Hace algunas décadas los psicólogos pensaban que la ansiedad era un problema exclusivo de los adultos. Lo cual es muy lógico ya que suponemos que somos nosotros los que tenemos más problemas que enfrentar y, por ende, más razones para sentirnos preocupados y estresarnos. Sin embargo, en realidad los niños también sufren el estrés y la ansiedad y sus preocupaciones son mucho más intensas de lo que podríamos esperar.
Hoy se conoce que entre un 10 y un 20% de los niños en edad escolar sufren síntomas propios de la ansiedad. Obviamente, el estrés afecta a un número aún mayor. La buena noticia es que los padres pueden tomar algunas medidas para reducir la ansiedad en sus pequeños.
Motiva a tus hijos a enfrentar sus miedos, no le enseñes a huir de ellos. Es normal que los pequeños le tengan miedo a muchas cosas o situaciones que no conocen. Sin embargo, vivir con miedo no es saludable y genera una gran dosis de estrés y ansiedad. La mejor forma de incitarle a enfrentar sus miedos es conversando al respecto y motivándolo a que se exponga paulatinamente a la situación que genera ese temor. Si estás a su lado, probablemente se sentirá seguro y perderá el miedo rápidamente.
No lo fuerces para que sea perfecto. A menudo la ansiedad de los niños es generada por sus padres, por las expectativas que ponen en él. El pequeño se da cuenta de que podría desilusionar a sus padres y se esfuerza, a menudo por encima de sus posibilidades, lo cual se convierte en una fuente de estrés. Explícale al pequeño que nadie es perfecto y que lo importante es aprender de los errores para no volver a cometerlos.
Concéntrate en sus logros. A menudo los niños que sufren ansiedad provienen de familias perfeccionistas y autoritarias que solo se centran en los fracasos del niño. Sin embargo, tan importante como hacerle notar cuándo se ha equivocado, es felicitarlo por sus logros. Además, recuerda que un regaño se debe centrar en el comportamiento inadecuado y no en criticar a la persona.
Planifica actividades relajantes. Es importante que el niño practique deporte e incluso que aprenda a tocar algún instrumento porque eso fomentará la autodisciplina y la perseverancia en el futuro pero es un crasso error llenar la agenda del niño con tareas o compromisos escolares. Los niños son niños y necesitan jugar y pasar tiempo al aire libre. Por ende, planifica actividades divertidas en familia.
Potencia la higiene del sueño. Los niños parecen no cansarse nunca y a veces llevarlos a la cama se convierte en una verdadera odisea. Sin embargo, que el niño descanse las horas necesarias es importante para reducir la ansiedad.
Incentiva a tu hijo a expresar su ansiedad. A menudo le pasamos a los niños la creencia de que no es adecuado expresar nuestros sentimientos por lo que el pequeño aprende a guardar dentro de sí todas esas emociones negativas. En vez de ello, busca una forma asertiva en la cual él o ella pueda expresar la ansiedad o el estrés.
Sé positivo y mantén la calma. De nada sirve que le digas al niño que es importante mantenerse concentrados y tranquilos, si tú no das el ejemplo. Recuerda que la imitación es una de las principales vías por las cuales aprenden los pequeños. Por ende, si te escucha gritar o molestarte con frecuencia, para él responder con ansiedad ante las situaciones se convertirá en algo normal.
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Fuente: Rincón de la Psicología
- Alentar a los niños a jugar y explorar les ayuda a aprender y desarrollarse social, emocional, física e intelectualmente
Los niños juegan para divertirse, pero el juego también es un aspecto importante de su aprendizaje y su desarrollo. El juego ayuda al niño a ampliar sus conocimientos y experiencias y a desarrollar su curiosidad y su confianza. Los niños aprenden intentando hacer cosas, comparando los resultados, haciendo preguntas, fijándose nuevas metas y buscando la manera de alcanzarlas. El juego también favorece el desarrollo del dominio del lenguaje y de la capacidad de razonamiento, planificación, organización y toma de decisiones. La estimulación y el juego son especialmente importantes si el niño padece una discapacidad.
Las niñas y los niños tienen que disfrutar de las mismas oportunidades en el juego y en las relaciones con los demás miembros de la familia. El juego y la relación con el padre ayuda a afirmar el vínculo entre el padre y el niño o la niña.
Los miembros de la familia y otros cuidadores pueden ayudar al niño a aprender asignándole tareas sencillas con instrucciones claras, proporcionándole objetos para sus juegos y sugiriéndole nuevas actividades, sin dominar en exceso el juego del niño. Sólo deben observarlo atentamente y seguir sus ideas.
