Opinión UNOi - UNOi Internacional - Page 26
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Pablo Doberti

Pablo Doberti

Por: Pablo Doberti

 

“A la educación se la cambia cambiándola” -me dijo luego de haberse tomado horas de silencio. Yo dudé. No de que a la educación se la cambiara cambiándola -que no me cabía duda- sino de qué tantas horas se necesitarán para concluir que a la educación se la cambia cambiándola. Ella me dijo que sí. Yo le dije que también. Y por ahí nos fuimos.

Nos fuimos hasta que llegamos, tomados de la mano. Y me lo recordó, luego de un giro majestuoso y de una mirada honda y sincera: “A la educación se la cambia cambiándola”.

Yo la amo. Y eso cambia todo, lo sé. Pero seguí; la tomé de la cintura, de su leve y etérea cintura ígnea, y le quise decir algo que no pude decirle. No recuerdo, pero era importante. Pero la miré y la besé. No funcionó. Seguí sin saber qué decirle.

Por un momento me abstraje. Mil mundos atravesaron mi mundo, mil duendes, mi duende, y me pareció que me confundía. Que no era por ahí. Peor, no nos fuimos. Nos quedamos. Y nos acariciamos y nos dormimos, entrelazados.

Amanecí renovado, revelado, podría decir, incluso. La luz entraba vertical y yo descansaba horizontal, o casi. Y ella me esperaba para sentenciar. Me anticipé y le dije que a la educación, sin dudas, se la cambiaba cambiándola. Y sentí que decía algo importante. Pero no sé.

Ella es maestra y yo, maestro. No es lo mismo, eso sí lo sé. Ella es ella y yo, yo. Pero estábamos por coincidir. Algo más, por entramarnos en un enunciado implacable. Ella sentía que yo sentía que habíamos llegado a algo. A algo bueno.

Todavía no la habíamos cambiado, ni un ápice, pero por ahí nos fuimos, seguros de estar yendo en el sentido de ir cambiándola, porque sabíamos ahora que a la educación solo se la cambia cambiándola. Y casi nos volvemos a ir.

Nos regresamos, cansados de tanto cavilar. No quemaban las pestañas ni hervían las sienes, pero algo se había cansado o nos había cansado. ¿Sería el ir cambiándola? Decidimos descansar. Y volver a avisarnos, el uno al otro, el maestro a la maestra y la maestra al maestro, que a la educación sólo se la cambia cambiándola.

La llevé a pasear, a nadar, a ver la luna y el sol; me llevó a mirar las calles semidesiertas de domingo. Nos llevamos a comer y a después de comer. Nos llevaron a pasear ya no recuerdo ni quiénes, pero nos divertimos. Estábamos listos para divertirnos. Habíamos quedado listos para divertirnos porque habíamos, unos minutos, horas, días, meses o años antes, concluido juntos que a la educación se la cambia cambiándola. Era para festejar. ¿O no?

Yo sé que las cosas se acaban. Ella, de hecho, se acabó para mi y yo para ella. Hoy soy maestro sin mi maestra. Pero qué más da. Quién me quita lo que fui y sobre todo quién me quita hoy, ahora, tanto después, lo que aquella tarde eterna me dio. Aquella hipnótica lucidez de habernos dado cuenta, hablándonos casi sin hablar, de que a la educación, que sí, que vale la pena, que da ganas, que nos gusta, que está buena y es buena, que nos movía y nos mueve (a ella por allá y a mi por acá), que a ella, a la educación, no a ella ella, la de aquella tarde larga, de verdad de verdad, sólo se la cambia cambiándola.

Y no quise saber más. No fuera a ser el caso de que por más saber acabe por confundirme.

 

 

 

 


 

Por: Antonio Moreno Paniagua

¡Claro que sí se puede!

Antonio Moreno

Antonio Moreno

Siempre que me solicitan alguna reflexión en torno a la difícil tarea de conciliar el desarrollo de los contenidos curriculares con propuestas metodológicas relacionadas con aprendizaje significativo, viene a mi memoria una lejana experiencia. Hacia fines de la década de los ochenta participé en un proyecto editorial dirigido a población adulta que cursaba estudios de primaria; consistía en adaptar libros de texto siguiendo parámetros definidos por un grupo de expertos pedagogos.

