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Necesito ayuda

No cabe duda de que parte de la transformación educativa reside en la relación colegio-familia. Si no hay empatía entre un alumno y su escuela, dificilmente el proceso de enseñanza-aprendizaje logrará su cometido: hacer que un alumno se sienta seguro e interesado por el entorno que lo rodea y por las experiencias significativas que en él puede encontrar.

El papel de los padres es fundamental para explorar el desarrollo de sus hijos en el colegio.

Hoy compartimos este artículo de Liz Evans, en el que nos habla de estrategias que ha desarrollado para saber más a cerca de cómo se sienten sus hijos en el colegio. Sí cada día logramos obtener una respuesta, no sólo sabremos cómo les va, además estaremos estrechando nuestra relación con ellos y no hay mejor manera de hacerlo que conversando haciéndoles sentir que son escuchados y queridos.

Por Liz Evans

Este año, Simon está en quinto de primaria y Grace en segundo, y todos los días me veo preguntándoles: “¿Cómo ha ido el día en el cole?”.

Y todos los días me dan respuestas como “bien”, pero a mí me sabe a poco.

¡QUIERO SABER MUCHO MÁS!

O, al menos, quiero que me respondan con una frase entera. Así que la otra noche me puse a hacer una lista de preguntas más concretas para hacérselas al volver de la escuela. No son perfectas, pero por lo menos consigo que me contesten con oraciones completas, y algunas han dado lugar a conversaciones muy interesantes, a respuestas cómicas y a visiones más profundas de lo que mis hijos piensan y sienten acerca de la escuela.

  1. ¿Qué es lo mejor que te ha pasado hoy en el colegio? ¿Qué es lo peor que te ha pasado hoy en el colegio?.
  2. Cuéntame algo que te haya hecho reír hoy.
  3. Si pudieras elegir, ¿con quién te gustaría sentarte en clase? (¿Con quién NO te gustaría sentarte y por qué?).
  4. ¿Cuál es el mejor lugar de la escuela?
  5. Dime una palabra rara que hayas oído hoy (o algo raro que alguien haya dicho).
  6. Si llamara hoy a tu maestra, ¿qué me diría de ti?
  7. ¿Has ayudado a alguien hoy? ¿Cómo?
  8. ¿Alguien te ha ayudado a ti? ¿Cómo?
  9. Dime algo que hayas aprendido hoy.
  10. ¿Qué es lo que te ha hecho más feliz hoy?
  11. ¿Qué es lo que te ha parecido aburrido?
  12. Si una nave de alienígenas llegara a tu clase y se llevara a alguien, ¿a quién querrías que fuera?
  13. ¿Hay alguien con quien te gustaría jugar en el recreo y con el que nunca hayas jugado?
  14. Cuéntame algo bueno que te haya ocurrido hoy.
  15. ¿Cuál es la palabra que más ha repetido el maestro hoy?
  16. ¿Qué crees que deberíais hacer más o aprender más en la escuela?
  17. ¿Qué crees que deberíais hacer menos o aprender menos en la escuela?
  18. ¿Con quién crees que podrías ser más simpático en clase?
  19. ¿Dónde juegas más en el recreo?
  20. ¿Quién es la persona más divertida de la clase? ¿Por qué es tan divertida?
  21. ¿Cuál ha sido tu parte favorita de la comida?
  22. Si mañana fueras tú el maestro, ¿qué harías?
  23. ¿Hay alguien en tu clase que necesite tiempo muerto?
  24. Si pudieras cambiarle el sitio a alguien de tu clase, ¿con quién lo harías? ¿Por qué?
  25. Dime tres momentos diferentes en los que hayas utilizado el lápiz hoy.

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Hasta ahora, mis respuestas favoritas proceden de las preguntas 12, 15 y 21. Las preguntas como la de los extraterrestres dan a los niños la oportunidad de decir sin problema a quién no les gustaría tener en clase, y abren la puerta a la discusión, a la posibilidad de descubrir razones y problemas ocultos de los que antes no tenías ni idea.

Las respuestas que obtenemos a veces son realmente sorprendentes. Cuando les hice la pregunta 3, descubrí que uno de mis hijos ya no quería sentarse al lado de su mejor amigo en clase, no por un deseo de crueldad o discriminación, sino por la esperanza de poder trabajar con otros niños.

Mis hijos se hacen mayores y sé que voy a tener que trabajar con más intensidad para comprometerme con ellos, pero sé que el trabajo merecerá la pena.
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Traducción de Marina Velasco Serrano en http://www.huffingtonpost.es/liz-evans/25-formas-para-preguntar_b_5751328.html del original publicado en Simple Simon and Company.

Foto:  © serrnovik/dpositphotos.com

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Emma Brown. The Washington Post. 16/07/2015.   Según un estudio reciente, los niños de kínder que comparten, cooperan y ayudan tienen más probabilidades de tener un título universitario y un empleo 20 años después, que los niños que carecen de esas habilidades sociales.

