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Desde su creación en 2009, la aplicación de mensajería instantánea WhatsApp ha pasado a formar parte intrínseca de nuestras vidas. Entró con fuerza en nuestros móviles para sustituir a los SMS entre dos personas y pronto se pasó a los grupos. Ahora la aplicación más usada del panorama tecnológico conquista también las escuelas, generando opiniones encontradas. Sus ventajas son muchas: permite mantener a padres y profesores conectados, compartir propuestas con toda la comunidad educativa o solucionar pequeñas cuestiones o dudas de una manera rápida y eficaz.

Sin embargo, si no queremos que el grupo que compartimos con los padres y madres de la escuela se convierta en una auténtica pesadilla escolar, debemos guardar ciertas normas de comportamiento o netiqueta. Te presentamos cinco reglas básicas para utilizar el WhatsApp escolar.

El mal uso o abuso del WhatsApp en el entorno educativo, o más concretamente, en los grupos que conectan a padres y madres con la escuela, pueden generar o magnificar problemas escolares, e incluso incrementar la lista de tareas diarias de las familias. Para que esto no ocurra, te animamos a que sigas estas reglas básicas:

  1. Ante todo, respeto.Esta es una norma fundamental tanto en el WhatsApp como en la vida. Solo que en las redes toma una especial importancia, porque es mayor el efecto de todo lo que dices o haces. Una vez has compartido un comentario, ya no hay marcha atrás. Así que rehúye las discusiones personales y, antes de dar una respuesta en caliente, cuenta hasta diez. Piensa que debes ser un ejemplo para tus hijos, y que ellos se enterarán de todo lo que digas o hagas en el chat.
  1. No critiques ni difundas rumores.Muchas veces los grupos se convierten en una especie de patio de vecinos. Los padres comparten algún detalle de los docentes que no les gusta y, a base de opiniones de unos y otros, lo que era una pequeña cuestión sin importancia acaba magnificándose y convirtiéndose en un problema para el centro. Así que antes de compartir una crítica o queja, piénsatelo dos veces. Ten en cuenta que en materia educativa el profesor es el  que mejor conoce las necesidades de los alumnos y de la clase. Respeta su autoridad y, si quieres realizar alguna crítica, que sea constructiva. Asimismo, no des alas a las críticas o rumores negativos de otros padres. Córtalas o invita a hablar a las partes implicadas. De este modo no se generarán debates baldíos.
  1. Los problemas importantes, mejor en persona.Si tienes un problema con algún profesor o alumno del centro, o alguna duda que te preocupe, es mejor que te acerques a la escuela para hablarlo en persona con las partes implicadas. No enciendas en WhatsApp una chispa que probablemente se convertirá en hoguera, y que solo puede crear incertidumbre y malestar dentro de la comunidad educativa.
  1. No te conviertas en la agenda de tus hijos. Muchos padres y madres han asumido el rol de secretarios de sus pequeños: reenvían sus deberes, corrigen sus ejercicios y controlan cada detalle de su vida escolar. Mensajes como “Mi hijo se ha olvidado los deberes, ¿alguien me los puede enviar?” se han convertido en un clásico dentro de los grupos de padres. Lejos de beneficiar a los niños, este tipo de actitudes hacen que los pequeños no asuman sus responsabilidades ni desarrollen adecuadamente su autonomía. Así que la próxima vez que tu hijo olvide los deberes, deja que él mismo se solucione la papeleta.
  1. Envía solo mensajes absolutamente necesarios. Los grupos de WhatsApp escolares sirven para gestionar temas de carácter estrictamente educativo. No son un grupo de amigos con el que compartir videos o imágenes graciosas, memes, chistes o información de carácter personal, político o religioso. De este modo evitarás que tu móvil y el de los demás echen humo con información innecesaria.

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Fuente: aulaPlaneta

Todos queremos que nuestros hijos sean felices. Y, la felicidad es algo que los daneses parecen haber resuelto. De manera consistente, las investigaciones muestran que los residentes de Dinamarca se ubican entre los más felices del planeta.