 

Cuando conocí los parámetros, empecé a dudar de la experiencia de tales pedagogos y de la certeza de tal formación académica. Los trabajos se limitaban a cambiar la conjugación verbal de las instrucciones: haz una lista de palabras…, recorta cinco imágenes… por: haga una lista de palabras…, recorte cinco imágenes… Nada más. Nada menos.

 

Revivo este recuerdo para explicitar una cuestión fundamental: en la creación de materiales didácticos, elaborar propuestas que propicien aprendizajes significativos representa un fuerte reto editorial.

 

Ahora bien, ¿cómo resolvemos este reto en los materiales que conforman al Sistema UNO? Comparto algunos comentarios:

 

  1. Evitamos la falsa disyuntiva entre contenidos curriculares y aprendizaje significativo. Estamos convencidos de lo oportuno de desarrollar tales contenidos a través de una propuesta que recoja las expectativas de alumnos y docentes, aproveche su experiencia y la use en la construcción de nuevos conocimientos.
  2. Los contenidos curriculares tampoco están aislados, ni deben estudiarse por separado de componentes como el desarrollo de habilidades y destrezas.
  3. Privilegiamos el estudio de temas transversales tanto por el gran abanico que ofrecen para incorporar conceptos clave dentro de la educación en valores, como por su potencial para integrar  los contenidos de las distintas asignaturas.
  4. Una  propuesta educativa que privilegie el aprendizaje significativo no sólo debe dar entrada a recursos de las tecnologías; debe también avanzar en el desarrollo de propuestas educativas que afinen el uso de estos recursos en la realidad cotidiana. En este sentido, creo importante avanzar en el perfil de red social que deben considerar los materiales didácticos.

 

Estos son ejemplos de acciones en aras de crear materiales que respondan a las expectativas de nuestros estudiantes. Si bien ya no damos entrada a contenidos que empiezan con definiciones conceptuales cerradas y únicas para que se memoricen, igual de cierto es que el desarrollo de todos los temas del currículum puede darse dentro del espectro de la inclusión, del debate, de la entrada de diversas voces y experiencias y, al final, con el influjo de la legítima seducción de alumnos y docentes en la medida en que requieren responder a las necesidades e inquietudes del mundo que nos ha tocado vivir. Bien lo dice nuestro amigo Antonio Navalón en su magnifica obra Paren el mundo, ¡que me quiero enterar! Paremos un poco, sólo un poco, para subir los temas y los métodos de interés para nuestros estudiantes. Por eso, desde el principio quise afirmar: ¡sí se puede!

Por: Nelly Becerra*

La vida de muchas personas me ha inspirado durante mi carrera como deportista y me ha motivado a ser mejor en todos los aspectos de mi vida. Pero lo mas grande que me han dado todos ellos, ha sido el deseo de transmitir lo que sé, lo que puedo hacer, y la emoción por lo que hago. En mi caso, es el deporte.

Nadia Comaneci, una niña rumana de 14 años fue mi primer ídolo. Después admiré a Martina Navratilova y a Christ Evert otras dos grandes del deporte. Si en ellas descubrí el ejemplo de la disciplina, lo que sé de “echarle ganas” en la vida, lo aprendí de mi padre y de mi abuela materna, quienes pusieron en marcha mi motor para sacar de mi lo mejor.

Ser deportista supone un viaje difícil y complicado. Se necesita de un gran compromiso y de un estilo de vida diferente que se construye a base de trabajo duro, pasión y deseo de aprender y ser mejor.

Cuando empezaba a competir –hace 15 años- y asistía a las ceremonias de premiación pensaba que no podía haber algo que diera mas felicidad que subirme al podium. Lejos estaba de lo cierto.  Cuando -más adelante- lo logré, me di cuenta que esa gloria de ganar dura solamente unos momentos y termina con la competencia.

Es cierto, mi carrera ha estado llena de logros y satisfacciones increíbles. Pero la mayor satisfacción que me ha dado el deporte, por mucho, como a ustedes –maestros- es poder trasmitir el conocimiento que he adquirido durante todos estos años.

El día que tomé la decisión de transmitir mi experiencia, aprendí que la felicidad -la gloria que dura para siempre- es trascender a través de lo que le puedes enseñar a otra persona.