Los adultos deben ser pacientes cuando un niño muy pequeño insiste en hacer algo solo. Los niños aprenden intentando algo hasta que lo consiguen. Siempre que el niño esté a salvo de cualquier peligro, esforzarse por hacer algo nuevo y difícil es un avance para el desarrollo infantil.
Todos los niños necesitan diversos materiales simples para jugar que se adapten a la etapa de desarrollo en que se encuentren. Agua, arena, cajas de cartón, bloques de construcción de madera y cazuelas y tapaderas son juguetes tan buenos como los que se pueden comprar en una tienda.
Los niños cambian constantemente y desarrollan nuevas capacidades. Los adultos deben darse cuenta de estos cambios y seguir la iniciativa del niño para ayudarle a desarrollarse más rápidamente.
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Fuente: UNICEF
por Carmen Campos *
Mucho se ha dicho en torno al trabajo colaborativo como una forma de hacer crecer exponencialmente los resultados de una empresa, cualquiera que sea el nivel, la razón, el modo y el sentido con que se haya creado. La fuerza del equipo, como la fuerza del amor para lograr cualquier propósito en el inconmensurable espacio compartido. No obstante el trabajo colaborativo como modelo didáctico, al menos en mi Colegio, palpita en el imaginario apenas hace unos cuantos años. Me refiero a su implementación razonada, entendida, aceptada y valorada, como una forma de construcción y desarrollo para el ser y el hacer.
En el último año, gracias a la asesoría y la inspiración de Jolanta Nitoslawska nos decidimos a estudiarlo para entenderlo más y mejor y probarlo en las aulas y fuera de ellas, con alumnos y profesores, buscando acabar mitos y descubrir o construir realidades. No ha sido fácil y estoy segura que quienes hayan hecho el mismo intento estarán de acuerdo conmigo ´porque una cosa es decir que trabajamos en equipo o colaboramos en el trabajo y otra, muy distinta por cierto, es lograr que alumnos y profesores se apropien de una forma de construcción que socialice los aprendizajes y produzca nuevo conocimiento.
¿Qué dicen los profesores que han tomado el riesgo de dejar la interacción constructiva, primer modelo didáctico propuesto por Sistema UNOi o combinarla con el modelo de trabajo colaborativo? Aquí algunas reflexiones que responden al me gusta o no me gusta:
“Me gusta que mis alumnos trabajen para crear juntos sus conocimientos. Expresan dudas, comparten formas para solucionar. Se corrigen y evalúan unos con otros. No me gusta el trabajo colaborativo cuando algún alumno decide esperar del grupo todas las soluciones”. Ing. Francisco Vega Acosta.
“Enriquece la escucha de mis alumnos, aunque hay algunos que no aportan al trabajo, se quedan con las ideas de los demás por comodidad”. Lic. Andrés Abundis. Historia.
“El trabajo colaborativo permite a los alumnos que lo desean, conocer nuevas ideologías y puntos de vista además de complementar su conocimiento, A ellos les parece relajante y desafiante. No me gusta porque algunos alumnos no son abiertos a compartir; confunden el trabajo colaborativo con dividirse las actividades y al final pasarse los productos; se atienen a que la mayoría trabaje y solo aportan lo mínimo”. Lic. Servando Díaz Gutiérrez.
“A través de este modelo mis alumnos desarrollan y expresan sus conocimientos, al mismo tiempo que se permiten compartirlo con sus compañeros, lo cual les motiva, y los impulsa a querer mejorar. No me gusta el trabajo colaborativo porque algunos alumnos en ocasiones lo toman a juego y no expresan lo que verdaderamente piensan”. Lic. Surisaday Garza Castellanos.
“El trabajo en equipo siempre desarrolla habilidades específicas de formación de carácter y liderazgo. Les muestra creativos. Les lleva a significar el aprendizaje. En ocasiones no todos participan de la misma forma y debido a su ser adolescente se presta a algunos conflictos internos”. Rosario Bezares Pérez.
“Permite que todos participen de una u otra forma en la construcción del conocimiento. Tienen la oportunidad de expresar con sus iguales sus puntos de vista, sus creencias, los resultados de su investigación… Los dignifica. No siempre se alcanza el desarrollo de las ideas y creatividad de los alumnos”. Lic. Miriam Flores Maldonado.
“A mis alumnos de 1er grado les permite desarrollar habilidades y romper paradigmas de aprendizaje”. Miss Arely Ramírez Reyes.
“A través de este modelo, conozco más a mis alumnos, desde los distintos roles que asumen. Este conocimiento me permite trabajar en sus áreas de oportunidad y así desarrollar otras habilidades”. Miss Sandra Acosta Ramírez.
“Me gusta porque a través de él, los niños aprenden de sus pares. Trabajan por roles y desarrollan habilidades para el bien común”. Miss Julia Gallegos Rodríguez.