Para explorar la convicción de los daneses respecto a que no debe haber ultimátum, Katie Hintz-Zambrano conversó con los autores del libro The Danish Way of Parenting (El estilo danés de crianza), Jessica Alexander e Iben Sandhal. Compartimos aquí lo que dijeron.

¿Cómo describirían la crianza sin ultimátum?

“En esencia consiste en gobernar con respeto y no recurrir a los gritos, azotes o a avergonzar para obtener resultados. Se trata de ver a los niños como intrínsecamente buenos y en basar las reacciones hacia ellos con base en ello. En Dinamarca podemos apreciar que este enfoque de crianza de los hijos funciona por completo para criar adultos felices y confiados. Los principales lineamientos son: enseña respeto, sé respetuoso y serás respetado. Cabe señalar que los azotes son ilegales en Dinamarca desde hace 20 años. Todos los daneses que entrevistamos lo consideran una forma impensable de disciplinar a un niño”.

¿Por qué resulta tan problemático emplear el ultimátum?

“Poner a un niño un ultimátum coloca a los padres en una posición en la que tiene que haber un ganador y un perdedor. A nadie le gusta que le pongan un ultimátum porque es siempre una lucha de poder. Nunca ofrece una solución ganar-ganar. En lo que los padres no se dan cuenta es que ellos son con frecuencia quienes terminan perdiendo con este método, incluso si en el momento piensan que ganaron. Pierden cercanía, porque gobernar con amenazas y miedo no genera acercamiento. Pierden respeto, porque los niños aprenden que los límites no significan nada si los padres no cumplen sus amenazas. Y, pueden perder la perspectiva al enfrascarse en las batallas en vez de en la guerra –los grandes fundamentos de la crianza. Lo que resulta interesante de usar el ultimátum es que parece estar muy ligado a cómo nosotros fuimos criados. La mayoría del lenguaje que empleamos con nuestros hijos es heredado de nuestros propios padres. Muchos fuimos creados con base en el miedo y el ultimátum, que son un estilo de crianza muy común en América. Por lo tanto, es comprensible que no tengamos nada más en nuestro acervo mental de herramientas cuando nos estresamos. Saber esto facilita tomar consciencia del por qué usamos el ultimátum, gritamos o golpeamos y, de cómo podemos comenzar a hacer un esfuerzo consciente por cambiar”.

¿Cómo se vincula el no usar el ultimátum con el estilo general de crianza de los daneses?

“Los daneses son personas my democráticas y empáticas y no es ningún secreto que esas semillas se siembran a temprana edad. Se respeta a los niños al concederles voz. Se les ve como a un igual en desarrollo que necesita guía y no como a un niño que requiere control y disciplina. La forma de verlos tiene un efecto directo en la forma de tratarlos. Por ejemplo, una diferencia interesante en el lenguaje danés es que no existe el término “los terribles dos años”. En su lugar, ellos usan “trodsadler” que significa algo así como la edad que delimita. De esta manera, el hecho de presionar los límites es visto como normal y bienvenido, no como terrible. Esto significa una gran diferencia en la forma en que los padres reaccionan al comportamiento del infante. También a los niños se les escucha en todas las edades. Ellos están dando explicaciones en forma constante, incluso antes de hacerlo con palabras. Esto tiene un enorme impacto en la percepción del niño de sí mismo. Una percepción sólida de sí mismo proviene de cuestionar y entender cuáles son las reglas, por qué existen, para luego incorporarlas realmente y valorarlas. Algo muy distinto es tener miedo de una regla. Con miedo, el niño no siempre sabe la razón por la que no debe hacer algo, simplemente quiere evitar que se le lastime o se le grite. Esto no abona en nada al acercamiento y la confianza, en especial al llegar a los años de la adolescencia. La inversión en este aspecto rinde dividendos a largo plazo. Esto no quiere decir que los daneses sean permisivos o débiles; ¡en lo absoluto! Ellos establecen reglas claras y lineamientos que se espera que los niños sigan. Sin embargo están muy dispuestos a responder las preguntas de los niños sobre las reglas. Si no las cumplen, no les ponen de inmediato un ultimátum, sino que se esfuerzan por ayudarles a entender porqué deberían cumplirlas. Esto requiere de práctica, pero es seguro que se puede mejorar en ello. Aún sin palabras se puede hacer que los niños entiendan los motivos para tener reglas. Lo cierto es que lo niños pueden aprender demasiado. Es frecuente que en nuestra propia impaciencia, nuestros antecedentes y el no estar conscientes de la inefectividad de la crianza basada en el miedo, caigamos de vuelta en el ultimátum”.

