Opinión UNOi - UNOi Internacional - Page 12
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Foto: © eltoro69 7 depositphotos.com

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 “Sólo cerrando las puertas detrás de uno se abren ventanas hacia el porvenir.”

Françoise Sagan

Quienes nos enfocamos en educación, enfrentamos una gran cantidad de dilemas que habremos de resolver si queremos alcanzar los fines y gozar de los beneficios que la educación aporta a nuestras vidas y a nuestra muy vapuleada sociedad contemporánea. De manera casi irremediable, cuando nos referimos a la escuela, nos encontramos ante una serie de paradojas auto-generadas…nos metemos el pie, o como diría mi suegra, nos “apaleamos a nosotros mismos”.

Durante algún tiempo he tenido oportunidad de trabajar con diferentes escuelas, y puedo decir que todas, sin excepción –y en ellas incluyo también a los padres de familia– estamos de acuerdo en la necesidad de un cambio. Tema trillado. Coincidimos en que lo que la escuela ha venido haciendo hasta este momento es ya y por mucho, insuficiente. El modelo vigente en la gran mayoría de instituciones educativas de nuestro país hoy en día resulta anacrónico, no hay correlación entre lo que hacemos para preparar a las nuevas generaciones y lo que efectivamente sucede en el entorno profesional y de trabajo, y no hablemos del futuro. El conflicto inicia al momento de centrarnos en resultados. Nos está faltando visión, -a padres, maestros, directivos- y con ello nuestro liderazgo se está viendo terriblemente afectado, con todas las implicaciones que esto conlleva y en sentido opuesto a lo anhelado.

¿Qué hacer ante esta situación? Por principio de cuentas, necesitamos romper esquemas tradicionales hondamente arraigados, lo cual no es fácil. Para ser honesta, resulta ser lo más difícil, pero también posible. Comencemos por permitirnos ver nuestra realidad desde una óptica diferente -no mejor ni peor, solo distinta. Me parece que este es el primer paso, para darnos después la oportunidad de innovar considerando el riesgo en ello implicado. Esto no implica no sentir temor, pero sí significa aceptarlo y sobreponernos, medir y asumir los riesgos de hacer las cosas de manera diferente y generar una cultura de esfuerzo.  

Una de nuestras mayores barreras para innovar radica en nuestra intrincada habilidad para emitir juicios. Continua, natural y espontáneamente evaluamos todo. Sin embargo, lo que en realidad nos complica es que no tenemos el hábito de cuestionar ni modificar nuestros criterios para emitirlos y medimos “lo nuevo” con la misma y antigua medida. Requerimos de un nuevo molde, ya que no logramos encajar lo nuevo en el paradigma anterior y entramos en conflicto.  

No busquemos más de lo mismo. Tomemos el tiempo y el trabajo de construir una visión ideal, definamos nuestro nuevo modelo y puntualicemos los aspectos que nos parezcan mas importantes –nuestros moldes individuales– de manera que contemos con una clara y concreta imagen de lo que queremos alcanzar y de los elementos que la constituyen: qué queremos promover, qué estamos dispuestos a discutir, y qué definitivamente no es negociable. Accionemos con esta base y observemos si los resultados que obtenemos sobre la marcha nos acercan o alejan del ideal.  Esta es la forma.

Como escuela, el proceso es similar. Aunque bien es cierto que debemos ajustarnos a los lineamientos establecidos por nuestro órgano rector, mas trascendental aún es focalizar nuestras fortalezas y regresar a los orígenes. Hablando en términos comerciales, se trata de rescatar nuestra ventaja competitiva, y con ello me refiero a la filosofía y al sueño que hizo nacer nuestro proyecto escolar,  retomar aquello que nos identifica y distingue del resto. Eso que hacemos –o deseamos hacer– mejor que nadie y por lo cual destacamos entre muchas otras instituciones educativas.

Descubrimientos recientes sobre el cerebro y su funcionamiento han puesto a prueba muchos de los paradigmas que permanecen en educación: Enseñanza vs. Aprendizaje,  Calificaciones vs. Desempeños, Competencias, como prefiramos llamarles…lo cierto es que nadie tiene la capacidad de enseñarnos, aprender algo o no hacerlo es decisión personal. De igual forma, libros llenos y buenas calificaciones no garantizan aprendizaje en sí mismas, ni éxito o inteligencia en el sentido general. En el mejor de los casos denotan compromiso y destreza lingüística; valioso sí, pero insuficiente.

