Opinión UNOi - UNOi Internacional - Page 2
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La escuela se equivoca cuando liga el emprendedurismo con las finanzas personales y las cuentas, y desperdicia la oportunidad de conectar con la ética, la filosofía y la psicología. Así lo afirma Pablo Doberti en su columna de esta semana, quien asegura que emprender es una manera de pararte en la vida, de vivir.

Alabado como un valor del siglo presente, el concepto de emprender, entendido como ejecutar con empeño y hasta con osadía, se ha venido corrompiendo con parámetros de utilidad económica y éxito.

La escuela, dice el autor, no enseña una actitud emprendedora, como tampoco lo hace con otras habilidades esenciales.

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El artículo completo puede leerse en: http://pijamasurf.com/2016/01/el-inversor-emprender/

 

Por: Claudia Rojo *

Querida Familia UNOi:

Vamos a cerrar el ciclo escolar con nuevas estrategias que refresquen el aula y recuerden que cada día cuenta para dejar en nuestros usuarios –padres de familia y alumnos–, ese buen sabor de boca para seguir formando parte de cada una de sus instituciones  y reinscribirse.

La innovación educativa aplica en las formas de enseñanza-aprendizaje, porque no hay nada nuevo bajo el sol y los programas de estudio para preescolar, primaria y secundaria no han cambiado mucho (y todos lo sabemos); por lo tanto, el reto radica en hacer de nuestro trabajo diario en aula, algo más atractivo, explorar nuevas tendencias, aprender del ensayo y error y nunca dejar de intentarlo.

¿Qué hay de «nuevo»?

¿Se imaginan planear los próximos bimestres empleando dos de estas estrategias por semana? Las clases serían más atractivas no solo para los alumnos, sino también para los maestros, pues el reto organizacional y la documentación de resultados (que generalmente no son los que esperamos porque cada generación de alumnos es distinta) haría de su trabajo diario, algo muy  refrescante.

De todas estas estrategias hay capacitaciones, lecturas, tutoriales y, de hecho, Sistema UNO ha sumado a su metodología algunas de ellas como evolución natural a su propuesta.  En los diferentes congresos nacionales e internacionales a los que tuve el privilegio de asistir a finales de 2015 sobre innovación educativa, vanguardia, y tendencias mundiales, es de lo que se habla: ¡subámonos al barco!  Hay libertad para hacer investigación y propuestas por iniciativa propia, no esperemos a que sea un requisito o una imposición, estar al día nos beneficia y motiva a cada uno de nosotros en lo profesional. Recuerden que la última de las libertades humanas es la ¡ACTITUD!

¿Hace cuanto tiempo que no hacen algo «por primera vez»?… ¿Y en lo profesional?

¡Bienvenido 2016!

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Claudia Rojo - Robert Schuman pp* La autora es Maestra en Dirección de Instituciones Educativas, con diferentes especialidades en el área de gestión y mercadotecnia; asimismo, es doctoranda en Imagen Pública de Instituciones Educativas y consultora de empresas, viajera empedernida y directora general de Colegio Europeo de México Robert Schuman.

 

Una pieza inusual es la que nos ofrece Pablo Doberti esta semana en su columna, donde habitualmente desenvaina la espada en contra de los sistemas educativos, sus resistencias y sus métodos anquilosados.

Hoy, la historia es distinta, Doberti habla de sí mismo, permitiéndonos un asomo a una intimidad en la que hay aspiraciones y miedos, inquietudes y urgencias, duermevelas y vigilias sin ocio.

Doberti no mira la televisión, no saluda al vecino al pasar, nunca se emborracha, se esfuerza en no mentir y se arma de valor para matar las cucarachas él mismo. Escribir es un imperativo que le representa y le cuesta. La familia –aunque no le esté–, está siempre presente como un puerto seguro al cual volverse.

El texto completo puede leerse en: http://pijamasurf.com/2015/12/el-inversor-vivir-mi-vida/

En su columna publicada este jueves, Pablo Doberti hace una crítica ácida –pudo ser peor, afirma–, a una biografía de Einstein para niños que, por decir lo menos, deja de lado aspectos fundamentales.

Aunque Doberti, reconoce la dificultad de escribir literatura para niños, en este caso el resultado es, por mucho, negativo; presentando la vida del personaje como una cronología de sucesos, envuelta en un ensimismamiento que insinúa erróneamente el sr creativo.

