Pudiera parecer rutinario o simple, pero comer en familia es una experiencia enriquecedora en muchos sentidos, en particular para los adolescentes.
Numerosos estudios certifican lo beneficioso que es cenar o comer en familia. Cuando hay varios hermanos, se intenta que vayan todos a la vez, si no, el tema cocina es un lío, por lo tanto hay que ir amoldándose a sus etapas de crecimiento.
Cada niño es diferente, mientras son pequeños podemos estar sentados con ellos a su hora de cenar, aunque nosotros cenemos más tarde. A partir de los 10 años, ya podemos alargar un poco la hora de apagar la luz hasta las 21:30, y empezar a cenar juntos. A medida que crecen, si hay varios hermanos, los horarios se complican: más estudios, extraescolares, diferentes horas de irse a dormir, etc. Pero seguro que se puede llegar un consenso.
Varios puntos que deben tomarse en cuenta:
1) Horario: MARCAR UN HORARIO FIJO
Esperar a que llegue el hermano de hacer deporte, que otro acabe de ducharse, que llegué papá a casa….
Es importante marcar un horario, que puede subir o bajar en 5 minutos, esperando un poco al que se retrasa. Pero todos han de saber a qué hora se va a cenar, es importante. Se organizan mucho mejor.
¡Pero el horario debe cumplirse! Se espera hasta cierta hora, si no, se empieza, también por respeto a los que están esperando. A veces el hambre aprieta y empiezan los malos humores, no hace falta.
2) Suprimir distracciones: “APAGAR celular, televisor, iPad…”
Hoy en día que estamos tan enganchados a los aparatos electrónicos. Apagar estos aparatos, dejar a un lado el celular, apagar la TV y conversar, mirarse a los ojos cuando hablamos y escuchar, es una buena práctica para todos.
Los estudios muestran que:
- Los niños mejoran su vocabulario en la mesa hasta un 40%.
- Se sienten más seguros en muchos aspectos, lo que contribuye a un mejor bienestar, les trasladamos nuestros mensajes y puntos de vista.
- Los adolescentes que como mínimo cenan o comen 3 veces por semana con los padres, tienen 3 veces menos tendencia a entrar en drogas y adicciones.
3) Interactuar: HABLAR DE TEMAS INTERESANTES PARA TODOS
Todos debemos de hablar, no sólo los niños. Es un momento para hablar y para escuchar todos. No hay que utilizar las cenas para riñas, sólo se consigue mal ambiente. Los temas que van a causar riña, mejor hablarlos aparte.
4) Educar: “MOMENTO CLAVE PARA HACERLO”
Todo este ritual educa. Desde el primer momento los padres hemos ser conscientes de ello y utilizarlo. En el momento en el que todos hacemos el esfuerzo para cenar juntos: unos corren, otros esperan, etc. ya estamos inculcando el esfuerzo, sacrificio y respeto por los demás.
Somos moderadores en todo momento:
– A la hora de servirse: esperar tu turno: Primero las niñas, luego los niños, el que sirve se sirve el último, no se elige…etc.
– A la hora de hablar: respetar turnos, no interrumpir, saber escuchar.
– A la hora de comer: correctamente, ordenado, limpio, hábitos alimenticios, etc.
Durante esos 40 minutos más o menos, tendremos a nuestros hijos sentados a la mesa, escuchándonos, hablando de sus cosas, proponiendo, explicando… No hay mejores oportunidades para educar en valores que alrededor de una mesa, es un momento distendido en el que estamos todos juntos compartiendo algo común.
Por lo tanto cenar y/o comer en familia, como mínimo 3 veces por semana, requiere un esfuerzo, sobre todo de los padres, para hacer que esta rutina se lleve a cabo, pero los beneficios son tan importantes que vale la pena.
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Enrique, un niño de ocho años, suele mentir con frecuencia y acerca de todo, lo que enfurece a su madre al no entender por qué procede de esa forma. Como la mayoría de nosotros, podemos comprender aquellas mentiras que pueden aportar algo o que evitan problemas, pero no si éstas no tienen un fin específico.
Según el investigador canadiense Kang Lee, es completamente normal que los niños experimenten con la mentira desde una edad temprana. En ocasiones, desde los dos años hasta un tope de 12. Para algunos de ellos, la mentira es “saludable” como parte de su fantasía e imaginación (la mentira de un niño de cuatro años de edad, cuando le cuenta un secreto a su osito de peluche).
