Padres - UNOi Internacional - Page 22
Necesito ayuda

por J.K. Elemenopi

Asistir como testigo al proceso de alfabetización de tu hijo es una experiencia en extremo satisfactoria o, como dicen por ahí, que no tiene precio.

El hijo –pequeño, por supuesto–, toma en sus manos un cubo de madera (sí, todavía los hay),  interpreta el signo que una de sus caras ofrece a sus ojos y emite un gutural “O” con los labios redondeados, como queriendo imitar ese círculo perfecto. Y repite “O – O”, al tiempo que su rostro resplandece con el descubrimiento.

No podemos precisar, al menos no yo, lo que ocurrió en su cerebro en ese momento, pero me queda claro de que acababa de establecer una conexión indeleble (salvo el Alzheimer), para toda la vida, entre el lenguaje hablado y su representación escrita. El sonido se había convertido en objeto. Y no puedo menos que maravillarme.

Muchos giros al cubo habrían de pasar, muchos gestos y muchos días, antes de que pudiera descifrarlo en su totalidad.

Existe en la actualidad un debate extendido sobre a qué edad deben los niños aprender a leer y escribir. Mientras unos opinan que cuanto antes mejor, otros argumentan que el proceso requiere de una cierta madurez tanto neuronal como motriz para su correcto desarrollo. Los finlandeses, tan aplaudidos en el contexto internacional por su modelo educativo, comienzan a los 7 años; postura que desde mi experiencia celebro aunque, por otra parte, debo reprocharles su decisión de no enseñar más la cursiva. No hay sistema perfecto.

Además, estoy convencido de que cada niño tiene su propio ritmo de aprendizaje –incluso estando ya en el aula–, y debemos respetar su proceso personal sin apresurarlo. De que leerá, leerá.

En mi caso, el de mi hijo, a la “O” siguió la “U” con el labio inferior hacia adelante, y luego vino la “E” acompañada de un tono juguetón y así, hasta llegar a las consonantes, el silbido de la “S” y el ronroneo de la “M”. Todo ello, prácticamente sin ninguna asistencia. La ayuda llegó después, al acomodar los cubos en sílabas y más adelante en palabras sencillas, que significaron, cada una, la posibilidad no solo de nombrar las cosas conocidas sino de representarlas con un conjunto de símbolos. En preescolar –lo adivinaron-, su primer trazo con el puño cerrado sobre una crayola fue una “O”, imperfecta sí, pero solo para algunos ojos.

No aspiro a que sea un Hugo, o un García Márquez, pero estoy seguro de que de su mano saldrán palabras suficientes para poder expresar sus ideas y sentimientos.

Algunos se jactan de que la primera palabra que pronunció su hijo de bebé fue “Papá”. Yo puedo decir que lo primero que el mío leyó, fue una “O”.

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por Psic. Maite Ruiz*

Uno de los problemas que enfrenta nuestro país en materia de salud y bienestar social, es el consumo de drogas legales e ilega­les por un amplio sector de la población.

Según la Organización Mundial de la Salud, una droga es: “Toda sustancia que, introducida en un organismo vivo, puede modificar una o varias de sus funciones”.

Droga es un término que se refiere a un gran número de sustancias que cumplen con las siguientes condiciones:

  • Al entrar en el cuerpo de un organismo vivo son capaces de alterar una o varias de sus funciones físicas y psíquicas;
  • Las drogas impulsan a las personas que las consumen a repetir su utilización por los efectos placenteros que generan, independientemente de los daños a la salud que también producen.

Su consumo no tiene que ver con alguna indicación médica y, en caso de tenerla, la persona que la utiliza lo hace con fines distintos a los terapéuticos.

Esto quiere decir que las drogas son sustancias capaces de producir adicción (drogadicción, farmacodependencia).