Desde entonces soy entrenadora de profesión. Las mujeres y los maestros, educamos a nuestros hijos y alumnos, y en el México de hoy somos responsables de sembrar en ellos el gusanito del deporte.

Hoy sé lo que quiero enseñar: “pasión, visión y acción”. Pasión es el espíritu, visión es la mente y acción es el cuerpo. Y cuando estos deciden trabajar en conjunto, los resultados pueden ser sorprendentes.

Hoy la pregunta es ¿Qué necesitan nuestros niños para ir más allá de su actual estado de condición física?

Lo primero que deben saber es que el deporte puede cambiar su vida. Y que es posible que lleguen lejos. El proceso que me ha llevado a conseguir las metas que me he puesto se basa en una premisa: “atrévete a imaginarlo”.

La mente dirige al cuerpo. No importa cuáles pensemos que son nuestras limitaciones; no importa cómo se vea o se sienta nuestro cuerpo antes de empezar a hacer ejercicio; si logramos plantar en nuestros niños el deseo de hacer deporte se convertirán en atletas naturales y podrán desarrollar un talento que aún no descubren.

Tenemos que convencer a nuestos niños de que son capaces de hacer lo que ellos imaginen.

Si logramos convencerlos que tienen la capacidad, lograrán su objetivo. Seguro que tendrán que trabajar muy duro. Tendrán que invertir tiempo y energía. Ser disciplinados. Pero la clave está en hacerlos creer en ellos mismos.

Hoy, quiero poner mi granito de arena para formar un México mejor y sembrar en las nuevas generaciones el amor y la pasión por el deporte.

 

 

Por: Pablo Doberti

Sé que les es consustancial lo fantástico, pero se me hace impostada –por ejemplo- esa pasividad corporal propia de la lectura. No puedo representarme su valoración de un objeto tan poco carismático para un niño como un libro.

Encuentro muchas inconsistencias entre la infancia y la lectura.

Digo la lectura, no la narración.

En la infancia, asocio mejor al libro con la condescendencia que con el deseo; es decir, con la sobreadaptación infantil al deseo adulto. Un niño sabe que con un libro en las manos llamará poderosa y positivamente la atención de los adultos. Un niño con un libro se sabe infalible; satisface. Y hay niños a los que les gusta satisfacer. Son los convergentes. Un niño con un libro en las manos es un tiro al piso.

Me gustan más los niños traviesos; los desconcentrados. Los personajes de los libros. Los que no merecen exclamaciones de admiración, ni se los pone de ejemplo. Me resulta más verosímil que un niño quiera oír una historia a que quiera leerla

Eso del libro y de leer no me cuadra con los niños.

Siguiendo la lógica oriental de aproximaciones progresivas y elípticas, yo creo que debemos ir llevando a los niños a la lectura muy de a poco. El libro y la lectura, propiamente, podrán ser el objetivo, pero deberán esperar si a ellos se quiere llegar.

En el lugar del culto al libro, el mito del libro. Meticuloso labrado del enigma de lo que contendrán.

Orillar los libros, cortejarlos, y así ir invistiéndolos de lo que todo objeto deseado debe ser investido: prohibición, deseo de los otros, distancia y dificultad. Sobre la contracara exacta del niño leyendo, ir construyendo al adulto lector. Es decir, al que desea los libros.

Si en cambio insistimos en hacer del libro el objeto obligatorio y convergente, entonces, cada vez habrá menos deseos de lectura.

Porque también en el campo de la promoción de la lectura -que es práctica tan humana y neurótica como otras-, el deseo se construye por alusión, por prohibición, por seducción e inasibilidad.

No obliguemos a leer -que parece obvio-, pero tampoco favorezcamos ni festejemos un encuentro que si no es deseado, no será encuentro. Ya lo enseña el mismo Romeo y Julieta: es conveniente que medie alguna prohibición para que se construya el verdadero amor.

Por: José Vargas

Algunas características, actitudes y conductas de quienes pretendan ser  docentes estratégicos en la actualidad:

La edición de materiales didácticos. Por: Antonio Moreno

Si bien existe una amplia diversidad de concepciones para entender el “quehacer editorial”, podemos hablar de dos grandes ámbitos de la edición: obras de interés general entre las que encontramos novelas, ensayos, poesía, divulgación, etc. que, en lo general, responden a la creación de una persona (autor) y, obras destinadas a la educación representadas por la piedra angular de los materiales educativos durante, al menos, las décadas recientes: el libro de texto.