Otras mentiras son “mentiras blancas” que suelen aparecer alrededor de los seis años tendentes a beneficiar a otro o para no herir sus sentimientos. La mayoría de los niños (y adultos), las cuentan por el deseo de evitar castigos, verse mejor ante los demás, conseguir “salirse con la suya” o, simplemente, por diversión.
Algunos estudios sugieren que los niños con mayores habilidades cognitivas suelen mentir más y la explicación reside en que la mentira requiere en principio tener en mente la verdad de una forma clara y luego manipularla. La capacidad pues para mentir con éxito implica mayor facilidad para el pensamiento y el razonamiento. Sin embargo, es importante educar a los niños para que valoren la honestidad y evitar que la mentira se convierta en un recurso frecuente y constante.
El primer paso en la educación para hacer frente a una mentira es considerar por qué se está diciendo: para evitar problemas, para quedar bien ante los demás y preguntarse si el niño es lo suficientemente mayor como para comprender que mentir es malo. En tal caso, quizá sería mejor en lugar de amenazarlo con castigos, enseñarle el valor de las cosas.
En todos los casos, al hablar con los niños sobre la mentira, los padres deben expresar que ésta les desagrada y que mentir no es jamás una buena excusa, así como dejar claro que la mentira disminuye la confianza y que cuanto más frecuente sea, más difícil será para los demás creerle cuando dicen la verdad.
Emplee expresiones como: “Me agrada cuando dices la verdad”. Y, sobre todo, indicarle que debe compartir información con usted pero sin mentir. Ello les permitirá desarrollar su propio sentido de la independencia y tomar decisiones por sí mismos reduciendo la probabilidad de mentir en las cosas que realmente importan.
También la actuación de los adultos es fundamental en tales enseñanzas. A menudo no tenemos en cuenta que somos un referente para el niño y que, por supuesto, imitará aquellos comportamientos o mentiras que incluso a nosotros nos parecen “inofensivas” como, por ejemplo, decir por teléfono que no podemos atender a la persona que nos llama porque estamos llegando tarde a una cita y debemos irnos de casa y al colgar sentarnos a ver una película. Tenga en cuenta que los niños, especialmente los menores de 10 años, les es difícil diferenciar entre las mentiras pequeñas y las grandes. Ellos sólo ven lo que está pasando.
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Fuente: psicologiainfantil.org
La asertividad es la habilidad personal que nos permite expresar directamente los propios sentimientos, opiniones y pensamientos y defender nuestros derechos, en el momento oportuno, de la forma adecuada sin negar ni desconsiderar los sentimientos, opiniones, pensamientos y derechos de los demás.
Asertividad significa ser claro y saber ponerse límites a uno mismo y ponérselos a los demás. Uno toma en cuenta las propias necesidades, pero considera también las de las demás personas y pude comunicar lo que necesita.
Los niños aprenden asertividad siendo claros con ellos, siendo asertivos. Es decir, no siendo pasivos, no pidiéndoles que hagan las cosas como si fuera un favor: “por favor, haz la tarea”, “ya métete a bañar ¿sí?” Las órdenes deben ser precisas indicándoles exactamente qué deben hacer y cómo hacerlo.
Esta claridad debe expresarse al poner límites sobre qué sí y qué no. Una vez que uno estableció un no, hay que saber mantenerse en lo dicho.
No debe existir ninguna amenaza, agresividad o gritos al pedir las cosas. Los padres pueden evitar estos extremos siendo conscientes de sus propias respuestas. Si en automático –derivado de su propia educación–, reaccionan a las actitudes del niño o lo hacen con enojo para pedir algo, va a salir la parte agresiva. Para que salga diferente, tiene uno que tomar consciencia de sus palabras y, con esa consciencia, transmitir la claridad. La claridad que no es poner miedo atrás para que hagas las cosas, no tengo que amenazarte, simplemente te voy a decir cómo hacerlo y voy a ser muy claro en la forma de comunicarlo.
En todo momento, los niños se benefician de un adulto que es seguro y que es claro. Si los niños saben lo que se espera de ellos y como se espera, qué hacer y qué no hacer, adquieren seguridad.
Una persona que es asertiva es predecible; no da el bandazo de ser agresivo y después arrepentirse y, para manejar la culpa, caer en la permisividad. Al ser predecible, sus mensajes son claros y el niño se siente seguro.