Las investigaciones realizadas durante las últimas décadas, han tratado de determinar cómo comienza y avanza el abuso de drogas, aunque resulta complicado definir una sola causa. La conducta asociada a su consumo obedece a múltiples fac­tores que pueden aumentar o disminuir el riesgo de que una persona abuse de las drogas. Los factores de riesgo son aquellos agentes interpersonales, sociales o individuales que están pre­sentes en los ambientes en los que se desarrollan las personas y que pueden incrementar las posibilidades de que se dé un pro­ceso adictivo; mientras que los factores de protección pueden reducir, neutralizar o bien, eliminar este riesgo.

No hay un solo factor que determine si alguien se volverá adicto. El riesgo de desarrollar esta enfermedad está influenciado por una combinación de factores que incluyen la constitución biológica de la persona, el entorno social y la edad o etapa de desarrollo en que se encuentra. Mientras más factores de riesgo se tienen, mayor es la probabilidad de que el consumo de drogas se convierta en adicción.

Principales factores de riesgo: 

  • Factores personales     

Baja autoestima, búsqueda de nuevas e intensas emociones, agresividad, problemas de comportamiento, timidez, rebeldía, enajenamiento y bajo rendimiento escolar, escaso control de impulsos y ansiedad.

  • Presión de los amigos

Entre la mayoría de los jóvenes, la asociación con usuarios de drogas parece ser determinante para abusar de ellas debido a la necesidad de formar parte de un grupo.

  • Familiares

El hecho de que uno o ambos padres o familiares cercanos sean usuarios de drogas incrementa el riesgo, debido a que los adolescentes perciben que hay tolerancia, ambivalencia o permisividad hacia su consumo.

  • Comunitarios

Problemas en la integración de los jóvenes a la comunidad; desigualdad económica, falta de oportunidades educativas y de empleo. Disponibilidad de la sustancia y tolerancia social hacia su consumo.

  • Escolares

Ambiente escolar con escasa motivación y apoyo para los estudiantes, falta de un programa integral para resolver el fracaso académico o supervisar la salud emocional de los alumnos; baja satisfacción y apego escolar.

Más allá de los efectos negativos a los que las personas están expuestas,  también existen factores internos que resultan protectores.

Principales factores de protección:

  • Nivel personal

Capacidad de autonomía, independencia, empatía, satisfacción por lo recibido, tendencia al acercamiento hacia las personas y situaciones en el nivel intelectual, autoestima positiva, actitudes asertivas, existencia de un proyecto de vida, desarrollo de actividades sanas (pertenencia a clubes juveniles, música, pintura), realización de ejercicio físico.

  • Nivel familiar

Las relaciones sinceras y afectuosas entre papá, mamá e hijos/as, contar con adultos/as responsables y conscientes en el ejercicio de sus tareas de dirección, desarrollo familiar en un ambiente de respeto y colaboración, la claridad y firmeza de las normas, límites y los principios familiares, la comunicación funcional.

  • Nivel  social

Se toman en cuenta los microambientes donde la persona se desarrolla como: la escuela, la universidad, lugares de trabajo, lugares de recreación, la calle, entre otros; siempre y cuando éstos favorezcan la formación integral de la persona.  (CIJ 2012).

Los factores protectores, aplicados a la forma preventiva del abuso de drogas, apoyan o favorecen el pleno desarrollo del individuo; están orientados hacia el logro de estilos de vida saludables (promoción de la salud), que determinan normas, valores y patrones de comportamiento contrarios al consumo de drogas y que a su vez sirven de amortiguadores o modera­dores de los factores de riesgo.

Ambos tipos de factores pueden afectar a la persona duran­te diferentes etapas de su vida. En cada etapa se enfrentan riesgos posibles de cambiar a través de una intervención preventiva; por ejemplo, en los niños se pueden modificar o prevenir los riesgos durante los años preescolares, tales como una conducta agresiva, con intervenciones familiares, escolares y comunitarias dirigidas a propiciar que los niños desarrollen conductas positivas. Si no son tratados, los comportamientos negativos pueden llevar a riesgos adicionales, como el fracaso académico y problemas sociales, los cuales aumentan las posi­bilidades de que se abuse de las drogas en el futuro.