En el segundo caso, la creación de las obras responde más a un trabajo en conjunto que a la inspiración divina de una sola persona. Han quedado muy lejos los tiempos en que la propuesta de un autor constituía la totalidad de una obra, para dar paso a la convivencia de una serie de elementos, definidos y creados por diversos participantes, que es lo que en la actualidad da perfil a los materiales didácticos que la industria, incluso los particulares, producimos.

Comparto algunos puntos al proceso de edición de materiales, su diversidad y la complejidad que implica.

1. Muchas visiones, un solo acuerdo. Aun si pensáramos en editar “el material didáctico más sencillo”, fuera este un cuaderno de ejercicios o un material de apoyo complementario a libros de mayor alcance, necesitaríamos poner sobre la mesa de análisis toda aquella información cualitativa que nos lleve a responder, con la propuesta editorial que se defina, a todas las necesidades detectadas. No sólo se trata de decidir si vamos a atender cierto currículum bajo cierta propuesta metodológica, sino que, además, se debe establecer qué tipo de personalidad vamos a crear para determinado material; en otras palabras, hay que definir cada componente que constituirá nuestra propuesta editorial, respondiendo la inclusión de cada uno de ellos para satisfacer una necesidad representativa. Todas estas visiones implican un necesario trabajo de consenso que le corresponde concretar al editor. La diversidad de voces y de experiencias por considerar en la definición del acuerdo general siempre llevarán a la construcción de propuestas particulares.

2. Zapatero a tus zapatos. Cuando se tiene claro qué tipo de material didáctico se quiere crear, a qué mercado va dirigido y qué necesidades queremos resolver, entonces tenemos gran parte de la tarea, al menos aclarada. A partir de ahí, entran en acción, en momentos marcados por secuencias lógicas de desarrollo,  diversos equipos de especialistas para realizar trabajos que, aunque específicos, están todos interrelacionados. Si pudiéramos asomarnos a lo que es este proceso de edición, veríamos el accionar de editores, revisores técnicos, autores, traductores, ilustradores, fotógrafos, diseñadores, diagramadores, impresores, encuadernadores, etc. El proceso editorial aún ahora, en tiempos digitales, implica más de ochenta fases, para las que es importante contar con especialistas, tanto expertos en cuestiones editoriales como en cada una de las asignaturas por desarrollar.

En este contexto se han desarrollado todos los materiales de Sistema UNO, tanto para atender el currículum en español como para  las opciones en el programa de inglés. Panorama que, por cierto, no sólo abarca  los materiales impresos sino que, con redoblada importancia, también está presente en la producción de materiales digitales. Diversas voces, incluso diversas propuestas, que tras los acuerdos necesarios encuentran un común denominador: nuestro interés por crear materiales didácticos de alta calidad educativa.

 

 

 

Iván Restrepo*

Como seguramente ustedes saben, México es una mega potencia en biodiversidad. Ocupamos el quinto lugar en el mundo en variedad de plantas y animales. Algunas de estas plantas y animales solamente se encuentran en nuestro territorio. Son endémicas de México.

Lamentablemente, esa  riqueza natural la venimos  destruyendo desde hace siglos. Y se ha acelerado con la modernidad, con el aumento de la población y el uso irracional de recursos. Además, es lamentable que, al lado de tan  invaluable tesoro (que todavía no alcanzamos a clasificar y conocer completamente), exista una enorme  pobreza y desigualdad. Y que  donde más biodiversidad existe, sea donde  más pobres hay, miles de ellos en situación extrema. Como en Oaxaca y Chiapas, por ejemplo.

Siempre he dicho que una forma de cambiar esta injusta situación es con los maestros de México, ese enorme y poderoso ejército de paz y conocimiento,  responsable de abrirle caminos  a las generaciones futuras.  La escuela,  sus maestros y alumnos, son vitales para crear conciencia de la necesidad de conservar la naturaleza, de hacer un uso racional de los recursos, de heredar en buen estado  un patrimonio único que a todos pertenece.  Sólo así seremos un país desarrollado en lo social y en lo económico.  Y más igualitario.