“Me gusta el trabajo colaborativo porque promueve la interacción y la construcción de conocimiento; propicia que se genere un lenguaje común, aumentando la motivación y satisfacción por el trabajo logrado y permite a mis alumnos lograr objetivos que estimulan habilidades personales y de grupo”. Lic. Susana Enriqueta Contreras Sánchez.
“Fomenta en mis alumnos el enlace de saberes pues comparten experiencias, ideas y sentimientos. Ponen en práctica las habilidades orales, escritas, la creatividad, todos participan para crear y presentar un producto”. Lic. Rocío del Carmen Gámez Ramírez.
“Me ha servido en diversos temas ya que he podido constatar que mis alumnos desarrollan habilidades sociales. Comparten y son empáticos, algo que en Preescolar, tiene un alto grado de dificultad”. Lic. Mitchelle González.
“A través del modelo colaborativo he visto como promueve la curiosidad de mis estudiantes”. Miss Pily Maldonado.
“Considero que el trabajo colaborativo en Kinder 1 ha sido una herramienta útil para lograr el conocimiento entre pares. He observado que los alumnos forman mejores conceptos cuando trabajan en conjunto, así como los lazos de amistad se fortalecen para lograr mejores resultados”. Lic. Ana González.
“En mi área ha funcionado ya que además de que mis alumnos aprenden se refuerzan sanas relaciones entre ellos”. Lic. Yaznheé Acuña.
“He visto que los pequeños se expresan mejor entre sus iguales, su autoestima aumenta al asignárseles responsabilidades o roles y generan productos más creativos”. Miss Karla Martínez.
“Me gusta el trabajo colaborativo porque permite que mis alumnos aprendan de una forma distinta a la tradicional”. Lic. Mariela Martínez.
“El modelo ha sido útil porque mis alumnos aprenden unos de los otros, se favorece la comunicación entre ellos, se propicia la tolerancia y respeto hacia las ideas de otros, habilidades indispensables para la vida”. Cinthya Rodríguez Pintos.
“Promuevo el trabajo colaborativo porque permite a los estudiantes aprender entre pares, les enseña a ser receptivos y tolerantes. Pueden ver a través de los ojos de sus compañeros y percibir las cosas de manera diferente. Enriquece su experiencia en la escuela”. Lic. Virginia Barrera Blake.
“El trabajo colaborativo me ha permitido incluir más variedad en mis clases y a los estudiantes les gusta descubrir acompañados de sus iguales las nuevas cosas que pueden aplicar en su vida”. Graciela Ortiz.
Compartir, expresar, aprender de los pares, hacerse notar, discernir, asumir roles, acordar, interactuar, convivir, expandir el pensamiento, motivarse, compartir la satisfacción del logro, estimular el desarrollo de habilidades, competir, medirse con los otros, mirar a través de la mirada de los compañeros, enriquecer las prácticas escolares…parece bueno el reconocimiento. Esperanzador diría yo en una escuela que se precie de estar cambiando o al menos en la búsqueda de nuevas formas de provocar aprendizajes. Me gusta lo expresado por el equipo de profesores, entendiendo que ascendemos un primer nivel en la inconmensurable anchura del mar de la enseñanza y el aprendizaje. Gracias Jolanta Nitoslawska. Vamos. Por ahora, vamos.
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* La autora es directora del nivel elemental del Centro Educativo Surval, en Ciudad Victoria, Tamaulipas.
Por: Claudia Rojo*
En días pasados tuve oportunidad de escuchar a Amparín Serrano, la creadora de la marca Distroller que se ha vuelto internacional y, un punto que se encargó en reafirmar más de 6 veces en una hora, fue que nunca fue una buena alumna, que le iba muy mal en la escuela y que ninguno de los adultos que la rodeaban la tenían en buen concepto porque se esperaba más de ella con todo el contexto privilegiado que vivía: una «buena escuela», una familia «integrada», una situación económica más o menos «resuelta», en fin; tenía todo… aparentemente.
Amparín era muy creativa en las artes, dibujando, bailando, incluso estuvo a punto de ser una de las «Flans»… pero la corrieron antes de empezar. Se puede decir que sobrevivió a pesar de ir contra la corriente de una percepción generalizada de ser «una buena para nada», solo porque no era una «niña tradicional».
Hoy es una empresaria triunfadora, muy insegura de pararse frente a un auditorio ávido de historias de éxito. Su lenguaje corporal la delata; sin embargo, su lenguaje verbal hace mucho énfasis en su baja autoestima, que afortunadamente está trabajando para que no se permee a sus hijas.
Tras escucharla y saber que su imperio vale millones de dólares, no queda más que reflexionar si quienes estamos en el medio educativo extrañamos los modelos de educación tradicional -no lo creo-; o si extrañamos al «alumno tradicional», ese que no cuestiona, que se limita a tomar apuntes y que memoriza para sacar 10.