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Con la colaboración de Leticia Valero, fundadora de Educando en consciencia.
Un niño que no obedece puede hacer que cualquier adulto pierda su autocontrol. Cuando ese adulto es un padre o una madre que viene de una dura jornada laboral y tiene por delante una dura jornada de hogar, la tensión en la casa se vuelve constante.
Cabe subrayar que no hay recetas mágicas para conseguir que el niño obedezca. Un niño es, por sí mismo, una persona con decisiones propias y esas decisiones suelen entrar en colisión frontal con las órdenes de los mayores. Lo que sí es posible es evitar que el niño gane todas las batallas e intentar lograr un clima en casa en el que las calmas ganen a las tormentas.
Veamos estos diez consejos básicos para lograr que tu hijo obedezca:
- La exigencia a obedecer debe hacerse de forma gradual.No se puede pasar de cero a cien. Es adecuado empezar pidiendo obediencia en tareas que para ellos son fáciles y agradables y, cuando esto se haya asentado, subir a otro nivel de exigencia.
- Las instrucciones sobre lo que el niño debe hacer deben ser sencillas y claras, siempre dichas en un tono normal y a su nivel (no desde la habitación de al lado y gritando).
- Dichas instrucciones deben darse de una en una,evitando dar muchas al mismo tiempo.
- El niño debe acostumbrarse a recibir las órdenes una o dos veces para ser obedecidas.Si pasamos de ahí, lo único que conseguiremos será alterarnos emocionalmente. A partir de la tercera orden «no oída», tendrá la consecuencia a su desobediencia.
- Hay que acompañar la buena conducta del niño con elogiosy, ocasionalmente, con pequeños premios. Ensalzarlo y ofrecerle cariño cuando hace las cosas bien son siempre el mejor de los premios.
- De la misma forma, las situaciones en las que el niño no obedezca deben tener una consecuencia(castigo, regaño, privarle de algo que le gusta) pero nada más, sin que obtenga una atención extra de la mala conducta y se esté aludiendo a ella todo el día.
- En muchas ocasiones funciona bien emplear técnicas conductuales como otorgar fichas o puntos. En lugar bien visible, se pondrán las normas a cumplir (pocas y sencillas) y los días de la semana: se darán puntos positivos (o fichas) cuando lo haga bien y negativos cuando lo haga mal. Según el recuento semanal sea positivo o negativo, habrá premios o no.
- Evitar el castigo continuo. Los niños se hacen inmunes a él. Es más adecuado el valor positivo a la buena conducta y la ignorancia a la mala, que un regaño constante.
- Intentar evitar en lo posible la intervención de otros familiares; hay que informarles de lo que se está intentando conseguir y ser firmes con el plan.
- El décimo consejo bien podía ser el primero, el segundo, el tercero: paciencia, paciencia y paciencia. Un adulto autocontroladoes el mejor espejo en el que un niño puede mirarse.
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Cerca de un millar de padres de familia de colegios que aplican el sistema de UNO Internacional se dieron cita en el teatro del Centro de Congresos de Querétaro, en uno más de los congresos regionales en los que UNOi entabla un diálogo directo sobre el papel que deben tener los padres en el desarrollo de sus hijos, en el marco de un mundo cambiante que demanda nuevas capacidades y relaciones.
Al encuentro acudieron papás, mamás y directivos de las instituciones siguientes: Liceo Intercultural Mexicano; Instituto Bilingüe Andersen; Colegio Washington; Instituto Oriente de Querétaro; Colegio Real de Querenda; Instituto J. Francisco Rodríguez; Instituto Guadalupe Ramírez Álvarez; Instituto Neoqueretano; Jardín de Niños La Esperanza; Colegio Newland; Instituto Martin Luther King; Liceo Patrick Henry; Colegio Fray Luis de León; Instituto Muldoon; Colegio Modal; e Instituto AVH Actitud y Visión Holista.
Leonardo Kourchenko, quien tuvo a su cargo la conducción, señaló en la apertura el objetivo de proporcionar a los padres elementos de análisis para orientar a sus hijos en un mundo en el que están expuestos a estímulos diferentes. El sistema de UNOi no es, dijo, un método cerrado e invitó a los presentes a unirse a la comunidad de padres y participar en las redes sociales.
Antes de dar paso a las ponencias, el director de UNOi, Pablo Doberti, dirigió un mensaje en video desde Brasil, donde agradeció la asistencia de los padres y su interés en formar parte de la transformación educativa en colaboración con UNOi.