De igual forma, ninguno de los fac­tores, tanto de riesgo como de protección, está por encima de los otros ni son la única causa del consumo; se puede hablar de probabilidad pero no de determinación.

 

¿A qué nos referimos cuando hablamos de…

PREVENCIÓN de CONSUMO DE DROGAS?

La prevención del consumo de drogas es el “conjunto de actuaciones encaminadas a eliminar o modificar los factores de riesgo y a fomentar factores de protección frente al consumo, o a otras conductas adictivas, con la finalidad de evitar que éstas se produzcan, se retrase su inicio, o bien, que no se conviertan en un problema para la persona o su entorno social”.

La drogadicción es una enfermedad que se puede evitar. Los resultados de las investigaciones auspiciadas por el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA por sus siglas en inglés) han demostrado que los programas de prevención que involucran a la familia, la escuela, la comunidad y los medios de comunicación son eficaces para reducir el abuso de drogas. Si bien hay muchos acontecimientos y factores culturales que afectan las tendencias de abuso de las drogas, cuando los jóvenes perciben que el consumo de drogas es perjudicial, se observa una disminución en la tendencia a consumirlas. Por lo tanto, la educación y el activismo comunitario son claves para ayudar a los jóvenes y al público en general a comprender los riesgos del abuso de drogas. Los maestros, padres y demás profesionales de la salud pública deben continuar mandando el mensaje que la drogadicción se puede evitar si la persona nunca consume drogas.

Está comprobado que la mejor manera de combatir las adicciones es justamente  con la PREVENCIÓN, y para prevenir tenemos que estar informados y preparados para ACTUAR.

La casa es el mejor lugar para proteger a los hijos de las drogas. En segundo lugar está la escuela. Como padres de familia, hay muchas acciones sencillas que podemos realizar para mejorar la comunicación con los hijos, para convivir más armoniosamente y para que crezcan sanos mental y físicamente.

Sugerencias para los Padres:

HABLE con sus hij@s sobre los riesgos y daños del alcohol, el tabaco, la mariguana y otras drogas, infórmelos y oriéntelos.

• Fomente actividades sanas y creativas.

• Conozca a sus amigos

• Ayúdelos a sentirse bien con ellos mismos, sus hijos se sentirán satisfechos cuando

usted reconozca sus esfuerzos y logros.

• Ayúdelos a desarrollar valores firmes y adecuados.

• Demuéstreles su confianza.

• Escúchelos atentamente y resuelva sus dudas.

• Enseñe a sus hijos a tomar decisiones y a manejar  la presión de grupo.

• Establezca reglas familiares claras.

• Promueva las reuniones periódicas de un grupo de padres.

• Aprenda a reconocer las señales relacionadas con el uso de alcohol, tabaco y otras drogas.

• No dude en solicitar ayuda profesional.

• Dé un buen ejemplo.

• Procure conocer sus intereses, gustos, cualidades y preocupaciones.

• Reconozca los esfuerzos que realizan para logar sus metas.

• Muestre apoyo y solidaridad cuando enfrenten situaciones difíciles (CIJ, 2010).

Una de las tareas más importantes -y complicadas- de los padres de adolescentes es mantener siempre abiertas las vías de comunicación. 

Habilidades para la Vida

Tener la habilidad de identificar nuestras emociones es importante para conocernos mejor y encontrar las causas que desencadenan en nosotros sentimientos negativos.

Es el primer paso para regular nuestras emociones con el fin de que no nos afecten y nos lleven, entre otras cosas, al consumo de alcohol y otras drogas.