Estos son sólo algunos ejemplos de paradigmas y esquemas tradicionales que en su momento fueron legítimos, pero cuya validez es cuestionable en la actualidad. La inteligencia y el valor de la educación reside ahora en nuestra capacidad de hacer juicios éticos fundados, de resolver nuevas situaciones y problemas a partir de lo aprendido, y en la posibilidad de generar diversas alternativas y propuestas viables. En ello radica su valor. Comencemos entonces a evaluar los resultados desde ésta óptica.

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Dionisia cepLa autora es licenciada en docencia de Inglés y máster en administración de instituciones educativas, se ha desempeñado en el ámbito educativo por más de 25 años, en áreas de docencia, desarrollo académico y curricular, y coordinación IB. Ha trabajado como consultora independiente y organizado conferencias de formación para padres con la participación de diversas instituciones educativas, y como columnista en un periódico local, tiene un especial interés por generar aprendizaje organizacional en las instituciones educativas y actualmente es Consultora académica de UNO Internacional para la región de Sinaloa

 

Foto: © bulecups/depositphotos.com

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Por Claudia Rojo*

Considerando la edad promedio de los directivos de los colegios, entre 40-50años, a ninguna generación como a la nuestra (maestros y directivos) -en la historia de la humanidad-, se le ha exigido que aprenda tantas cosas en tan poco tiempo… sin temor a equivocarme, todos vivimos la experiencia de la pesada máquina de escribir (negra en la mayoría de los casos y donde se nos rompían las uñas a las mujeres), hasta la sensibilidad táctil del manejo del iPhone e iPad!!!

Y no por dedicarnos a cambiar, hay qué cambiarlo todo. Hay tradiciones que dan identidad, otras que nos hacen sentir seguros (pertenencia) y muchas otras que nos restan tiempo y esfuerzo. Hay qué ser prudentes con los cambios, pero muy abiertos a pensar fuera de la caja!!!  Las generaciones, tanto de maestros jóvenes, como de alumnos, nos lo exigen y confían en nuestra experiencia y criterio.

El reto no es «mejorar» la enseñanza tradicional, sino innovar en el aprendizaje utilizando la tecnología como herramienta. Para acelerar la innovación educativa, se requiere apoyo a la experimentación de la academia. Es decir, quitarnos la telaraña del «no puedo» o «no es lo mío»; y entrarle con confianza a equivocarnos y aprender del error… a reaprender!

Actualmente hay muchos tutoriales, información en línea, incluso Harvard da todas sus carreras gratis… solo hasta que necesitas el «papelito» de validez oficial, te cobran. Hoy los alumnos pueden obtener la información sin costo y rápido… Los maestros sirven para darle sentido a la información, para motivarlos a querer saber más, para explicarles para qué sirve esa información; por ello, la formación presencial es un lujo, porque sólo pagarán colegiaturas los padres de familia, si los profesores son inspiradores.

Capacidad de transformar en el aula, es la capacidad de restaurar las relaciones deterioradas con los alumnos mediante la inspiración, mediante la confianza, mediante el respeto bien ganado. Lo que se aprende con miedo a la represión, se olvida en cuanto se abre la puerta de la libertad de pensamiento, aunque lo que se haya aprendido sea valioso!

Tirar hacia adelante desalineados (cada quién bajo su ángulo) sólo paraliza y esto tiene su origen en falta de confianza y de disciplina: si ya dijimos que en el Colegio se «juega» Sistema UNO, con un «balón» azul, amarillo y blanco; y con la alineación de maestros específica, o somos parte del equipo o no lo somos. Es digno de un profesional pedir «sentarse en la banca» y dejar jugar a quienes sí están alineados. 

¿Sabían ustedes que lo último que madura en el cerebro de un adolescente es el lóbulo frontal, que es el que determina la autodisciplina y el autocontrol?  Por lo tanto, los hábitos sí se inculcan en el kínder, pero en secundaria, es clave seguirlos trabajando, repetir las veces que sean necesarias, pues por biología natural del ser humano, no es una habilidad desarrollada, ni es rebeldía del alumno.

Incluso en adultos, se consideran como manifestaciones de indisciplina personal: las excusas (siempre hay forma de echarle la culpa a los demás), la dieta (el descuido en el arreglo personal),  el escritorio (de la pantalla de la computadora) lleno de archivos, la impuntualidad, cada día desvelarse más (vuelve a ser descuido en la salud personal), entre otros.

¡Cambiar es difícil por eso hay que elegir las batallas!