En su exposición, Araceli Pastrana, coordinadora de evaluación de UNO Internacional, habló del significado de ser un padre UNOi, cuya misión consiste en que sus hijos se conviertan en ellos mismos y, al respecto, destacó la importancia que presta UNOi a la autoestima al otorgarles voz y dignidad. Además del desarrollo competencias derivado de los aprendizajes, Araceli resaltó la importancia de la socialización, donde tanto escuela como padres juegan un papel fundamental, transmitiendo valores y actitudes. Para finalizar recomendó acompañar a sus hijos con paciencia para ayudarles a descubrir lo que les gusta y en qué son buenos y para conocer los beneficios de los hábitos positivos y el respeto a las personas.
En su oportunidad, Julia Borbolla psicóloga y autora, afirmó que aprendemos a amar de nuestros padres y que esta relación va generando sinapsis en el cerebro que nos permiten interactuar con los demás, apreciar su perspectiva, reconocer sus emociones, imaginar su dolor e interpretar sus miradas y lenguaje corporal; en suma, estímulos que generan empatía. Julia se refirió a la sobreprotección como una aportación excesiva de cuidados e invitó a los padres a ejercer un amor maduro y no tratar de resolver todo a sus hijos, permitiéndoles enfrentar sus propios procesos y adquirir así tolerancia a la frustración. Se pronunció también en contra de la sobrecompensación como una forma de suplir la atención oportuna y el tiempo de calidad que deben brindarles. Coincidiendo con Araceli, Borbolla reiteró la importancia de prestar más atención a identificar las fortalezas de sus hijos para que se apoyen en ellas.
Como es costumbre en estos encuentros, la sesión finalizó con una ronda de preguntas en la que los panelistas respondieron cuestionamientos sobre temas como la tarea, inocencia y fantasía, el bullying y otros más.
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El concepto de competir implica necesariamente una rivalidad u oposición entre dos personas por un mismo objetivo. Por eso, la relación entre dos personas que compiten es de rivalidad y desconfianza, ambas características que no deben darse dentro de la familia, ya que es ahí donde debe gestarse un ambiente de seguridad, confianza y colaboración.
Por eso, cuando comparamos a nuestros hijos con sus hermanos o con sus pares, cuando les hacemos competir unos con otros para ver quién logra primero un objetivo cotidiano o, simplemente, cuando estamos constantemente diciéndoles que son el “mejor” en algo, estamos estableciendo patrones de comportamiento que harán que el niño esté en una constante competencia. Al forjar este tipo de relaciones se ve al otro como un rival, por lo tanto, no cuenta con él como un aliado. Además, se genera un ambiente de desconfianza y el niño se hace inseguro, ya que no siempre podrá ganar y no siempre será destacado. El ser permanentemente comparado con otro, lo hace dudar de sus propias capacidades, especialmente cuando el otro es un hermano que por su edad o características personales tiene mayores posibilidades de tener éxito.
Pero el riesgo más grande de la cultura de la competencia, es que el niño crece y se desarrolla en función de otros. Es decir, sus esfuerzos no van en pos de superarse a sí mismo, dar lo mejor de sí, mejorar su propio desempeño y potenciar al máximo sus capacidades, centrándose en el propio proceso; sino en comparación a la brecha que se genera respecto al otro, aún cuando eso no tenga nada que ver con las propias habilidades y gustos. Y eso es negativo para el desarrollo de los niños, ya que daña su autoestima, pues no le permite verse ni aceptarse en su realidad y procesos personales.
Como padres debemos preocuparnos conscientemente de no fomentar la cultura de la competencia dentro de la casa, de manera que los niños puedan desenvolverse en un ambiente de confianza y seguridad, y que con el tiempo, sean un aporte para esta sociedad que requiere de personas más colaboradoras y menos competitivas. Así mismo, se evita que surjan los celos entre hermanos que no tiene nada de positivo para las relaciones fraternales.
Instaurar la cultura de la colaboración
Para instaurar una cultura de colaboración por sobre una de la competencia, es necesario forjar relaciones de cooperación. Para eso se debe fomentar el trabajo en equipo, la valoración por el proceso personal de cada uno y el reconocimiento de las propias habilidades y talentos.
Algunas sugerencias para fomentar la colaboración y evitar la competencia en la relaciones de hermanos (y pares).