Les tengo una noticia, ni el modelo tradicional, ni el alumno tradicional van a volver; el caso de Amparín es la excepción si medimos el término de éxito en cuestión económica; porque si lo medimos en amor propio, como sociedad y como artífices de la educación, todavía le quedamos a deber a esta mexicana porque su inseguridad se la podría cobrar a tantos maestros que la hicieron sentir incompetente y a tantos adultos que no supieron capitalizar sus habilidades y sus aptitudes.
Después de esta reflexión y de escuchar a la fundadora de Distroller en el Foro Anual de Women´s Weekend 2016, estoy más segura que nunca de lo importante que es un método pedagógico innovador y creativas formas de evaluación de las diferentes competencias para potencializar los talentos de cada uno de nuestros alumnos: ¡Qué compromiso tenemos compañeros!
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* La autora es Maestra en Dirección de Instituciones Educativas, con diferentes especialidades en el área de gestión y mercadotecnia, asimismo, es doctoranda en Imagen Pública de Instituciones Educativas y consultora de empresas, viajera empedernida y directora general de Colegio Europeo de México Robert Schuman.
Equilibiro entre el deber y el esparcimiento, comunicación entre padres y maestros, refuerzo del interés, utilidad para el aprendizaje y aplicación de nuevas metodologías, son algunos de los puntos que desde España aborda Ramón Besonías en esta reflexión sobre las tareas escolares
Existe un debate cada vez más presente en los medios y en los foros de padres y docentes acerca de la utilidad o no de los llamados «deberes». Abordado así, de forma tan poco precisa, puede llevar a confusión. Haciendo la pregunta adecuada encontraremos respuestas más eficaces. Quizá sea bueno determinar antes un marco previo sobre el que hablar.
No es una cuestión de tareas sí o tareas no. Más bien debiéramos hablar de metodologías de aula, de estrategias docentes a la hora de evaluar lo que queremos que nuestros alumnos aprendan. Aún así hay un debate enconado entre los docentes tradicionales, que centran su intervención en temario, ejercicios y exámenes, y otros docentes que diversifican sus metodologías y modelos de evaluación, reforzando un aprendizaje activo y cooperativo (sin por ello desdeñar otros métodos). Aquellos ven a estos otros como animadores socioculturales que no enseñan, sino que entretienen, y estos otros ven a aquellos como australopithecus que no desean reciclarse e insisten inútilmente en enseñar tan solo contenidos de memoria.
Ambas tipologías de docente pueden «mandar tareas» para casa, pero las nuevas metodologías facilitan que las llamadas tareas se enmarquen en un contexto lúdico, socializado y práctico, reforzando la motivación y el interés, e incluso implicando a los padres en el proceso de aprendizaje. La metodología importa y mucho a la hora de gestionar el trabajo fuera del aula. De una pedagogía del qué debemos pasar a una del cómo, del contenido a la metodología.
Este debate es más virulento en Primaria, debido principalmente a la implicación de los padres en el proceso de aprendizaje y del trastoque de horarios que supone insertar las tareas dentro del contexto de actividades cotidianas del alumno en el ámbito familiar. En Secundaria el padre casi desaparece y la gestión del tiempo es delegada en exclusiva al propio alumno; pasamos a menudo de una preocupación constante a una dejadez inquietante.
Salvo excepciones, claro está. La preocupación se centra en la calificación trimestral y en la promoción final del hijo, no en el proceso de aprendizaje. Es más, el padre que se preocupa quiere resultados cuantificables; entiende mejor una metodología clásica, con examen y ejercicios que otra activa y que diversifique las metodologías de trabajo. El debate de tareas sí, tareas no, es exclusivo de la etapa de Primaria, y proviene más de los padres que de los maestros.
Partiendo de esto, es evidente que tiene que haber una comunicación fluida y bidireccional entre padres y docentes. El docente debe hacer entender su metodología de trabajo y su forma de entender el trabajo fuera del aula. Existe mucha confusión y en ocasiones posturas muy polarizadas que generan algo más que cabreo en algunos centros.
Algunos padres plantean este asunto como una cuestión de Estado, que debe ser el Ministerio quien legisle este tema. Un error mayúsculo. Es evidente que es mejor solucionarlo según qué casos en el contexto real en el que suceden.
Lo que sí es necesario es que los docentes hagamos una reflexión serena sobre este asunto, entendiendo la importancia de equilibrar la vida personal de los menores con sus incipientes responsabilidades escolares. Y los padres igualmente debemos encontrar un calendario que facilite ese equilibrio entre ‘deberes’ y disfrute del ocio.