Para contratar equipo docente, e incluso para aceptar alumnos de nuevo ingreso en el Colegio, es importante reflejar confianza en uno mismo: integridad (¿vives como piensas?, ¿haces lo que dices… oportunamente?), inteligencia; y alto nivel de energía ¿Qué factor nos está fallando?, ¿estamos en equilibrio?, ¿será posible completar el triángulo equilátero?

Una vida apasionada se refleja en diferentes aspectos o variables: primeramente, ¿qué tanto me interesa mi crecimiento personal? ¿Hago crecer a otros?  ¿Quiero trascender? (¿Estoy convencid@ de que, con mi trabajo «no me gano mi salario, sino que estoy cambiando al mundo»?

La capacidad de inspirar a mis semejantes, alumnos, compañeros de trabajo, familia, amigos, radica en la suma de mis competencias profesionales dignas de ser imitadas + cualidades personales dignas de ser imitadas… ¿Estoy consciente de ellas? ¿Puedo mencionar 5 de cada una en este mismo momento?  La enseñanza-aprendizaje que ofrezco, ¿es digna del talento de mis alumnos?

¿Tengo la capacidad y la intencionalidad de reconstruir relaciones a partir de quien soy yo cada día? Porque cada día YO cambio y eso es natural.

Claudia Rojo - Robert SchumanEspero que los puntos anteriores ayuden a reflexionar sobre lo importante que es la labor como docentes, como compañeros de trabajo, con lealtad al Colegio y con dignidad hacia uno mismo. 

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* La autora es Lic. en Periodismo, con Maestría en Administración y especialidad en Mercadotecnia,  actualmente cursando una segunda maestría en Dirección de Instituciones Educativas.

 

Pablo Doberti - PSurf 2

Continuando con lo que inició en su columna de la semana pasada, en ésta, Pablo Doberti nos presenta un repaso cuantioso de evidencias de que la escuela, tanto si se le mira desde fuera como desde sus entrañas, continúa sin mostrar señales de adaptarse a las necesidades de los tiempos en que vivimos. Antes al contrario –e invita al lector a corroborarlo–, abundan las pruebas de que se mantiene apegada a prácticas anticuadas.

El artículo puede leerse en: http://pijamasurf.com/2014/03/el-inversor-de-ejemplo-en-ejemplo/

Imagen: © eltoro69/depositphotos.com

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por Dionisia Pappatheodorou    

Los tiranos se rodean de hombres malos porque les gusta ser adulados y ningún hombre de espíritu elevado les adulará«

Aristóteles

La idea de libertad e independencia han estado presentes a lo largo de toda la historia, y numerosas batallas se han desatado en su nombre; no obstante, con demasiada frecuencia resulta evidente que una vez conseguida esa libertad, no sabemos a ciencia cierta qué hacer con ella y volvemos a establecer los mismos patrones de comportamiento que dieron origen al conflicto: volvemos al poder. El poder se establece única y exclusivamente en condiciones de desequilibrio y precisamente en ello radica su base y el problema, en la inequidad y la falta de justicia, de respeto, honestidad y responsbilidad, valores fundamentales y causas principales de cualquier conflicto interpersonal.

Si analizamos a profundidad nuestras relaciones, seguramente encontraremos que detrás de la mayoría de los conflictos se encuentra una relación desigual, una relación en la que impera el ejercicio del poder desde alguna de las partes.  Puedo afirmar -casi sin temor a equivocarme- que esta es en esencia la raíz, o al menos forma parte de ella. En contraposición, detrás de una relación armónica, sana y productiva, se encuentran la equidad, respeto y justicia…la solidez de los valores son el punto de partida.

            El crecimiento y el amor forman parte de nuestra naturaleza, de nuestro ethos, y no conozco a nadie que no responda positivamente a estos estímulos. Una relación se compone de al menos dos partes que son necesariamente distintas y complementarias en algún sentido y que se realimentan entre sí. Sin embargo, para que una relación, cualquiera que sea, pueda adquirir un sentido positivo se requiere de la inversión de las partes involucradas.

            Para que exista una relación de poder, se necesita de alguien que someta y de al menos otro más que sea sometido; de alguien que abuse y otro que se deje ser abusado. De igual forma, para que exista una relación de crecimiento y de amor en su sentido más amplio, se necesita de alguien que ofrece y de otro que recibe de común acuerdo, esto es un prerrequisito.  No existe posibilidad de relación, sin la participación activa de al menos dos partes involucradas, y no hay relación productiva posible si no existe un acuerdo mutuo: el consentimiento y la voluntad de ambos lados resultan necesarias.