- Buscar estrategias diferentes a la competencia para incentivar conductas esperadas de los niños. De esta manera se evita contraponer el esfuerzo de uno sobre el otro. Por ejemplo, evitar frases como: quién llega primero, quién es el más rápido para comer, quién se porta mejor.
- Promover el esfuerzo colectivo, incentivando conductas donde el trabajo en equipo y la colaboración sean lo que permita alcanzar la meta propuesta. Esto además enseña el compromiso en las tareas. Por ejemplo, pedir a los hermanos que ordenen juntos, mostrándoles que si todos ayudan será más rápido y quedará mejor. Cuando lo hagan, destacar el valor del trabajo en equipo.
- Promover que algunas de las responsabilidades del hogar se realicen en conjunto en vez de individualmente, por ejemplo: poner la mesa, sacar la basura, hacer la cama. Esto supone fomentar la sinergia de esfuerzos, mostrando a los niños que el trabajo de cada uno favorece a todos.
- Evitar estigmatizaciones. Es común que tanto los padres como la familia cercana le coloque “etiquetas” a los niños: uno es el “deportista”, el otro es más flojo. Estas estigmatizaciones no aportan en nada al desarrollo del niño, por el contrario, al etiquetarle hacen cargar con expectativas que no le permiten “fallar” y al otro hermano, sentirse en una sensación constante de disminución.
- No hacer comparaciones entre hermanos o pares. No usar a un tercero como parámetro de lo que se espera que logre el niño, sino que dar mérito al proceso y a los propios logros. Por ejemplo, no decirle “Pedro se porta mucho mejor”, sino “Tú puedes ser más obediente”.
- Felicitar sobre el progreso y logros sin caer en una exageración. Cuando a un niño se le felicita todo el tiempo por cada cosa que hace, al no recibir un elogio, se frustra y siempre está esperando hacer las cosas excelentes o hacerlas para recibir la recompensa (felicitación). Por eso el refuerzo positivo debe ser en su justa medida. Por ejemplo, felicitarlo porque aprendió a comer solo, pero no decirle “que excelente comes, eres demasiado seco” cada vez que come su comida.
- Tener especial atención con las metas que se proponen de acuerdo a la edad de cada niño. Para un menor que ve que a su hermano mayor se le entrega especial atención por ciertas conductas que realiza o destrezas que tiene y para él no son posibles por la edad, siempre sentirá que no logra “dar el ancho”. Por más que haga todos sus esfuerzos, nunca podrá, por ejemplo, escribir igual de bien que su hermano mayor por un tema de desarrollo motor y eso puede hacerlo sentir inferior e inseguro. Hay que explicarle que no se espera de él lo mismo que de su hermano grande.
Establecer dentro del hogar una cultura de la colaboración, superando las relaciones de competencia, es tarea de cada padre, cambiando ciertos hábitos que tenemos arraigados en nuestro comportamiento y cambiándolos por conductas que favorezcan el trabajo en equipo y la cooperación.
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En enero de este año, Finlandia –país icónico en el terreno de la educación, entre otras cosas por su modelo educativo y por los resultados destacados en las pruebas internacionales–, decidió dejar de enseñar la escritura a mano en letra cursiva a partir del ya inminente 2016. La letra de imprenta seguirá usándose a mano y el tiempo que se dedicaba a la cursiva se empleará para fortalecer las habilidades en el uso del teclado.
Sobre el particular, recogemos aquí la opinión de Maite Andreu, directora del Colegio Nuestra Señora de Schoenstatt, en Madrid.
Como suele ocurrir cada vez que un adelanto tecnológico propicia un cambio en los programas educativos, las reacciones suelen dividirse entre los más fervientes defensores o detractores. Y ya ha comenzado la carrera a que esta medida sea replicada en el resto del mundo: acabar con la escritura tal y como la entendemos hoy día, gracias a la buenísima reputación de la que goza la educación en el país escandinavo debido a sus resultados en los informes PISA.
Una de las cuestiones que no se tiene en cuenta es que el aprendizaje de la caligrafía cumple otras funciones más allá de enseñar a escribir a mano correctamente. Está demostrado a través de diferentes estudios neurológicos y psicológicos que tiene una serie importantes beneficios que favorecen el aprendizaje del lenguaje: la escritura manual ayuda a procesar mejor la información.