Es importante que identifiques las causas que desencadenan emociones negativas que te llevan a tomar decisiones perjudiciales para ti, para que a partir de eso trabajes en regular tus emociones

La autoestima puede definirse de acuerdo  con los siguientes puntos:

– Tener buena opinión de uno mismo.

Tener confianza en nuestro valor como persona.

– Tener una actitud positiva.

– Estar satisfecho de uno mismo.

– Plantearse objetivos realistas.

A continuación presentamos algunas preguntas que te pueden ayudar a tomar decisiones de manera consciente: ¿Qué quieres? ¿Qué opciones tienes? ¿Qué te conviene más? ¿Qué escoges? ¿Hay algo qué corregir?

Para ser asertivo tienes que darte cuenta de que todos tenemos derecho a:

– Decir “no”.                           – Pedir ayuda.                      – Opinar.

– Cambiar de opinión.           – Estar en desacuerdo.       – Decir lo que sentimos.

– Buscar lo que es conveniente para uno mismo.            – Pedir que se cumplan los acuerdos.

Es importante que tengas presente que cuando alguien te proponga hacer algo indebido que daña tu salud y va en contra de tus valores –como consumir alcohol u otras drogas– siempre tienes el derecho a rechazar esa oferta.

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La autora tiene a su cargo el Departamento de Psicopedagogía en el Colegio Europeo de México Robert Schuman.

Descubrir que tu hijo roba es una situación delicada, embarazosa y hasta irritante que requiere afrontarse de inmediato. ¿Cómo hacerlo?

La tarde de este martes, en la frecuencia de Siempre 88.9, Raúl González Soto invitó a abordar el tema a Leticia Valero, fundadora de Educando en Conciencia y especialista en escuela para padres.

Para iniciar,  Raúl relató que siendo pequeño, le pareció fácil embolsarse una pluma en una tienda ante la negativa de su madre a comprársela en ese momento. Era la pluma de moda que tenía cuatro colores y él la quería. Al llegar a casa su madre le pidió vaciar sus bolsillos y luego de su sorpresa y un regateo apareció la dichosa pluma, la cual su mamá había pagado en la tienda sin que él se enterara. La reprimenda no llegó al drama y la lección quedó aprendida.

Lety comentó que la forma de tratar el asunto fue la adecuada Subrayó la importancia de evitar una reacción extrema como: “¿Esa es la educación que te he dado?”, o peor. Recomendó enfocarse en el porqué y propuso un acercamiento desde una posición positiva como: “Te morías de ganas por tenerla ¿verdad?”. Lo que sigue es poner límites: “No es correcto y no puede ocurrir de nuevo”. Y, después, enseñar una habilidad: “Si quieres algo pídelo. Te entiendo, pero no puedes tomar lo que no es tuyo”. Debemos, dijo Lety, evitar la reacción extrema, no ser pasivos ante la situación y sí asertivos. Hacerlos sentir mal no va a producir un comportamiento diferente, así que es mejor ahorrárnoslo.

Pregunto Raúl si esto sería contraproducente y Lety dijo que podría provocar una percepción pobre de sí mismos y actuar de acuerdo a esa visión.

Respecto a las edades, mencionó que entre más grandes es más preocupante y propuso regresar al principio que establece que todo comportamiento es una forma de comunicar algo. Debemos preguntarnos “¿Qué me quiere decir si roba recurrentemente?”. En los mayores representa una señal de alerta que podría prefigurar una conducta delictiva posterior.

Raúl leyó comentarios en Twitter de dos radioescuchas: “Me robé una crayola en el Kínder y mi mamá me hizo regresarla” y, “Me puso las manos en la estufa por tomar un reloj en casa de mi primo”.

En el primer caso, Lety aprobó el tratamiento. Que el niño sepa que hay consecuencias a sus acciones, pero yo te acompaño a devolverla. La reacción en el segundo comentario le pareció que lejos de ayudar podría afectar más de lo que pensamos. Hay que enseñarles a no martirizarse por su acción sino enseñarles a resolver, a concientizar que es un error y no hay que repetirlo.