            Autoridad y poder son dos cosas distintas que a veces confundimos. Cuando imponemos o exigimos sin conocer, o sin tomar en consideración las necesidades y los intereses de la otra parte, estamos ejerciendo poder… y aún cuando nuestra finalidad y nuestra intención sean totalmente positivas, es muy factible que estemos también estableciendo las bases para iniciar una guerra de poderes. Lo mismo sucede cuando asumimos el extremo contrario, y somos demasiado permisivos; cuando dejamos que los demás decidan y actúen por cuenta propia, sin una visión compartida y sin considerar nuestras necesidades o puntos de vista, pero sí nos implican de una u otra forma en y con sus acciones. En ambos casos, estamos estableciendo un relación basada en el poder, de un lado u otro, y esto puede llegar a desencadenar en guerra. Según Nietzsche “la guerra vuelve estúpido al vencedor y rencoroso al vencido”. Concuerdo plenamente. Desde mi perspectiva, la autoridad es algo distinto y más valioso, por mucho. Es una mezcla de reconocimiento y respeto que se construye paso a paso, se consigue a través del prestigio personal y se gana a partir del esfuerzo y el trabajo compartido.

El respeto y la igualdad de oportunidades es necesaria para lograr que una relación sea constructiva y productiva, que nos ayude a crecer. Esto aplica para todo tipo de relaciones: entre compañeros y amigos, entre padres e hijos, en pareja y entre colegas…cualquiera que sea. En una relación productiva, nuestras similitudes nos acercan y nuestras diferencias nos complementan y enriquecen, pero esto es únicamente posible a través del diálogo, el conocimiento y la consideración hacia el otro. El poder exige, la autoridad orienta y guía. Si en lugar de imponer, somos capaces de argumentar y llegar a un consenso ante puntos de vista divergentes, lejos de distanciarnos, estos pueden ayudarnos a abrir nuevas perspectivas y horizontes, nuevas posibilidades…pero para esto requerimos invertir en la construcción de autoridad, en lugar de únicamente ejercer poder.

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La autora es licenciada en docencia de Inglés y máster en administración de instituciones educativas, se ha desempeñado en el ámbito educativo por más de 25 años, en áreas de docencia, desarrollo académico y curricular, y coordinación IB. Ha trabajado como consultora independiente y organizado conferencias de formación para padres con la participación de diversas instituciones educativas, y como columnista en un periódico local, tiene un especial interés por generar aprendizaje organizacional en las instituciones educativas y actualmente es Consultora académica de UNO Internacional para la región de Sinaloa.

 

Pablo Doberti - PSurf 2

A solicitud de los lectores, Pablo Doberti, en su columna de esta semana  se aparta un poco de su línea habitual para ofrecernos un par de muestras de lo que está sucediendo en las escuelas –en  en este caso en Brasil, pero lo mismo podría ser en cualquier otra parte de Latinoamérica–, donde se siguen reproduciendo prácticas anquilosadas.

En el primer caso, Doberti cuestiona desde las denominaciones de libro frente a folleto, hasta las preguntas estandarizadas con respuestas igualmente estandarizadas que coartan la apropiación. En el segundo, actividades superfluas consumen la mayor parte del tiempo que bien podría aprovecharse de forma más productiva.

El artículo puede leerse en: http://pijamasurf.com/2014/02/el-inversor-dos-ejemplos-concretos/

Foto:  © khamidulin/depositphotos.com

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por Claudia Rojo

Hablar de capacitación a los docentes desde la visión constructivista tendría que partir del conocimiento previo de su práctica diaria; y qué más práctica diaria que pedirles a los alumnos que guarden silencio. Desde el ancestral “Ya cállense que no me dejan dar clase”, pasando por el “Silence please” y, por supuesto, usando la creatividad y la inteligencia musical de: “…un candadito nos vamos a poner, el que se lo quite a a per-der, 1-2-3”.

No importa el idioma en que se pida, ni el nivel de abstracción de los estudiantes en kínder o en profesional, pedir silencio debería llevar también una connotación filosófica y humana que, con la práctica diaria, enseñara al ser humano a valorar –atesorar–, esos momentos de silencio, de introspección, de autoconocimiento y de autodisfrute.

No hablamos de “enseñar” una nueva habilidad, ni de alcanzar una nueva “competencia”, ni de “enriquecer” el currículum; sino de abordar la práctica diaria desde un ángulo más profundo.