En el colegio Nuestra Señora de Schoenstatt (Pozuelo de Alarcón, Madrid) somos unos firmes defensores del sistema de educación nórdico y el fomento de las nuevas tecnologías, pero no en este apartado concreto. En línea con las pautas que se siguen en el Norte de Europa, en el colegio desarrollamos una metodología propia donde se apuesta por fomentar la autonomía en cada individuo.
¿Y en qué consiste este autoaprendizaje? Cada niño tiene unos potenciales únicos y la misión de los educadores es darles las herramientas necesarias para que aprendan a desarrollarlos y a ser autónomos. Creemos que nuestra tarea como educadores consiste en acompañar al alumno en la búsqueda del conocimiento, impulsando la originalidad de cada estudiante desde la confianza, fomentando dicha autoeducación.
Y, entonces, ¿qué papel juega la tecnología en todo esto? ¿Estamos dispuestos a acabar con la caligrafía como hacen nuestros vecinos del norte? ¿Creemos que hay que supeditar la escritura a la velocidad mecanográfica?
Rotundamente, no. Por supuesto que en el mundo actual debemos adaptar muchas de nuestras medidas al creciente uso de las nuevas tecnologías, pero no a cualquier precio. En nuestras aulas, y desde edades muy tempranas, los alumnos se familiarizan con todo lo digital, se trabaja en pizarras digitales, se les enseña a manejar tabletas, ordenadores, ofimática… Pero como educadores no debemos perder nunca el objetivo final. La tecnología debe ser una herramienta que ayude a los niños a adquirir conocimientos y a convertirse en ciudadanos universales. Todo ello con un claro objetivo pedagógico: alimentar, desde la libertad y el respeto, la respuesta del alumno a su día a día académico, personal y social.
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Fuente: educación trespuntocero
Existen varios modelos para una efectiva colaboración entre casa y escuela. Uno muy conocido es el que se plantea en los Seis tipos de involucramiento para padres de Joyce Epstein: crianza, comunicación, voluntariado, aprendizaje en casa, toma de decisiones y colaboración con la comunidad.
A partir de las categorías de Epstein, sometemos a su consideración las siguientes sugerencias:
- Crianza
- Reconozca que su hijo tiene diferentes necesidades en distintas etapas de su desarrollo
- Tómese el tiempo para establecer una conexión con su hijo y demuéstrele interés en sus actividades diarias, escuchando con atención y guiando con sutileza
- Cree un ambiente que sea que enriquezca y afirme su desarrollo y busque oportunidades de reforzar los valores aprendidos en la escuela
- Comunicación
- Comuníquese con los maestros para mantenerse al tanto de los avances, comportamiento y logros de su hijo. Si las tuviera, comente con ellos sus preocupaciones. Adopte una postura abierta a las ideas y retroalimentación sobre el desarrollo del niño.
- Familiarícese con las distintas plataformas y canales de comunicación de la escuela que cubran mejor sus necesidades y le ayuden a entender los diversos programas de la escuela con relación a las necesidades e intereses de su hijo
- Voluntariado
- Participe como voluntario en el grupo de apoyo de padres de la escuela
- Aporte sus servicios y/o experiencia a las iniciativas, programas y eventos de la escuela
- Atienda las solicitudes de ayuda de los maestros de su hijo en los asuntos relativos a sus clases
- Aprendizaje en casa
- Genere en casa una actitud positiva hacia el aprendizaje, al fomentar en su hijo el gusto por un aprendizaje de por vida
- Participe con su hijo en actividades de aprendizaje divertidas y relevantes que le emocionen y ayuden a entusiasmarse por aprender
- Ayúdele a establecer conexiones entre el contenido de los conceptos aprendidos en la escuela y la vida cotidiana
- Toma de decisiones
- Ofrezca a la escuela retroalimentación constructiva y sugerencias sobre sus programas y prácticas a través de los diversos canales y plataformas de comunicación
- Asuma el liderazgo en los comités del grupo de apoyo de padres
- Comparta sus ideas con otros padres que participen en estos comités
- Colaboración con la comunidad
- Reúna información sobre servicios y programas comunitarios que benefician a su hijo y/o familia
- Comparta con vecinos y otras familias información útil sobre programas y servicios comunitarios
- Explore las oportunidades de colaboración escuela-comunidad en las que podrían involucrarse su hijo, familia y escuela
- Apoye los proyectos y programas de la escuela con la comunidad
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Fuente: SchoolBag. Traducción: UnoiNews.