*Director del Centro de Ecología y Desarrollo y periodista

Patricia Zorrilla

Es inevitable sentir miedo ante el cambio y, seguramente, por esta razón más de uno de nosotros ha dejado pasar grandes oportunidades que nos habrían llevado a vivir el proceso educativo de una manera diferente.

Sabemos, como todos los educadores, que existen nuevas y mejores propuestas. Somos conscientes del gran compromiso que tenemos y sabemos que los resultados no son los esperados. Sin embargo, cuánto tiempo nos hemos resistido?

Hoy, con Sistema UNO, damos un gran paso hacia una transición en la que de manera progresiva iremos teniendo los logros que la sociedad requiere. Seres humanos pensantes, responsables de sus acciones, talentosos y competentes para dar respuesta a las demandas propias de la actualidad.

En esta nueva etapa, contamos con herramientas que enriquecerán nuestra labor diaria. Con la digitalización de la escuela llevaremos al aula la posibilidad de interactuar con temas que hasta ayer eran historias. Conceptos, que eran ajenos e irrelevantes para los alumnos. Ahora, ellos podrán interactuar en el aula de manera más dinámica y eso generará mayor interés, logrando verdaderos aprendizajes significativos.

La digitalización nos da, también, ventajas en términos de una de las metas primordiales que debemos llevar a cabo los docentes: formar aprendices permanentes. Fomentar en nuestros alumnos la curiosidad, el gusto y la necesidad por aprender más allá y guiarlos a descubrir el cómo les desarrollará la metacognición.

Por otra parte, en el día a día, los docentes podremos planear de manera más rápida, gestionar de manera más eficiente y tendremos a nuestro alcance recursos valiosos que podremos incluir para afianzar y consolidar todo aquello que creamos necesario.

 

Sin duda, los dispositivos electrónicos hoy juegan un rol sumamente importante en la educación. Los niños de hoy viven inmersos en un mundo digital. No ignorarlo es clave. Es una gran ventaja comunicarnos con nuestros alumnos mediante un lenguaje común. Esto los motivará y acercará mucho más a nosotros.

 

Y recordemos que la digitalización no viene a suplir nuestro papel como guías, viene a complementar nuestra práctica.

Por Pedro Landaverde

En el mundo de la docencia, en todos los niveles, los maestros están expuestos a formar y corregir a los educandos, por lo que requieren de un alto nivel de capacitación en todos los ámbitos: en el académico, en el cultural y especialmente en el emocional.

Los tiempos han cambiado y quienes nos comprometemos a educar alumnos, distintos a los de hace 10 e incluso 5 años, hoy tenemos que formar niños y jóvenes más inquietos, más exigentes y más demandantes en toda la extensión de la palabra.

Por ello, un maestro tiene que conocer, entender y saber aplicar las teorías de la “Inteligencia y disciplina emocional”. Debe ser empático, evitar perder el control para no dejar una huella negativa –de miedo o inseguridad- en sus alumnos, respetar su independencia al cometer errores para que aprendan a corregir. Hay que fomentar su capacidad de adaptación para formar nuevos alumnos con grupos diferentes.

Además, el maestro debe de trabajar con el alumno el manejo de la frustración, como maestros debemos hacerles ver a los niños que en la vida muchos de sus bjetivos serán fáciles de alcanzar, pero otros no. Y tendrá que resolver ciertos problemas, de manera personal para salir adelante.

Lo académico, lo cultural y lo emocional, todo, basado siempre en el respeto,  que me parece, es el valor por excelencia y sólo gracias a éste, nuestros alumnos sentirán confianza para poder expresar y manifestar sus aptitudes hacia los demás.

La disciplina emocional es la  actitud que tiene el maestro hacia sus educandos cuando racional y prudente se manifiesta el trato con sus alumnos, al corregirlos y encauzarlos cuando es necesario, a base de tareas y peticiones sustentadas en justicia y comprensión. Por ejemplo, no tiene ningún caso, hoy en día, pedirle a un alumno que escriba mil veces una palabra que ha escrito mal ortográficamente esto es lo más lejano a una buena disciplina emocional, mejor sería pedirle trabajos significativos que lo ayuden a crecer y ser mejor persona todos los días.

Por Pablo Doberti.