Los periodos de atención en los niños de preescolar son muy cortos, por lo que los docentes deben cambiar de actividad constantemente e ir de lo teórico a lo práctico en segundos… mismos en los que podemos intercalar minutos de silencio no para enseñar algo teórico, sino para reforzar este tema tan importante que se trabaja dentro del plan de estudios de Educación Preescolar que es el autoconocimiento: Quién soy.

Conforme los niños van creciendo, se requieren más conocimientos para “acreditar” el ciclo escolar, y la solicitud de silencio del profesor, va encaminada a captar la atención del estudiante: craso error. 

Pareciera que les dicen: “hagan ruido, lo que tengo qué decir lo encuentran en 3 minutos en Wikipedia!!!”   O al menos, así lo interpretan los chicos… y con toda la razón. Son otros tiempos, son niños del siglo XXI que nacieron con un dispositivo móvil vigilando sus cunas y que cambian de canal con un movimiento de brazo a la derecha o a la izquierda frente a una pantalla inteligente con más de 600 canales!!!

Guardar silencio en el aula es un suicidio al prestigio del profesor, se confunde con “qué aburrida clase” y todo esto tiene mucho qué ver con el valor pedagógico del silencio, en el manejo del tiempo efectivo de clase, en la planeación de actividades enriquecedoras o motivantes.

Un silencio como ejercicio de salud emocional y mental tendría mucho valor social si los alumnos tras 12 años de educación básica, se graduaran de secundaria con el hábito de “guardar silencio” para ESCUCHAR AL PROJIMO, para ESCUCHAR LO QUE SU CORAZON SIENTE, para ESCUCHAR al que –por EXPERIENCIA-, sabe más. Si esto fuera un hábito, nuestra sociedad sería más empática, más respetuosa, más considerada, y nuestros adultos mayores serían más valorados.

 ¡¡¡Cuánto VALOR tiene el SILENCIO!!!

De aquí que la propuesta de este ensayo y de una servidora dedicada al campo de la educación, que también ha estado frente a grupo (de universitarios y de kindergardenianos), sea sensibilizar al docente –mediante la capacitación–, del valor pedagógico del silencio… pero usted, ¿qué opina?

¿Qué opinarían nuestras autoridades, ahora inmersas en la REFORMA EDUCATIVA, en el ENLACE y en los conflictos magisteriales, si llegara una ciudadana con experiencia en el ámbito educativo y les propusiera esta línea de trabajo para el ciclo escolar 2014-15?

POR FAVOR: NO GUARDEN SILENCIOOOOOOOOO!!!!!!!

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Claudia Rojo  02 cegMtra. Lic. Claudia R. Rojo Casas
Dirección General
COLEGIO EUROPEO DE MEXICO RS

La autora es licenciada en periodismo, con maestría en administración y especialidad en mercadotecnia e innovación educativa; actualmente cursando la maestría en dirección de instituciones educativas

Fredy Vota - En los caminos 

“Creo que en soledad, sin tener que compartir mis ideas, trabajo mejor, cierro la puerta y doy la clase cómo a mí me gusta”, dijo el maestro Fernando convencido de sus palabras. “No hay tiempo para equipos, todo es arrollador acá, en otra escuela puede que sea distinto, en esta apenas te alcanza para hacer lo que tenés que hacer”, sentenció su verdad Miss Mariana. “Los equipos de trabajo en los colegios son difíciles, por no decir imposibles”, espetó Marcos profesor de física en el última reunión de capacitación de SE. Silvia adhirió a su postura con un remate, “Cada maestro tiene su metodología y es muy difícil cambiarlo”.

Todos tienen razón. No hay verdad más profunda que la dificultad que tenemos  para ponernos de acuerdo. Esta dificultad, a veces insalvable, tiene un nombre: Libertad.

Ella hace que ningún sistema sea ajustado a la medida exacta de las personas que lo habitan. Primero porque somos libres de no querer hacer las cosas y aunque sea lo mejor o lo más conveniente para cada uno de nosotros, muchas veces nos empeñamos en destruir el colectivo. Segundo, porque no siempre nuestras acciones son racionalmente ordenadas a un fin. El hombre no es un ser racional con emociones, es un ser emocional con razón.

La libertad nos eleva por encima de cualquier ser vivo, pero su alta dignidad a veces nos hace tomar caminos erróneos. A la elección de cómo organizar nuestras escuelas, nuestras clases se le puede imponer esquemas y protocolos, pero dentro de esos marcos se extiende una vida compleja, contradictoria, sujeta a pasiones encontradas… y por eso es limitada la posibilidad de formatear los grupos previamente.