¿Cómo pueden otras culturas implementar este enfoque sin ultimátum?

“Existen muchas formas. Lo principal es saber las bases, es decir los valores que tú y tu pareja creen que son los más importantes y cómo desean promoverlos y reforzarlos. Uno de esos valores sería a fin de cuentas mantener una atmósfera de respeto, no de miedo. Hagan un acuerdo en el que si tú o tu pareja está perdiendo el control, el otro interviene (cuando sea posible) para hacerse cargo. Recuerda, no tienes que pelear cada batalla, solamente mantenerte concentrado en los fundamentos. Procura mantener la calma y olvidar lo que piensen los demás. A menudo nos estresamos con la familia y los amigos porque nos sentimos juzgados y esto nos ponen en el extremo para hacer que nuestros hijos se comporten. Los niños perciben tu estrés y puede hacerlos reaccionar. No es necesario demostrar nada a nadie. Enseña respeto, sé respetuoso y serás respetado. Quizá obligarlos a que se terminen las verduras en este momento no sea la solicitud más respetuosa. Piensa dónde y cuándo quieres imponer los fundamentos. ¿Quieres hacerlo frente a otros, donde pudieras también estar estresado? Tus fundamentos y tu relación con tus hijos son lo que en verdad importa. Otra sugerencia importante: ten empatía con tus hijos. ¿Tienen hambre?, ¿están cansados?, ¿molestos? Entre más entiendas los motivos de su comportamiento, mejor será tu relación. Cada edad tiene particularidades sobre lo que podemos esperar. Entre más lo sepamos, será más fácil ver el comportamiento de los hijos como normal y saludable y no como terrible e irritante. La forma en que elijas ver a tus hijos siempre afectará tu reacción hacia ellos  Un problema lo es sólo si nos referimos a él como tal. Lo que das regresará a ti en un ciclo. El bien engendra bien, el mal engendra mal, la falta de control genera falta de control y, la calma genera calma”.

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Fuente: mothermag. Traducción: UnoNews

El investigador en neurociencia Francisco Mora asegura que el elemento esencial en el proceso de aprendizaje es la emoción porque sólo se puede aprender aquello que se ama, aquello que le dice algo nuevo a la persona, que significa algo, que sobresale del entorno.

Sin emoción no hay curiosidad, no hay atención, no hay aprendizaje, no hay memoria

En su libro Neuroeducación, editado por Alianza Editorial, el científico señala que “los niños hoy aprenden, desde muy pronto, conceptos abstractos en habitaciones con ventanales sin mucha luz o luz artificial, con el rigor y la seriedad de maestros que se aleja de aquel “juego” primitivo que generaba aprender y memorizar de lo sensorial directo, “con alegría”, base de la atención y el despertar de la curiosidad”.

Entender esto hoy en su raíz y desde la perspectiva de cómo funciona el cerebro y sacar ventaja de ello –afirma– “es un primer principio básico de la enseñanza con el que se puede llegar a aprender y memorizar mejor. Estos principios se pueden extender en su aplicación no solo a la enseñanza básica o durante la adolescencia sino a los más altos estudios universitarios o a estudios aplicados sea la empresa o la investigación científica”.

Asimismo, añade que “la neurociencia cognitiva ya nos indica, a través del estudio de la actividad de las diferentes áreas del cerebro y sus funciones que solo puede ser verdaderamente aprendido aquello que te dice algo; aquello que llama la atención y genera emoción; aquello que es diferente y sobresale de la monotonía”.