En particular, molesta al columnista el mensaje erróneo de colocar a las matemáticas en un segundo plano, como sugiriendo que están reservadas sólo a las mentes brillantes.

El artículo completo puede leerse en: http://pijamasurf.com/2015/12/el-inversor-ay-de-la-literatura-infantil/

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Las falsas conferencias –más que las malas-, inquietan la reflexión de Pablo Doberti esta semana. Una escenografía, un tema, un expositor y un público, voluntario o no, no bastan para satisfacer la necesidad de sentido. Esto, dice el autor, ocurre también con las películas, las novelas o las clases en las aulas.

En contraposición, Doberti cita una frase empleada por Borges para abrir una conferencia –que bien podría haber sido la conferencia toda–, pero que abrió las puertas para un hecho formativo y constitutivo.

El artículo completo puede leerse en: http://pijamasurf.com/2015/12/el-inversor-que-es-una-conferencia/

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Esta semana, Pablo Doberti dedica su reflexión al sistema educativo de Venezuela, país donde residió durante algún tiempo y cuyo gobierno, durante los últimos 15 años, emprendió cambios revolucionarios que –de una u otra manera–, han impactado en prácticamente todos los ámbitos de la vida del país sudamericano, salvo en el tema educativo.

Al igual que en otras latitudes del continente, Doberti atribuye esto a la inamovilidad de la escuela –aunque las circunstancias particulares de Venezuela merecen un análisis aparte– y a su cerrazón eficiente que le impide innovar y abrir espacios para moverse hacia otros terrenos.

El artículo completo puede leerse en: http://pijamasurf.com/2015/12/el-inversor-ni-en-venezuela/

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En su columna de esta semana, Pablo Doberti rescata del olvido un texto finisecular escrito por Edgar Morín, por encargo de la UNESCO, sobre cómo educar para un futuro sostenible.

Titulado Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, él libro se editó en 1999 y aborda aspectos como la transdisciplinariedad, la rapidez de los cambios y el reto mayúsculo que representa adaptarse a ellos.

Hoy, a 15 años de distancia, Doberti lamenta el nulo impacto que en nuestros sistemas educativos tuvo esta publicación.

El artículo completo puede leerse en: http://pijamasurf.com/2015/11/el-inversor-morin-y-la-unesco/

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Los siete saberes necesarios para la educación del futuro se puede consultar/descargar aquí.

por Pablo Doberti

De pronto una explosión detona otras. Unas bombas caseras en París nos ponen de cara a la complejidad social del tiempo que nos toca. La misma complejidad que las antecedía, pero que no emergía; al contrario, hasta que no apareció el crack de las bombas no parecía haber complejidad, sino apenas maniqueísmo del más simplón. Estábamos todos tranquilos y explotó París.

Y la complejidad es un valor. “Bum” en Paris y en pocas horas uno que nos dice “créanme, si la gente pudiera llevar armas en Francia, la situación habría sido diferente”, y otro que “la violencia es injustificable. Mis condolencias por los fallecidos, tanto en Francia como en Siria, Líbano y Palestina”, y un tercero que si nos imaginamos “cuánto duraría un terrorista europeo con un arma en una mezquita siria a la hora de la oración. Ni de recargar le daría tiempo”.

Una bomba previsible y nuestra monotonía manipulada de la realidad (que parece un cuento de escuela) estalla en pedazos y emergen los mil matices, las fisuras profundas, la complejidad en su sentido puro, las connotaciones… lo inexpugnable como punto constitutivo, las interpretaciones como necesidad, la toma de posición como deber y la vida como una construcción simbólica irreductible a ninguna didáctica barata. Y estábamos tan tranquilos.

La relación entre Occidente y Oriente es la complejidad misma; y no hay manera de entrar en ella sin honrar esa complejidad. Ni Pérez-Reverte ni Trump ni Maradona tienen entera razón; no hay “enteras razones” en esto ni en casi nada. Ellos, puestos en relación y en tensión como los pone el tejido social, son la verdad de la complejidad de lo que nos pasa. Y como los tres son hombres de masas, los tres se extreman para poder decir algo más que los estupores, las condolencias y las cantidades de muertos que dice y repite la prensa hasta saturar.