Las posturas extremas (deberes no, deberes más) son estériles. Reitero, el debate no debe centrarse en el qué, sino en el cómo.
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¿Se imagina hoy a un niño de seis a siete años educadísimo, pero viviendo y venerando los valores de los tiempos de sus abuelos? Sería trágico o, en el mejor de los casos, divertido. Si bien, la rapidez con la que se pondría de pié para ofrecer su asiento en el autobús a la anciana que acaba de subir, o la gentileza con que correría a abrir la puerta del coche a la madre podrían ser admitidos como actos de educación y elegancia, otras actitudes más refinados serían consideradas anticuadas y los niños así, no podrían soportar la burla de adultos y compañeros. Más no porque ciertas actitudes imperantes en la infancia hayan quedado obsoletas, es que ya no se aprecien las actitudes de respeto y de culto a los valores, a partir de que se adecuaron a los tiempos que corren.
De ese modo, si es imposible prohibir los niños de hoy que interrumpan cuando los adultos hablan, nada impide que aparezca una ligera censura cada vez que se produzca el evento: “Ahora está hablando la tía Sandra, espera a que ella termine y entonces será tu turno”. Observaciones como ésta no agreden y ayudan al niño a contener su impulso e impaciencia. Es evidente que las normas funcionan si los adultos involucrados hablaran siempre el mismo idioma y, por lo tanto, nunca está de más que los visitantes perciban que el mando de los valores en los niños corresponde a los padres. Si el niño “olvidó” esta regla, reafírmela con serenidad y coherencia o levante entonces un dedo en señal de espera y, si el niño la recordó, asegúrese de elogiarle después.
Otro principio importante es hablar con los niños sobre la riqueza de usar “por favor”, “disculpe”, “con permiso” y “gracias”. Esta conversación no puede asumir aires de advertencia, sino que puede aparecer en ejemplos en historias que se cuenten. Invente una historia de animales en la que uno de ellos, diferente de los demás, se destaca por su refinada educación y, al terminar, muestre al niño que el uso de esas palabras engrandece a quien las pronuncia y hace que sus padres estén orgullosos. Si alguna vez el niño se olvida, levante el dedo sonriendo para recordárselo; y, si las expresó, no deje de alabarle. En otras oportunidades, juegue con los niños mostrando que hay muchas maneras de decir «gracias», o incluso gestos simbólicos de cortesía. Un abrazo a quien acaba de dar un regalo, un entusiasta beso al que llega, un dibujo que rinde homenaje o unas pocas líneas en una nota son formas alternativas de agradecimiento que, aunque no se utilizaron en el pasado, tienen un valor igual a las buenas palabras. Los niños de hoy no suelen dan la mano a los que llegan y saludar con una tradicional «como está»; sin embargo, los que aprendieron a decir «Hola» con una sonrisa o un gesto amigo hacen el mismo efecto y son actuales.
Si en el pasado los niños se disputaban el espacio para abrir la puerta a los que llegaban o necesitaban pasar, y los de hoy en día casi no perciben esta situación, no está de más del el recordatorio. “Y hoy, ¿quién abre la puerta para mí?”.
Está claro que los procedimientos de comportamiento no constituyen bagaje hereditario y, por lo tanto, se utilizan cuando fueron aprendidos. Todavía no se ha inventado «tarjeta de visita» más favorable para los padres, que la bella educación de sus hijos. Pero, sepa enseñar. Huya de discursos y consejos e invente escenas caseras inusuales de ensayo. Si esto es importante, asegúrese también de seleccionar programas de televisión para ser vistos con el niño o comentar con él cómo ciertas actitudes dañan a otros. Un niño educado es todo aquel que desde pequeño es capaz de sentir plenamente al otro en sí mismo.
Celso Atunes
Maestro en Ciencias Humanas
Especialista en inteligencia y cognición
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El artículo original puede leerse aquí. Traducción UnoiNews.
Quien piense que todo juego infantil tiene que ser bullicioso necesita conocer el Juego del Silencio, actividad que estimula al niño a permanecer por un tiempo –un minuto, por lo regular–, sin hacer ningún ruido, para que pueda prestar atención a su propio cuerpo y al ambiente que lo rodea.
En un mundo lleno de estímulos sonoros, parece increíble que la propuesta funcione, pero Paige P. Geiger, directora del Centro de Educación Montessori de Sao Paulo, afirma que los niños adoran participar del juego, que trae beneficios como el aumento de concentración, de disciplina, de tranquilidad y de autocontrol.
“El sentido común parece creer que un niño feliz sea necesariamente bullicioso y retozón, más eso no es exacto. Cuando invitamos a los niños al silencio, ellos se sienten muy bien, pues perciben que son capaces de controlarse y de oír sonidos que antes no escuchaban y eso genera placer”.