Insistió Lety en investigar qué es lo que nos quieren comunicar: «Si robo consigo tu atención, aunque sea negativa». La falta de atención o cariño son factores probables, o el que todos en su entorno tengan un celular y él no. Determinar primero el porqué para después ayudar.

En otro comentario de la audiencia una persona escribió que su sobrino roba con amigos en centros comerciales. Aquí, Lety dijo que las causas pueden ser muy variadas y debemos estar atentos a las conductas para descubrir el origen. Descartó que un castigo severo sea la solución.

Por último, la especialista recomendó que hagamos saber a los niños que no pueden obtener todo lo que quieren y enseñarles a manejar la frustración que no obtenerlo les genera.

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Con el objetivo de mejorar la organización de las escuelas para llevar a las aulas la reforma educativa, el Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer, dio a conocer este lunes el plan La Escuela al Centro, que es la primera de siete prioridades que se pondrán en marcha este año, que el Secretario consideró clave para la transformación del sistema educativo Mexicano.

La Escuela al Centro comprende seis líneas de acción que involucran a las autoridades educativas locales, maestros y padres de familia.

En la quinta de estas líneas, relativa al mejor uso del tiempo escolar se propondrá una iniciativa de reforma a la Ley de Educación para modificar la estructura del calendario escolar de manera que las escuelas primarias y secundarias puedan elegir entre un ciclo escolar de 200 días, como hasta ahora, u otro de 185 con jornadas más largas. Esto, sin menoscabo del número de horas a impartir, que son 800 para las primarias de tiempo regular, 1,200 para las de jornada ampliada y, 1,600 para las de tiempo completo. En el caso de las secundarias, el total de horas se mantendrá alrededor de 1,167.

Además, se prevé aumentar el número de horas de clase para el nivel de educación preescolar, de 3 a 4 horas diarias para el calendario de 200 días y a 4.5 horas para el calendario de 185 días.

Se precisa que en todos los casos, el número de días y horas se mantendrá por encima o en el promedio de los que se imparten en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

El resto de las líneas de acción abarca: una nueva organización de la escuela con menos burocracia; más recursos para las escuelas; fortalecimiento de los Consejos Técnicos Escolares; participación social activa; y, escuelas de verano.

Más detalles se pueden consultar en: http://www.gob.mx/sep/articulos/la-escuela-al-centro-19049.

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No existe un manual para la paternidad y como padre (o madre) te vas a equivocar.

Esto afirma, Carles Capdevila, periodista español y padre de cuatro hijos –dos pequeños y dos adolescentes–, quien sin embargo asegura que es posible educar con base en el amor y el criterio.

En la conferencia: “Educar es comunicar… con humor”, dictada para la platafoma Gestionando Hijos, Cadpevila subraya la importancia del sentido del humor en esta tarea, asociado estrechamente al sentido común.

Capdevila se declara en contra de la sobreprotección, porque impide a los hijos adquirir una responsabilidad propia; considera necesario saber decir que no con cariño; y es partidario de los besos y los abrazos, pero sobre todo, de hacerles saber que estás ahí y les quieres sin importar las circunstancias. Los adolescentes, aunque no lo demuestren, quieren que les quieras y necesitan que tengas el control.

Compartimos aquí el video de la conferencia:

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Todos los niños tienen una gran capacidad para asombrarse ante las maravillas del mundo. ¿En qué momento pierden esa capacidad? ¿Por qué?

Compartimos aquí el resumen del artículo “La educación en el asombro: un enfoque nuevo (o no tan nuevo en el aprendizaje”, de Catherine L’Ecuyer, publicado en la revista “Frontiers in human neuroscience”.