Cuando pasan estas cosas pienso en cómo ellas luego aterrizarán en los materiales didácticos y en los discursos de los maestros. Llegan –cuando llegan, cuando ya a nadie le duele, cuando ya a nadie le hace sentido– como dato histórico, que es lo mismo que el estereotipo de la prensa de hoy pero sin el amarillismo que la sangre aún húmeda le confiere. Llegan como un fenómeno natural, o exclusivamente como un acto bárbaro irracional, inexplicable e injustificable en medio de aquella calma occidental. Llegan como una certeza ocultando que provienen de un desajuste esencial, de un ecuación que no cierra.

Cuando estalla una bomba emergen las verdades. No es –felizmente– la única manera de que emerjan, pero es una de las más eficientes. Siempre que explota una bomba emerge la verdad como trama abierta y tensión compleja. Explota la historia oficial y entonces estamos todos obligados (por un rato, mientras dura el impacto, mientras gobierna el desconcierto) a postularnos con los elementos que tenemos, sin voz dominante que nos diga cómo hay que leer lo que sucede. Eso es la verdad. Se nos obliga a interpretar. Entonces surgen el Trump más liberal y violento, el Reverte más ácido y sutil y el Maradona más outsider y consciente. Y surgen otros miles más que aprovechan la ventana de la ausencia de la voz oficial para definir quiénes son. Tras la bomba vivimos unas horas de hiperlucidez mundial; un insight pedagógico de escala planetaria.

Eso hasta que el poder se reacomoda, la prensa se anoticia, los políticos se alinean, lo real se calma un poco y vuelta todos a escuchar las cancinas proclamas de la maestra que nos contará que había bárbaros y había santos y que en aquella ingenua y festiva noche parisina de noviembre algo se quebró en los sistemas de seguridad y ocurrió lo que no debe ocurrir nunca más y murieron los que no tenían que morir en manos de los que deberían haber muerto… y así. Condolencias, estupores, testimonios conmovedores de los sobrevivientes, saltos por las ventanas, fotos de niños poniendo flores frente al restaurante.

Siempre es así frente a lo inesperado. No aprendemos. No aprendemos que lo más verdadero de lo     que nos sucede es eso inesperado y no su calma artificial y maniquea que lo predecía y que lo volverá a suceder.

No propongo que la escuela sea un culto a las heridas abiertas, pero tampoco que siga siendo la negación de la condición humana como complejidad y ambigüedad. Incluso, ni es necesario que esa complejidad entre en la vida de los niños apenas por los nudos dramáticos de la historia; también puede entrar por otras instancias menos sangrientas. Pero tiene que entrar.

Negamos en la escuela de la misma manera que negamos con la prensa unas horas después. Reducimos lo real y su trama infinita a una realidad manipulada e idiota. Y a fuerza de repetición y de alineación, la imponemos o nos la dejamos imponer. Es un proceso repetido y atroz. En el fondo, tan atroz como la bomba homicida de ayer en París que me movió a escribir esta nota.

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Las categorías que para nosotros son claras, no son necesariamente universales y las matrices conceptuales existentes pueden representar obstáculos cuando se pretende construir una nueva experiencia educativa.

En su columna de esta semana, Pablo Doberti señala que la innovación no surge de una inspiración mágica, sino que es el resultado de un trabajo minucioso y detallado y requiere de nuevas matrices conceptuales.

Para emprender el camino de la transformación en el terreo educativo, Doberti sugiere dos caminos: el primero, sencillamente hacerlo y, el segundo preparar una matriz conceptual nueva.

Conoce los detalles en el artículo completo en: http://pijamasurf.com/2015/11/el-inversor-los-agentes-de-la-conservacion/

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Pablo Doberti - PSurf 2

 

Muchas son las palabras que se emplean cuando se habla de educación; sin embargo, los conceptos, empleados indistintamente, terminan siendo confusos.

Esta semana, Pablo Doberti se pronuncia por recuperar el vocabulario esencial y dedica buena parte de su columna a distinguir entre información y formación: “Educar es formar; o sea, no es informar. Formar exige poner al sujeto siempre por delante del objeto”.

Doberti propone superar la dimensión única de los temas de estudio y aprovechar otras dimensiones para que el sujeto se constituya.

El artículo completo puede leerse en: http://pijamasurf.com/2015/10/el-inversor-educacion-3d/

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