El juego fue desarrollado por la pedagoga italiana María Montessori , quien en el siglo XX creó un método educativo conocido por valorar la individualidad y la libertad del niño y estimular sus percepciones sensoriales y motoras.
“María Montessori gustaba de experimentar y, en cierta ocasión, mostró a sus alumnos cómo estaba quieto un bebé de cuatro meses, desafiándolos a hacer lo mismo. El resultado fue bastante satisfactorio y, desde entonces, la técnica viene siendo aplicada en las escuelas que siguen su línea pedagógica en distintos países del mundo”.
De acuerdo con Paige, la reflexión y el silencio están muy presentes en la filosofía montessoriana. “El juego se practica todos los días, a veces más de una vez. Se trata de un momento de paz y de reflexión que contribuye a la formación de un ser humano tranquilo, equilibrado y concentrado”.
El niño tiene una percepción del tiempo distinta a la del adulto, por eso la actividad, que recuerda un ejercicio de meditación en menor escala, dura apenas un minuto. Durante ese periodo, ellos pueden –si lo consiguen–, permanecer con los ojos cerrados, o contemplando un objeto como una vela o planta.
Paige dice que, al principio, la actividad puede requerir algún esfuerzo en lo niños pequeños, pero luego se acostumbran y empieza a disfrutarlo. “Es importante aclarar que el ejercicio no se emplea para clamar a la clase, mucho menos como medida de disciplina. Se trata de una de las diversas prácticas que se realizan en el aula. También hay tiempo para cantar y moverse”.
Para dar inicio a la actividad, los profesores –o los mismos padres–, pueden usar un letrero en el que se lea la palabra silencio. “Los niños se van tranquilizando, sintiéndose en calma y pasan a seguir los movimientos del adulto que puede, por ejemplo, apuntar a algunas partes del cuerpo para que los alumnos tengan una conciencia corporal. Después de un tiempo, susurramos cada nombre para que se aproximen despacio, adiestrando su percepción auditiva”.
Cuando en el ejercicio se usa una vela, después de susurrar el nombre del niño, este puede proceder a soplarla.
Paife afirma que, en un primer momento, los niños prestarán más atención a su propio cuerpo, sintiendo y entendiendo sus movimientos. “Aquelllos que ya desarrollaron esa percepción, comenzarán a sentir el ambiente externo”.
Ina vez que termina el juego, los niños experimentan una sensación de bienestar y relajamiento. “Con la práctica, naturalmente, pasarán a hacer menos bullicio en el aula y también en casa, además de demostrar un gran respeto por el ambiente y por los demás”.
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El artículo original puede leerse aquí. Traducción UnoiNews.
En el programa No. 89 de Redes, de Radiotelevisión española, que conduce Eduard Punset, el comunicador dialogó con Ken Robinson sobre el tema de la creatividad. Conversación de la que reproducimos a continuación algunos extractos.
Eduard Punset: … Las personas tienen que ser más creativas, no solamente asimilar más contenidos académicos en el cerebro. Ahora, ¿las personas son o no creativas por naturaleza? ¿son distintas, o tienen que elegir serlo o no serlo? ¿Cuáles son los secretos para ser creativos?
Ken Robinson: Antes de responderte, déjame que añada algo sobre los retos a los que nos enfrentamos y, que en mi opinión, nos fuerzan a pensar de un modo distinto sobre la creatividad. Hay dos grandes fuerzas la tecnología y la demografía… la población crece exponencialmente. Por el camino, evidentemente, hemos dañado al medio ambiente y hemos destruido muchas especies. Todo esto no lo apunto de manera ideológica, es una mera constatación científica. Hemos creado problemas sin precedentes… Resulta que irónicamente se debe a la creatividad del ser humano…
La creatividad significa poner la imaginación a trabajar. También se puede entender la creatividad como imaginación aplicada. Es el proceso de tener ideas nuevas que sean valiosas…
Creo que el poder de la creatividad constituye a la vez la fuente de nuestros problemas y la posible manera de solucionarlos.
EP: ¿Qué podríamos decir a los jóvenes, a los padres que no saben que decir cuando sus hijos les preguntan: qué debería hacer: ¿ciencia cine arte, danza? ¿Qué les dirías?
KR: Publiqué un libro llamado El elemento. Descubrir tu pasión lo cambia todo… Trata de la diversidad… decimos que alguien está en su elemento y nos referimos a que hace algo con lo que se siente cómodo. Como pez en el agua.
Estar en tu elemento implica dos cosas… que haces algo que comprendes de manera natural; para lo que tienes aptitudes. Pero estar en tu elemento es más que eso; conozco personas a las que se les dan bien cosas que no les gusta hacer. La clave es la pasión. Para estar en tu elemento tiene que encantarte lo que haces. Si algo te encanta, si algo te apasiona y encima se te da bien, –como decía Confucio– nunca vuelves a trabajar, porque vives la vida que te corresponde vivir, te conviertes en tu Yo más auténtico. Para mí este es el quid de la cuestión. Sabes que estás en tu elemento cuando se te altera el sentido del tiempo.