Flamante, reluciente, curvada, pulida, aerodinámica, plateada… ¡Despampanante! Seriada, edición limitada, livianísima, con una cuchilla perfecta, leve, etérea, rugiente, ¡lista! y a tu medida… Nunca tuviste una tabla como la que tienes ahora. ¿Qué harás con ella?

Eso es Sistema UNO, mi querida maestra, mi querido maestro. ¡Bienvenidos! UNO es la mejor tabla de surf que tuviste jamás en tus manos. Nueva y renovada. Incorpora toda la nueva tecnología. Navega a otra velocidad. Genera otras experiencias. Bate récords. Reduce al mar a mero lago calmo. Y está pensada exclusivamente para gente como tú. UNO ha revolucionado por completo la industria de las tablas de surf y tu tienes ya la tuya en tus manos. ¿Qué harás con ella?

Ahora, ¡eso sí!, ya lo sabemos: no hay surf sin buenas olas. Y tampoco hay surf sin buenos surfers.

Olas tenemos. Y de las grandes, de las buenas. A menudo de las muy grandes. E incluso, tenemos también verdaderas majestuosidades. ¿O no? Son los niños.

Rebalsan de energía y de vitalidad; están repletos de pulsión y colmados de ímpetu. Son olas inmensas, únicas, imponentes, magistrales, portentos de la naturaleza. Nunca paran, jamás se cansan, son infinitas. Una y otra vez, una detrás de otra.

El escenario ideal para cualquier surfer. De ésos que se encuentran sólo en las islas Fiji, a veces en Hawai y en otros rincones de ésas sofisticaciones a los que los güeros surfers acuden cuando pueden. Y nosotros las tenemos a diario, ineludiblemente, inevitablemente, en cada salón de clases.

Y para completar, ahora también tenemos la mejor tabla para surfearlas. ¡Qué hacemos, entonces? ¿Surfeamos de una vez? ¿O dejaremos pasar nuestra tan envidiable y pronto envidiada condición?

Pero por más tabla magnánima que tengamos, por más majestuosas que se nos repitan una y otra vez las olas delante de nuestros ojos, no habrá surf sin surfers. Nos hacen faltan los surfers.

Los surfers de este surf, mis queridos maestras y maestros, son ustedes. Musculosos y asoleados como los veo; experimentados y sabiondos del mar como los sabemos, honestos y prudentes cuando toca –también-, los surfers de este surf UNO son ustedes.

¿Les da miedo? A mí me da miedo que les dé miedo. A mí me da miedo que no percibamos que lo que nos debería dar miedo es no surfear. Las olas te pasan por encima y te vuelven nada.

Es cierto que las olas son altas y fuertes y a diario revuelcan al que las quiera penetrar. Pero eso es lo que pasa hoy, en cada aula, a cada hora. Es que ustedes ya surfean –no lo olviden-, pero lo hacen con unas tablas que parecen de planchar y no de surfear. El mundo ha cambiado y las tablas de hoy ya son de aleaciones complejas y sofisticadísimas, pesan mucho menos y navegan muchísimo más. Son veloces como el rayo Mac Queen, flotan y cortan las olas de una manera nueva y espectacular. Nos toca reaprender a surfear para que a las mismas olas le saquemos otras experiencias; inimaginadas. Y ya verán: hasta las olas serán felices al vernos poderles, ganarles, sacarles partido, gozar de ellas.

El surf es deporte de valientes, lo sé. Hay que saber que uno, con su tablita (por más UNO que sea), debe enfrentar esos portentos de la naturaleza, solito. Y no ganarles, porque los surfers no les ganan a las olas, sino que las usan para ganar velocidad y potenciar su propia experiencia. El surfer no es fuerte; el surfer sabe usar las fuerzas naturales. La fuerza del surf viene del mar. La vitalidad del surf proviene del mar. Pero el surfer no teme. Deja al mar hacer su trabajo y él hace el suyo. Y más le pide al mar y mejor hace su trabajo. Más por más. Plagados de adrenalinas, claro, porque en el surf nadie reduce a nadie. El mar se siente bien mar, y el surfer, bien surfer. Y así se sostiene.

Y en medio de ambos, o como integración de ambos, para hacer su trabajo y favorecer la experiencia de ambos, está la tabla, está UNO: la mejor tabla de surf para la educación que existe en el mundo hoy.

Permítanme insistir: ¿qué harán con ella? Las olas ya están esperándonos.