“La atención, ventana del conocimiento, despierta cuando hay algo nuevo en el entorno. Ese ‘algo nuevo’ apela, como hace millones de años, a la supervivencia como último significado” –añade–. “La atención nace de algo que puede significar recompensa (placer) o castigo (peligro) y que por tanto tiene que ver con nuestra propia vida”. “Pero con el devenir evolutivo y la propia civilización –advierte Mora–, aprender y memorizar son mecanismos que los hemos llevado a unos niveles tan abstractos y de tan alto calado social que escapan y se han venido alejando de las raíces inviolables, genéticas y evolutivas, de aquella alegría que en su origen significó verdaderamente aprender y memorizar”.

A su juicio, revitalizar hoy la enseñanza y el aprendizaje en este nuevo contexto de una cultura avanzada, “requiere un conocimiento de cómo funciona el cerebro en esos procesos y llevarlo a los maestros y los profesores para que estos finalmente lo apliquen en las aulas”. Asegura que “de esto se han dado cuenta muy recientemente prestigiosos pensadores e instituciones como el recién creado Centro de Neurociencia para la Educación de la Universidad de Cambridge o la International Mind-Brain and Education Society a través de su revista Mind, Brain and Education”.

No obstante asegura que “es bien cierto que, hasta ahora, el conocimiento extraído de las neurociencias no ha sido fácil mostrarlo a los maestros y ellos transferirlo como método a la enseñanza de los niños o los estudiantes de instituto”.

Reconoce que “existen problemas en la relación neurocientífico-maestro (y mas allá profesores universitarios) sobre todo en el lenguaje utilizado por los primeros para dirigirse a los segundos en la transferencia de estos conocimientos. y en los segundos, los maestros, para captar, con certeza y seguridad esos conocimientos a la hora de emplearlos con los alumnos”.

Mora, utilizando un lenguaje sencillo, conciso y asequible pretende responder preguntas básicas y los componentes esenciales del problema que representa el advenimiento de la neurociencia para la educación y enumerar y describir brevemente las soluciones y ventajas de estas nuevas concepciones.

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Fuente: Proyecto Mind

 

Recientemente, se ha reabierto el debate sobre si el talento sobresaliente es una característica fija e innata de una persona o si se puede desarrollar a lo largo de la vida y con apoyo de los sistemas educativos. Veamos a continuación algunas claves para resolver esta interrogante.

La Regla de las 10.000 horas

En 1993, se publicó un estudio del psicólogo K. Anders Ericsson donde se encontró que la diferencia entre músicos con diferentes niveles de desempeño radicaba en el número de horas de práctica deliberada que había tenido cada uno. El grupo con el desempeño más alto tenía un promedio acumulado de 10.000 horas de práctica frente a la mitad o menos del resto de los músicos observados. Así, el estudio concluía que el esfuerzo prolongado, y no el talento innato, era el que explica las diferencias entre un experto y un principiante. De este estudio surgió la famosa “Regla de las 10.000 horas” de Malcolm Gladwell.

La mielina es pasión y persistencia

En ese mismo sentido, el periodista del New York Times, Daniel Coyle, dedicó varios años a la exploración del talento en diferentes campos deportivos y artísticos y encontró que el elemento común entre artistas y deportistas con altos niveles de desempeño era el número de capas adicionales de mielina que tenían éstos, frente a sus pares con menores desempeños. La mielina es el recubrimiento que envuelve las terminaciones nerviosas de las neuronas por donde circulan los impulsos nerviosos que permiten las conexiones sinápticas. De acuerdo con las investigaciones de Coyle, estas capas se construyen con mucho tiempo y mucho esfuerzo, a partir de las horas de práctica profunda o consciente que se le dedican a un campo específico. Por ello, el segundo elemento para el aumento de la mielina es la pasión. La construcción de las capas de mielina requiere tanta energía y persistencia que nadie va a dedicar largas horas de esfuerzo a hacer algo que no ama profundamente. De esta forma, Coyle concluye que cualquiera puede alcanzar desempeños excepcionales si tiene una mezcla de pasión por su campo y de práctica profunda. Conclusión que corrobora la teoría de Gladwell.