El asombro, innato en el niño, es un deseo interno de aprender que aguarda el contacto con la realidad para despertarse. El asombro está en el origen de una consciencia basada en la realidad y, por lo tanto, del aprendizaje mismo. El alcance del asombro, que se da a nivel metafísico, es mayor que el de la curiosidad. Interpretaciones desafortunadas de la neurociencia han llevado a ideas falsas que se venden bajo la etiqueta de “educación basada en la neurociencia”, inspiradas todas ellas en la asunción científicamente equivocada de que el aprendizaje de los niños depende de un entorno enriquecido. Esas creencias han reforzado el conductismo en la educación, tanto en casa como en la escuela, lo que ha contribuido a aniquilar el sentido de asombro de nuestros hijos. Proponemos el asombro como centro de toda motivación y acción del niño. El asombro es lo que convierte la vida en algo genuinamente personal. La Belleza suscita el asombro. El asombro sintoniza con la belleza a través de la sensibilidad y se despliega a través del apego seguro. Cuando el asombro, la belleza, la sensibilidad y el apego seguro están presentes, el aprendizaje es significativo. Por el contrario, cuando no está presente la dimensión volitiva (asombro), no hay un fin o sentido (belleza), o no hay una predisposición a la confianza (apego seguro), el mecánico, rígido y restrictivo proceso de un mal llamado aprendizaje a través de la repetición se convierte en una rutina que aliena y embrutece a la persona. A eso se le podría llamar “adiestramiento”, pero no aprendizaje, porque no contempla a la persona en su totalidad.

Omnes homines natura scire desiderant

Todos los hombres desean conocer por naturaleza (Aristóteles)

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El artículo completo puede leerse en: https://drive.google.com/file/d/0B8W1JfpAaqCCMkJHQzEtNzV6VDQ/view

Como padres ansiamos evitar a nuestros hijos cualquier situación de peligro, de malestar, de dolor, de sufrimiento.

El miedo es natural, el miedo es un mecanismo que nos ha permitido sobrevivir como especie porque el miedo nos ha hecho desarrollar comportamientos para cuidarnos.

Los padres valientes tienen miedo y lo saben, pero no dejan que sea el miedo el que eduque a sus hijos porque no quieren que sus hijos crezcan asustados.

La vida de los seres humanos es frágil y se ve fácilmente amenazada por muchos y diferentes acontecimientos, pero si pretendes tener control sobre todos los peligros que pueden afectar a tu hijo vas a crear una burbuja que se llama sobreprotección y los hijos sobreprotegidos se vuelven personas incapaces de manejar su propia vida.

Tener miedo es normal. Las personas que no tienen miedo  son insensatas. Tener miedo no significa vivir asustado, ni vivir asustando.

Para educar sin asustar,  puede ser una buena idea:

1.- Dar razones de por qué no se debe de hacer algo en vez de recurrir a meter miedo para que no lo haga.

2.- Enseñar a los hijos a tener frente a la vida una actitud positiva les ayuda a valorar la vida y por lo tanto a desarrollar conductas que les ayuden a preservarla.

3.- El malestar, sufrir, no tener lo que uno desea, etc. son situaciones normales e inevitables en la vida de las personas. La finalidad de la educación no es evitar todos y cada uno de los potenciales peligros que les puedan afectar a nuestros hijos; la finalidad es que aprendan a vivir, que aprendan a afrontar todo lo que la vida les va a deparar, bueno o malo. Afrontar es vivir activamente.

4.- No puedes ocultarles y menos aún evitarles a los hijos la cara triste de la vida porque es una manera de hacerlos débiles e incompetentes para afrontar adversidades a las que más temprano que tarde tendrán que enfrentarse.

5.- Así que no le tengas miedo al miedo, aprovecha ese miedo para enseñar a tus hijos que amar, amar las cosas que hacemos, amar la vida, es la mejor manera de aprender a desarrollar conductas que no nos pongan en peligro.

6.- Vivir… eso es ser padres: dar vida, vivir.