En el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Raúl González, Director Global de loqueleo y Juan Arzoz, Director General de Santillana México, presentaron este nuevo sello de literatura infantil y juvenil del grupo editorial.
En el acto, les acompañaron los escritores Francisco Hinojosa, Luis Pescetti, Yolanda Reyes cuyos respectivos libros: Las orejas de Urbano, ¿Mamá por qué nadie es como nosotros? Y Una cama para tres, forman parte –entre muchos otros–, de la oferta del sello que pretende llegar a 100 millones de alumnos de Latinoamérica y España.
Sobre el proyecto, Juan Arzoz señaló, “Loqueleo es una marca joven y dinámica que representa la evolución de un gran fondo editorial a partir de la experiencia y la tradición que hay en Santillana y de la que forman parte los mejores autores e ilustradores para dar un nuevo impulso y generar nuevas experiencias de lectura.”
Raúl González explicó que la marca irá acompañada por un sitio de internet con importantes herramientas para las familias y docentes: “Los tiempos cambian, han aparecido nuevas formas de leer, nuevos soportes de lectura y nuevas formas en que los lectores se relacionan unos con otros”.
Entre otras características del proyecto, destacan:
- Títulos adecuados a cada edad: prelectores, infantil y juvenil
- Presencia en 22 países con la mejor producción de América y España
- Una web propia con acceso al catálogo completo y a la oferta de recursos dirigida a profesores y familias
- Oferta editorial en formato papel y digital que además se sumará a los materiales de Sistema UNO Internacional
- Plataforma de comprensión lectora que evaluará las destrezas lectoras de los alumnos proponiendo actividades de refuerzo y mejora
- Contacto permanente con los lectores a través de las diferentes redes sociales
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Más información en: http://www.loqueleo.com/
Nuestros hijos están inmersos de manera constante en ambientes de aprendizaje distintos y, aprenden de las diferentes personas con las tienen contacto, en particular en la escuela y en la casa. Para ayudarles a aprender en casa, una meta como padres podría ser enriquecer sus experiencias, para prevenir o corregir problemas de aprendizaje y ayudarles a reforzar lo aprendido en la escuela.
No existe una sola forma correcta de ayudar a sus hijos a aprender en casa, pero sí algunas ideas para orientarlos en la dirección correcta. Existe además la postura, ésta sí correcta, que consiste en ayudarle a disfrutar el proceso de aprendizaje. Y, al estar presente para ellos, usted reafirma a su hijo que siempre estará ahí para ayudarle y guiarlo.
Las siguientes son algunas recomendaciones para crear un ambiente positivo de aprendizaje en casa:
- Elogie todos los esfuerzos de su hijo, no solo cuando tenga éxitos
- No haga énfasis en los errores o calificaciones académicas. Más bien, procure siempre animar a su hijo a esforzarse por mejorar
- Dele confianza para buscar ayuda de su maestro
Construya una relación sólida con su hijo
- Desarrolle relaciones padre-hijo que sean amorosas, cálidas y entusiastas
- Escuche, responda y hable con su hijo
- Participe de un pensamiento compartido como algo cotidiano. Puede hacerlo explicando, especulando, describiendo, haciendo conexiones y preguntas abiertas
Cree oportunidades para explorar y aprender
- Dele al niño oportunidades amplias de explorar y desarrollar independencia, al mismo tiempo que le ofrece apoyo cuando sea necesario. Su estímulo es vital para desarrollar su confianza
- Ofrézcale experiencias de la vida real para ayudarle a entender su entorno. Una forma de hacerlo es incluirlo en las rutinas diarias y entablar conversaciones con él sobre estos ambientes
Céntrese en el niño
- Estimule a su hijo a compartir ideas con base en sus intereses
- Permita y anime a su hijo a que lleve la iniciativa al jugar juntos
- Desarrolle la autoestima y confianza de su hijo al reconocer sus esfuerzos y no solamente sus triunfos
Desarrolle el lenguaje de su hijo
- Platique con él tanto como sea posible como parte de la vida diaria
- Haga sesiones orales de cuentos con su hijo, alternándose con él para compartir historias cotidianas o experiencias pasadas
- Cante canciones y rimas
- Utilice una amplia variedad de estilos de texto al leer con él y anímelo a contar con sus palabras sus historias favoritas
- Apoye y refuerce los intentos de su hijo por escribir
- Estimúlelo para expresarse a través de la pintura o el dibujo
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Fuente: Schoolbag. Traducción: UnoiNews.