La respuesta para un padre que quiere saber qué aconsejar a su hijo es que lo observe primero… para ver qué le inspira, qué capta su atención, cuáles son las cosas por las que se siente atraído, por las cosas que le provocan rechazo…
La vida es orgánica y creativa. Creas tu vida a partir de tu imaginación, de tu temperamento y de las oportunidades que generas, las que aprovechas y las que dejas pasar. Estar vivo, en mi opinión, es un proceso creativo y, como en todas lasas formas de vida, si puedes crear tu vida, puedes recrearla.
EP: Por tanto, lo primero realmente es elegir adecuadamente el medio, el elemento, y luego conectar con la pasión con la pasión que tengo cuando estoy en este elemento.
¿Cuál sería el segundo secreto de la creatividad? Mencionas en algún lugar la capacidad de control, ¿qué quieres decir, controlar tu profesión, controlar tu vida?
KR: La creatividad es un proceso muy práctico. Hay muchas nociones falsas sobre la creatividad. Una de ellas es que todo se basa en dejarse ir, que ser creativo es hace r cualquier cosa que se te pase por la cabeza. Yo defino la creatividad como el proceso de tener ideas originales que aporten valor… Se puede ser creativo con cualquier cosa, … con cualquier cosa que implique inteligencia, pero para ser creativo hay que poder, con el tiempo, controlar los materiales con los que trabajas, para obtener los efectos que te interesan y seguir el camino que te fijes.
EP: ¿Cuál sería el último secreto para ser creativo?
KR: Lo que me interesa Eduard es convertir la creatividad en algo central, no solamente para la educación sino también para nuestra vida y nuestra manera de hacer negocios. Mi opinión es que todo el mundo tiene facultades creativas y que se pueden desarrollar; pienso que decir que no eres creativo es como cuando alguien dice que no sabe leer; cuando alguien dice eso no entendemos que sea incapaz de leer y escribir, sino que pensamos que lo que nos está diciendo es que no ha aprendido a hacerlo todavía, que no ha estudiado lo necesario, que nadie se lo ha enseñado. Yo creo que sucede lo mismo con la creatividad; cuando alguien dice que no es creativo, simplemente es que no ha estudiado lo que corresponde y que no lo ha practicado. A veces se cree que la creatividad se limita a las personas especiales y no es así.
La tercera idea errónea es que no se puede hacer nada al respecto. Yo digo que se pueden hacer muchísimas cosas. Se puede enseñar a la gente a ser más creativa y deberíamos hacerlo en la escuela, en el mundo empresarial y en nuestra vida cotidiana.
Esto me recuerda a Harry Kroto, Nobel de Química… Participó en la comisión para desarrollar un enfoque creativo de la educación en las escuelas. Le pregunté ¿Cuántos de tus experimentos fallan? Y su respuesta fue: la mayoría, más del 90 por ciento. Sin embargo añadió: fallar no es la palabra. En ciencia no se considera un fracaso, estás descubriendo lo que no funciona; y no se puede descubrir lo que sí te funciona hasta que exploras muchas posibilidades que no salen bien. También le pregunté cuáles eran en su experiencia las diferencias entre los procesos creativos de la ciencia y del arte. Me dijo: no hay ninguna. Es exactamente l mismo proceso: hipótesis y prueba, solamente el resultado es diferente…
Una parte de ser creativo tiene que ver lanzar hipótesis, probar cosas, hacer bocetos, explorar posibilidades. Pero la segunda parte consiste en ser crítico; hacer juicios sobre los resultados y plantearse: Y, bien, ¿funciona? ¿es lo que buscaba? Es un proceso constante para darle forma y moldearlo.
Y en cuanto comprendamos que ser creativo es un proceso material para el que hay que adquirir destreza y práctica, podremos enseñarlo. Me parece que deberíamos enseñarlo tan meticulosamente como enseñamos a leer o enseñamos matemáticas y no solamente en las disciplinas artísticas, sino en la ciencia y en las humanidades.
En su conclusión Eduard Punset dijo: No basta con descubrir cuál es nuestro elemento, donde nos encontramos bien, donde nos sentimos sosegados y al mismo tiempo con el cerebro despierto. Hace falta además ponerle pasión… A veces olvidamos la necesidad de esta disciplina, de este esfuerzo para controlar el elemento que uno ha descubierto como lo que le importa, lo que le interesa.