Sobeproteger a los hijos es una manera de meterles miedo en el cuerpo. Sobreproteger a los hijos te aporta una falsa seguridad, una tranquilidad efímera. Te recuerdo que tus hijos son muy pocos años unos niños y muchos años unos adultos que van a tener que organizar su vida. Tú decides qué y cómo quieres enseñarles.

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Fuente: Carlos Pajuelo, psicólogo y orientador

Ya sea a nivel estudiantil, deportivo, intelectual, social, físico, emocional, artístico, etc. Todos tenemos talento.

¿Qué es el talento?

El talento es una predisposición innata a sobresalir ante una habilidad más que el común de los mortales. Añadiendo a su vez una rapidez mayor que el resto para su aprendizaje.

¿Qué es habilidad?

Es aquello que te encanta y te apasiona, pero… no lo llevas en la sangre, así que necesitas destinar mucho tiempo para su dominio.

Entonces, la clave para diferenciar el talento de la habilidad es la rapidez y facilidad del aprendizaje de la temática. Pero realmente por separado son inservibles.

Ahí va un ejemplo:

-Joel tiene 7 años. Sus padres han notado que cada vez que suena música en la TV o la que suena en la cafetería que frecuentan los viernes por la tarde, a Joel lo notan entusiasmado con el sonido de la guitarra eléctrica. Tanta es su pasión que los reyes magos le recompensan regalándole una. Joel desde que sus deditos posa en el mástil, las horas vuelan. En unas pocas semanas ya Joel domina los acordes mayores, menores y algún que otro punteo sencillo. Progresa a pasos agigantados. Sus padres lo van a matricular en la escuela de música y según la prueba de nivel, estará en el horario de adultos. ¡Es un crack!

-María tiene 25 años. Desde que tiene 15, ella recuerda haber soñado con verse de mayor siendo una bailarina profesional. Especialmente de ballet. Le costó arrancar a decidirse y no fue hasta los 19 cuando se armó de valor, entró en la academia de baile de su vecindario y desde ahí, no se imagina su vida sin esta pieza tan importante. El baile es su modo de expresarse, de sentir, de comunicar y desconectar de los conflictos. Le ha costado horrores perseguir su sueño, pero en estos días, le han ofrecido ser profesora de danza. ¡Es una luchadora!

Los dos ejemplos, hablan de personas entusiasmadas, que han sabido redireccionar su vida. Pero el caso de Joel se trata más de talento y el caso de María de habilidad. Es cierto que la edad puede parecer un hándicap. Y realmente, sí que lo es. Los niños hacen y no piensan demasiado si lanzarse o no. Su decisión se vuelve más simple cuando de atrevimiento o miedo se trata.

¿Por qué por separado son inservibles? Porque si Joel no hubiera practicado el rasgueo de su guitarra no hubiera progresado a pesar de ser un diamante en bruto. Porque María a pesar de no llevar en la sangre ser bailarina, ha luchado y ha practicado tanto, que se ha igualado con aquellas bailarinas que llevan en la danza desde la infancia. Es un ejemplo de lucha.

Ahora, no hay excusa. Si tú, tus alumnos o tus hijos nacieron para ello, necesitarán menos tiempo para destacar. Si no es así, con la regla de las 10.000 horas de práctica pueden convertirse en fantásticos profesionales.

PD: Una gran clave de la felicidad es no tener miedo al “qué dirán“.

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Fuente: Laura López. educacióntrespuntocero.

Las palabras que salen de ti –mamá, papá–, tienen un impacto muy profundo en tu hijo. Él llegó libre de prejuicios, como un cristal transparente. Lo que le reflejas puede limpiar o manchar.