Los genes importan

A pesar de lo anterior, dos estudios más recientes – presentados en Slate por Hambrick, Ferreira y Henderson – han encontrado que la práctica deliberada o profunda si bien es muy importante, no es la pieza central para el desarrollo del talento excepcional.  Uno de estos estudios descubrió que para llegar al mismo nivel de maestría, un jugador de ajedrez podía necesitar 22 veces más práctica deliberada que otro. Mientras que el otro estudio demostró que aunque más horas de práctica deliberada mostraban mejores resultados, este número adicional de horas sólo explicaba alrededor del 20% de la diferencia en campos como la música, el ajedrez y los deportes. En resumen, la práctica deliberada no garantiza que se pueda llegar a ser un experto porque existen otros factores que también influyen como la edad a la que se empieza la práctica y los genes.

Y el entorno también

En ese mismo sentido, Jairo Giraldo, físico colombiano experto en talento y nano-neurociencia, explica cómo además de la práctica y los genes juegan un papel muy importante el entorno y el cableado del cerebro. El entorno cultural es muy importante para que un talento pueda florecer o por el contrario extinguirse. Giraldo nos confirma como “el mismo Einstein…sin un ambiente familiar, escolar y social propicio no hubiera podido llegar a donde llegó”. Por su parte, el cableado del cerebro también es fundamental para explicar las diferencias de desempeño entre los individuos. Hay algunos cableados que son más eficientes que otros en un campo determinado. Mientras que para una persona puede ser muy fácil resolver incógnitas de biología molecular, puede que su nivel de competencia para meter un gol sea prácticamente nulo. El tipo de cableado que tenemos diferencia nuestros talentos y nos permite alcanzar niveles más sobresalientes en nuestro  campo o inteligencia predominante. Por eso, si bien la mielina es muy importante, no se puede pensar que tener buenos recubrimientos es suficiente: las conexiones sinápticas siguen siendo fundamentales.

En conclusión, saber que genes, cableado cerebral, entorno, práctica y pasión influyen es vital para potenciar los talentos en las escuelas. La política pública se enfrenta entonces a un gran reto: la necesidad de tener una educación más pertinente para los diferentes tipos de inteligencia con más tiempo para la práctica profunda del talento de cada niño, que para currículos estandarizados que no tienen mayor relevancia para ellos ni para las necesidades productivas de su entorno.

Y tú: ¿Qué iniciativas conoces para potenciar el talento de los niños en el sistema educativo?

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Fuente: Rocío Gómez Botero http://blogs.iadb.org/educacion/

Los humanos aprendemos a negociar muy pronto en la vida. ¡Cualquier padre puede decirte esto! A los dos años, los niños están negociando comer más vegetales en la cena si eso significa helado como postre. A la edad de tres, los niños han desarrollado un arsenal completo de tácticas de negociación.

Sus acercamientos para asegurar los mejores juguetes, el postre o dormirse más tarde no es solamente un juego de niños, ellos nos ofrecen recordatorios valiosos sobre las tácticas de negociaciones exitosas. Aquí, unos cuantos ejemplos:

Empezar ofreciendo apoyo. Mi esposo y yo hemos notado que antes de que nuestros hijos nos pidan algo fuera de nuestra rutina, ayudan en exceso en la casa. Nos apoyan proactivamente con cosas extra, y aunque normalmente presentimos que hay una intención oculta, aun así funciona a su favor.

En los negocios también, es más fácil decir que sí o querer trabajar con alguien que acaba de hacer algo bueno por ti.

Programar el acercamiento. Los niños son maestros al hacer esto, se esperan frecuentemente a que estés a la mitad de la preparación de la cena o que estés poniendo al bebé a dormir.

Los niños pequeños tienen todo resuelto. Evaluando lo que es su objetivo y programando su acercamiento para que sea más probable que digas que sí, es un movimiento inteligente ya sea que estés en casa o en tu negocio.