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El video completo del programa (28’ 27”) puede verse en: http://www.youtube.com/watch?v=TOHaSdZfwP4
La experiencia de vivir bajo un régimen despótico y arbitrario llevó a muchos padres y maestros a renunciar a su deber de ejercer la autoridad, por temor a ser confundidos con tiranos desalmados. Una dinámica similar lleva a algunos padres, que se sentían abrumados por una educación irrespetuosa y sofocante, a confundir autoridad con arbitrariedad: para diferenciarse de los padres tiranos que tuvieron, se proponen hacer con sus hijos lo contrario a lo que vivieron y renuncian a cualquier forma de autoridad. Son padres que renuncian a todo tipo de control o dirección de los hijos, e intentan una aproximación aparentemente simétrica con ellos: no les dan órdenes o consejos, sólo conjeturas (que los niños pueden aceptar o no): que cuando los hijos llegan a la adolescencia, se camuflajean ellos mismos de adolescentes, acompañando a la pandilla en sus actividades, bebiendo y experimentando drogas junto con ellos. Sin parámetros externos de hasta dónde se puede ir, los jóvenes cada van a ser más atrevidos, poniendo a prueba los propios límites y los de los padres. En esta escalada de desafíos, esos padres permisivos terminan por no mantener su postura, artificialmente abierta y tolerante y, pasan a imponer límites estrictos y arbitrarios, repitiendo a fin de cuentas el enredo que vivieron.
Lo opuesto contrario a una educación represiva e intolerante no es una educación permisiva, sino una orientación segura y coherente, una autoridad firme y confiable. No sirve tratar de convertirse en el padre ideal del niño que el propio padre un día fue: es preciso estar atentos a las necesidades reales del niño de carne y hueso que es ese hijo, que vive en el mundo de hoy, y enfrenta dificultades diferentes a las que sus padres conocieron. Mientras que esos padres dialoguen, en su fantasía, con el fantasma del niño que fueron, dejan de fomentar el vínculo entre ellos y su hijo real y no desarrollan un clima de verdadera intimidad y confianza mutua.
Atrapados entre las diversas teorías y conjeturas, los padres se sienten inseguros y desorientados. Con miedo de cometer errores, muchos se vuelven más intolerantes que sus padres, mientras que otros se vuelven omisos. Las dos posiciones extremas dejan a sus hijos sin protección, a merced de sus propios impulsos, incapaces de formar un código de conducta. Esos padres parecen ignorar que es imposible conquistar la libertad sin conocer los propios límites para, a partir de ahí, aprender a superarlos. Educar con verdaderos límites, claros y no arbitrarios es también educar para el ejercicio pleno de la libertad.
Es una tarea desafiante y rica. Pero es también –y por eso mismo– una tarea difícil y agotadora que requiere perseverancia y coraje. Al igual que cualquier relación amorosa y comprometida, la misión no es para perezosos o distraídos. Mucho menos para cobardes.
Lidia Aratangy, psicóloga, terapeuta de parejas y famílias
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Es antigua y siempre actual y relevante la discusión sobre la importancia de la lectura literaria en casa, junto a los padres y acompañada por los maestros en la escuela. Cabe destacar nuestro entendimiento de que la lectura no es solo la decodificación de líneas escritas, sino todo un proceso de la revelación, descubrimientos y la apropiación de los significados del texto para niños y jóvenes.
En las circunstancias actuales, uno de los más trabajos más exhaustivos de la familia y la escuela está, de hecho, en la formación del lector. Esto, porque el lector no perdona, en modo alguno, los movimientos, las situaciones improvisados y embarazosas, el dramatismo, la actividad continua de estar imaginando las escenas, visitar lugares lejanos, animando a su héroe, maldiciendo al villano, riendo de las ambigüedades y, siempre, disfrutando de lenguaje elegido por la persona que lee o cuenta.
Lo importante es mantener siempre vivo el encanto. Las opciones de lectura son de lo más variado posible y corresponde a los padres y educadores elegir entre las historias populares, fábulas, cuentos de hadas clásicos, la rica literatura infantil, en fin, los libros que presentarán a sus oyentes/lectores, ya sea leyendo o contando, teniendo siempre en cuenta el contacto con el arte de la literatura.
Después de todo, ya ha sido discutido y legitimado que “una forma de arte puede significar diferentes cosas, como resultado de la experiencia de apreciación de cada uno. Ya sea en forma de alegoría, formulación crítica, descubrimiento de patrones formales, difusión ideológica o poesía pura, la obra de arte se vuelve significativa en el disfrute de cada espectador” y, por lo tanto, la actuación de los padres y maestros como mediadores de estas lecturas es de importancia fundamental.
Cleber Fabiani da Silva
Profesor, maestro y doctorando en educación
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El artículo original puede leerse aquí. Traducción UnoiNews