Además, es menos probable que los niños que se llevan bien con otros tengan problemas de abuso de sustancias o dificultades con la ley.

La investigación, que abarcó el seguimiento de casi 800 estudiantes durante dos décadas,  sugiere que habilidades socioemocionales específicas entre los niños pequeños pueden ser predictores importantes de su posterior éxito en la vida.

“Estas son habilidades que probablemente presagian su capacidad de hacerlo bien en la escuela, prestar atención y navegar por su entorno”, dijo Damon E. Jones, un profesor asistente de investigación en la Universidad Estatal de Pennsylvania. Él fue el autor que condujo el documento, publicado en el American Journal of Public Health.

Jones dijo que el estudio sugiere que programas educativos de la primera infancia y escuelas podrían identificar en forma temprana a niños con deficiencia en habilidades sociales, cuando aún son muy receptivos para aprender cómo comportarse diferente.

Señaló que quizás se dificulte que las escuelas  con cargas de trabajo excesivo encuentren el tiempo para concentrarse en las propias habilidades socioemocionales de los niños, en especial en grados posteriores al kínder. Pero “hay programas efectivos que pueden implantarse de manera eficiente y ayudar a dar un impulso a los niños en dichas áreas”.  “Sólo necesitamos reconocer que éstas podrían ser también habilidades importantes para incorporarlas al currículo”, dijo.

El estudio se basa en datos reunidos desde inicios de 1991 en escuelas de Nashville, Seattle, Pennsylvania y Durham, N.C. Se preguntó a maestros de 753 alumnos de kínder cómo calificaban las habilidades de cada estudiante en ocho áreas:

A cada maestro se le pidió que evaluara qué tan bien describía cada enunciado al niño en una escala de 5 puntos: “Nada en absoluto (0),” “Un poco (1),” “Moderadamente bien (2),” “Bien (3)” and “Muy bien (4).”

Después, los investigadores dieron seguimiento a los estudiantes por dos décadas, utilizando registros policiacos, informes de los padres e informes de los propios alumnos.

Luego utilizaron modelos estadísticos para filtrar los efectos de factores tales como el estatus socioeconómico del niño, características de la familia y habilidad académica temprana, para aislar el impacto de habilidades sociales tempranas en el resultado de su vida.

Los niños que calificaron “Bien” en competencia social tuvieron cuatro veces más probabilidades de obtener un título universitario a la edad de 25 años, que aquellos que calificaron “Un poco”.

Quienes calificaron alto tuvieron también más probabilidades de tener un trabajo de tiempo completo a la edad de 25. En forma similar, quienes calificaron en la parte baja de la escala tuvieron más probabilidades de tener interacciones negativas con la policía o pasar algún tiempo en detención juvenil. También fue más probable que fuesen arrestados, que consumieran alcohol o estuvieran en una lista de espera para alojamiento de beneficencia.

La investigación no dice que la habilidad de compartir haga la vida más fácil, o que rehusarse a compartir la haga más difícil. Pero, junto con el cuerpo creciente de investigación sobre habilidades socioemocionales, ofrece más evidencia para lo que parece ser sentido común: Es más probable que los niños que interactúan bien en el kínder hagan amigos y obtengan una retroalimentación positiva de los maestros y, por lo tanto, sea más probable que les guste la escuela y permanezcan en ella.

“Es fácil ver que estas habilidades pueden llevar a buenos resultados”, dijo Jones. “Todos sabemos que cuando comienzas a tener éxito en las relaciones o en la escuela, eso va a influenciar hacia donde te dirijas a continuación”.

Los niños el estudio representan una sección transversal de la sociedad, en cierto modo, con una proporción de niños en riesgo que la población en general, señaló Jones. De la muestra, cerca de la mitad fueron blancos, 46 por ciento afroamericanos y 4 por ciento de otros orígenes étnicos. 58 por ciento fueron varones.

Steven Barnett, director del National Institute for Early Education Research en la Universidad de Rutgers, dijo que el estudio muestra que las escuelas no pueden solamente estar preocupados por la enseñanza de habilidades socioemocionales –esa es una categoría muy amplia. El estudio no encontró correlaciones fuertes entre, por ejemplo, el comportamiento agresivo y resultados posteriores en la vida.

“Tenemos que ser muy precisos sobre qué es exactamente lo que necesitamos para ayudar a los niños”, dijo.

Barnett mencionó que el estudio es alentador para aquellos que ven a la educación preescolar de alta calidad como una forma poderosa de modificar la trayectoria de la vida de los niños. “Ofrece la promesa de que si nosotros podemos ayudar a que los niños lleguen al kínder a la edad de 5 años, será un soporte importante –dijo– no habrá que preocuparse de que se complique”.

El estudio fue financiado por la Fundación Robert Wood Johnson.

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El artículo original puede leerse aquí. Traducción: UnoNews