Por eso:

  1. No etiquetes. “Eres un cobarde.” “Eres tonto.” “Qué lento eres.”
  2. No compares. “Eres la más inteligente de toda la clase.” “Deberías ser ordenado como…” “Yo a tu edad era…”
  3. No critiques. “Qué mal te quedó tu trabajo.” “Eres una papa para andar en bici.” “Qué gorda te ves en ese vestido.”
  4. No limites. “No eres matemático.” “No sirves para esto.” “No tienes la capacidad…”
  5. No apoyes la autocrítica negativa. Ayúdale a que no se diga a sí mismo lo anterior.

En su lugar:

  1. Refleja sin juicio. “Veo que tienes miedo.”
  2. “¿Qué necesitas hacer para atreverte?”
  3. Señala. “Esto que hiciste es incorrecto.” (Se refiere al hecho, no al niño.)
  4. “Si practicas más te saldrá el ejercicio.”
  5. Apoya la autoafirmación. “¿Cómo se sintió lograrlo?”

Ser un buen espejo ayuda a tu hijo a ver lo que hay, a transformar lo que no quiere y a dar lo mejor de sí mismo.

Cuida tus palabras. Limpia y pule tu espejo.

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Fuente: niños de ahora

Como resultado de diversos estudios, el neurocientífico Richard J. Davidson* concluyó que es posible cambiar el cerebro adiestrando nuestra mente a través del aprendizaje socioemocional.

En la conferencia en la que expuso su trabajo, Davidson explicó, con relación a la neuroplasticidad del cerebro, que éste es un órgano que está estructurado para cambiar en respuesta a las experiencias. Sabemos, dijo, que los factores del entorno –en particular, el entorno afectivo en la primera infancia–, influyen en el cerebro y le dan forma.

El cerebro del niño está en constante formación; literalmente, moldeado por las experiencias, sean éstas positivas o negativas, intencionales o no. Por lo que propuso promover cambios positivos en el cerebro cultivando hábitos socioemocionales saludables.

En la actualidad, los avances en imagenología permiten precisar la actividad y cuantificar la interacción de las distintas áreas del cerebro. Davidson se refirió a dos fundamentales: en primer término, la corteza prefrontal, que describió como una zona de convergencia entre lo afectivo y lo cognitivo, donde reside la memoria de corto plazo y es además muy importante para hacer juicios sobre lo que es correcto o no. En la parte lateral de la corteza, ubicó la capacidad de guiar la toma de decisiones hacia emociones positivas, por ejemplo, el establecerse metas. Y, a nivel subcortical, la amígdala, que es un sito clave en particular para las emociones negativas y para detectar amenazas.

El investigador sostuvo que mediante el aprendizaje socioemocional, la actividad entre estas áreas del cerebro puede regularse para producir resultados positivos en la resolución de conflictos tanto en lo cognitivo como en lo emocional.

Uno de los estudios realizados midió la respuesta a un evento negativo en niños, observando una mejor adaptación al evento en los que había más actividad de la corteza prefrontal, modulando la impulsividad de la amígdala.

En otro estudio, se indujo un estado de estrés a 70 adolescentes, dando como resultado una interferencia con la memoria de trabajo. Luego de una hora de capacitación en habilidades socioemocionales se apreciaron cambios en las conexiones cerebrales, así como una disminución en los niveles de cortisol (hormona del estrés).

Destacó también Davidson que las intervenciones del comportamiento, como el aprendizaje socioemocional, tienen la capacidad de afectar circuitos del cerebro muy específicos, en formas que la medicina moderna no posee.

Habilidades como la paciencia, la calma, la cooperación y la amabilidad se pueden adquirir mediante el aprendizaje socioemocional, favoreciendo las conexiones cerebrales que permiten adaptarnos mejor al entorno de manera positiva con un pensamiento más claro y efectivo.

Ah, y la buena noticia es que la plasticidad en el cerebro ocurre durante toda la vida.

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* Davidson es profesor en la Universidad de Wisconsin-Madison y fundador del Centro para la Investigación de Mentes Saludables del Centro Waisman.

La conferencia en que expuso lo anterior se puede ver aquí.