, decide, resuelve y marca límites.

Cuando un niño no es asertivo, puede recurrir a contestaciones agresivas, irritantes o en el caso contrario pueden ser demasiado sumisos haciendo que la gente no valore ni tome en cuenta sus opiniones, esto puede afectar altamente el estado de ánimo y la autoestima de los pequeños; en cambio un niño asertivo puede llevarse mejor con las personas que lo rodean y cuenta con más habilidades para la resolución de problemas.

La mejor manera de enseñar a los niños a ser asertivos es mediante el ejemplo, como padres deben poder hablar entre ustedes de forma asertiva, expresando sus emociones y opiniones el uno con el otro y de la misma manera dejar que sus hijos lo hagan; incluso pueden incitarlos a externar sus puntos de vista en caso de que ellos tengan un actitud pasiva y sumisa. Háganles ver que su opinión cuenta mucho y deben ser capaces de expresarse siempre con amabilidad pero siendo muy directos.

Podemos modelar la asertividad e inclusive promoverla en la convivencia diaria promoviendo frases como «me siento», «quiero», «prefiero», «qué te parece», «cómo podemos resolverlo» frases que tus hijos aprenderán a usar y les dará herramientas para resolver problemas y salir adelante de manera más eficaz en la vida.

Ahora que si también las necesitan, aquí les recomendamos algunas Apps con las que pueden ayudar a sus hijos a desarrollar estas habilidades:

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