Tener un aliado acreditado. A mi hijo más chico le gusta tener el apoyo de su hermano mayor cuando negociamos. Si tiene un aliado es claro que se sentirá más poderoso y confidente. Es también bastante efectivo teniendo en cuenta que es una propuesta razonable.

En mi caso, encuentro bastante útil pre-visualizar las ideas y formar un grupo de defensores influenciables y confiables antes de acercarme al que toma las decisiones o socio potencial. Cuando me presentan una idea o solicitud y un grupo de gente cree que es una buena idea, es más difícil decir no.

Utilizar el encanto. El mérito es importante, por supuesto, pero el encanto y una conexión emocional dan mucho más. Los niños aprenden que es difícil para los padres decir que no cuando le agregan una sonrisa encantadora a su petición.

Los seres humanos somos emocionales. Las conexiones positivas personales importan. En los negocios, tener una buena relación fuera de la sala de conferencias con quienes estás llegando a un trato puede tener un impacto significativo.

Hablar con quien toma las decisiones. Uno de los recordatorios más importantes que los niños nos dan respecto a las negociaciones es asegurarte de hablar con el que toma las decisiones. Los niños saben quién dirá que sí y se irán por esa persona (si el que toma las decisiones dice que no, se irán con el segundo que las toma).

Es una pérdida de tiempo hablar con alguien que no es capaz de decir que sí. Asegúrate de hablar con las personas adecuadas; de otra manera, no habrá helado como postre.

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La primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejarla libre para que se desarrolle.

María Montessori

Cuando un niño se siente seguro de sí mismo, deja entonces de buscar la aprobación de los adultos a cada paso.

María Montessori

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Por no repetir el modelo autoritario en el que fueron educados, muchos padres de hoy caen en el extremo de la permisividad con sus hijos, quienes al llegar a la adolescencia presentan problemas de disciplina y, en esa edad, es difícil comenzar a poner límites. Prácticamente desde la cuna, los niños deben tener límites o pautas que les marquen el camino que deben seguir, sin ahogarles en un mundo de imposiciones. Los padres deben establecer estas normas de manera razonada, adaptarlas a cada edad y ser firmes en sus decisiones.

Delegar la autoridad en cuidadores o abuelos tiene como resultado que el niño tenga muchos referentes con pautas distintas en cuanto a los límites y termine confundido.

No hay reglas fijas; cada familia es diferente, pero la clave está en encontrar el punto intermedio entre autoritarismo y permisividad.

Es claro que no se puede tratar a un niño como un adulto pequeño, pero que tampoco se le demuestra más amor cuando se le conceden todos los caprichos. Cuando los padres ceden continuamente ante los hijos, estos no suelen interiorizar el significado de frustración y desconocen cómo enfrentarse a los problemas. Por el contrario, cuando se imponen demasiadas reglas, se corre el riesgo de que los hijos crezcan inseguros y con una personalidad dependiente.

El niño debe recorrer el camino entre la dependencia infantil y la autonomía personal en el marco de referencia de su familia, en el que debe haber comunicación, confianza, valores y, sobre todo, amor.

Aquí van algunas recomendaciones para aprender a poner límites:

En resumen, poner límites no significa que haya que ser estrictos en extremo, sino evitar que los niños estén consentidos y sean poco resistentes a la frustración. El mejor antídoto es decir a los hijos que les queremos y hacer que se sientan queridos y amados, pero sabiendo que lo que hacen no siempre está bien.

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Al arrancar este ciclo escolar, UNO Internacional emprende su quinto año en el camino de la transformación educativa. En un esta conversación con Pablo Doberti el director general de UNO Internacional habló de la evolución del sistema en cuatro años de operación en América Latina; las expectativas y desafíos; la escuela por venir, el valor agregado que UNO ofrece y al avance en el proceso de transformación.

Es una realidad que UNO trabaja y ha comenzado a sentar las bases para crear la escuela del futuro bajo el planteamiento de que una educación sólo de contenidos, sólo de información, no alcanza. Es necesario desarrollar otro tipo de habilidades para poder constituir un perfil de ciudadano, de ser humano. Para ello, UNO contempla el desarrollo y evaluación de habilidades emocionales y, en concordancia, la formación docente apunta al desarrollo de habilidades de liderazgo, emprendimiento y sustentabilidad.

En cuanto al valor agregado para el estudiante, UNO desarrolla varios programas que no son estrictamente curriculares, pero que conversan con lo curricular. La propuesta de UNO es cada vez más audaz y ambiciosa en términos pedagógicos y metodológicos por sobre la propuesta curricular. Destacó el trabajo sistemático para contagiar en la comunidad escolar la tensión transformadora que lleve a las escuelas a replantear sus propias prácticas, además de generar ambientes más empáticos para los alumnos, que generan mucho más continuidad con sus propios intereses, referentes culturales, tipos actitudinales, niveles atencionales. En ello la tecnología juega un papel muy importante como parte de su propio lenguaje de comunicación con los alumnos.

Es un hecho que los desafíos originales han madurado en distinta medida en las escuelas y –dice Pablo-  la vida digital se manifiesta de manera más ambiciosa. Toca ahora poner una carta de ambición nueva que es directamente proporcional con el nivel de  madurez del proceso de transformación del aula y su proceso pedagógico donde hemos avanzado mucho más en el debate que en la implantación.

EN UNOi sabemos que en cuanto a la transformación de las escuelas faltan aún materializaciones eficientes, pero existe una gran voluntad y conciencia de cambio. Hoy más que nunca, UNOi busca trabajar codo a codo con los padres de familia, ya que está en la semilla de la transformación que crece en ellos el resultado y la presión de la comunidad para exigir una calidad educativa que corresponda a la realidad de hoy.

Son casi mil escuelas que cuentan con sistema UNO y sin duda todas ellas  están  estructuralmente problematizadas respecto de cómo se educa en nuestros días, o cómo se educa hoy para el futuro. Esa tensión de transformación, está implantada eficientemente en la gran mayoría de las escuelas y sus directores, pero debe pasar a los padres de familia. Esto debe traducirse en planes de trabajo, de estudio, programas totalmente maduros de gestión nueva que están en vías de ocurrir y en la exigencia del padre de familia para que el cambio sea cotidiano y real

La resiliencia es la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas e incluso ser transformado por ellas.

Las personas resilientes saben aceptar la realidad tal como es, creen profundamente que la vida tiene sentido y, tienen una inquebrantable capacidad para mejorar. Además, son capaces de identificar las causas de los problemas, son empáticos y tienen una mayor inteligencia emocional.

La resiliencia se apoya en aspectos como la creatividad, la cooperación, la autonomía e incluso el humor.

Muchas veces los padres procuran evitarles a sus hijos situaciones problemáticas, de sufrimiento o dolor, impidiendo que vivan un proceso que habrá de fortalecerlos. Negar, reclamar, culpar a otros, no es el camino; lo primero es aceptar la situación y asumir una actitud para enfrentarla.

Entre las recomendaciones para ayudarles a desarrollar la resilencia están: enseñarles a manejar el estrés; empujarlos a resolver sus problemas; dejar que tomen sus decisiones; enseñarles técnicas de relajación; modelarles asertividad; ayudarles a identificar fortalezas en su carácter; ponerles límites y, brindarles afecto en todo momento.

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Es obvio que en un mundo globalizado hay muchos beneficios en hablar más de un idioma: viajes, comunicación por muchos medios, negocios, etc. Pero estudios psicológicos indican que hay además ventajas cognitivas. Los cerebros de las personas bilingües operan de manera diferente que los de  los  monolingües y, estas diferencias, ofrecen varios beneficios mentales. Muchos de estos beneficios son aparentes en personas que usan estos idiomas de manera regular, sin embargo, aún a edades maduras, el aprender un otro idioma  puede proporcionar los mismos beneficios

En resumen: beneficios cognitivos, académicos,  de personalidad, culturales y para el empleo.

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Colaboración de Jolanta Nitoslawska