Una cosa es el esquema y otra la vida donde ese esquema habita. Una cosa es la secuencia de aula y otra lo que ocurre en el aula.

Sistema UNO se presenta como una propuesta didáctica, pedagógico política de cambio escolar. Es un itinerario diseñado para que la escuela vire su práctica y trueque su concepción de la enseñanza.

Esta propuesta necesita de un colectivo que adhiera a los postulados últimos, a la idea troncal. Es una propuesta instrumental, pero básicamente es una mirada acerca de los fines de la educación.

Creemos que la escuela debe ser un espacio donde los niños construyen sus aprendizajes, no donde los docentes imponen sus enseñanzas. Imponer una enseñanza, no necesariamente trae aprendizajes profundos. Y nosotros hablamos de lograr aprendizajes duraderos, competencias y valores para el siglo XXI.

Pero si los docentes de un establecimiento siguen pensando que esto lo hacen solos, sin una mirada sistémica, sin una red con sus pares, con sus directivos, con los padres, con otras escuelas, el tan mentado cambio de la educación no surgirá nunca.

Sin ánimo de alcanzar una receta cerrada, UNO quiere buscar respuestas compartidas, líneas de buceo, marcos referenciales e hipótesis de trabajo. Uno está abierto con los maestros que estén dispuestos a compartir nuevas prácticas.

Apelamos a la  libertad  de cada quién para sumarse a este grupo humano de profesionales por el cambio, por una educación mejor.

Sabemos que a veces las circunstancias juegan en contra (siempre las hay). Falta de conocimiento mutuo, inercia por repetir las recetas conocidas,  baja expectativa de éxito, ausencia de fuerzas que nos cohesionen y otras.

Las acciones humanas se determinan por la voluntad de querer concretar logros, más allá de las dificultades. Éstas no marcan la imposibilidad de la realización, sino la voluntad de no querer sortearlas.

El cambio escolar está en la puerta de nuestras posibilidades. Pero hay que abrirlas juntos, en red, en grupo. Solos será un intento más que morirá antes de alcanzar su meta. Los enemigos de la calidad educativa, son principalmente aquellos que buscan salvarse solos.

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Pablo Doberti - PSurf 2

Reemplazar las ganas por el sentido. Esto –y algo más– es lo que Pablo Doberti concibe como tesón, competencia que sitúa por encima de otras cuando de proveer de herramientas a los alumnos se trata.

En su columna de esta semana en pijama surf.com, el autor sostiene que el tesón no se enseña, se educa; y, por esta ocasión, se permite añorar de las instituciones educativas de antes, el desarrollo de esta virtud, cuyo fomento parece hoy estar ausente en las aulas.

El artículo puede leerse en: http://pijamasurf.com/2014/02/el-inversor-insistir-en-la-escuela/

Imagen: © eltoro697depositphotos.com

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“Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el
resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa”
Mahatma Gandhi    

Metáforas y analogías son recursos de lenguaje que empleamos para ilustrar algunos términos o conceptos que resultan complejos de explicar debido a que son abstractos, generales o profundos. Empleamos una metáfora o analogía siempre que intentamos comprender un elemento en términos de otro: cuando decimos “ese hombre es un león” empleamos la imagen de un león para llamar la atención de aspectos específicos que enmarcan nuestra comprensión sobre un hombre en concreto, de un modo distintivo aunque parcial. El amor es un concepto común, pero también sumamente amplio, abstracto y profundo, y por lo tanto difícil de definir o delimitar con palabras, es precisamente debido a ello que tendemos a malinterpretarlo y nos confundimos con  respecto a lo que es y no es.

Comúnmente asociamos el amor con los sentimientos, debido a que es capaz despertar una gran diversidad de ellos; sin embargo, me atrevo a decir que amor no es en sí mismo un sentimiento, más definidamente es una capacidad, una decisión y una actividad. Sin pretender entrar en profundidades, de acuerdo con el Dr. Scott Peck el amor consiste en la voluntad de “abrirnos o extendernos” con el propósito lograr nuestro propio crecimiento y el de los demás, independientemente de los sentimientos que esto involucre. Es un proceso activo que implica cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento, como elementos básicos. Desafortunadamente, con demasiada frecuencia perdemos de vista estos elementos o sin darnos cuenta, los aplicamos de manera errónea; consiguiendo resultados opuestos a los deseados.

Un ejemplo concreto de una concepción errónea que algunos padres tenemos con respecto al amor, es asumir que para que nuestros hijos sean felices y seguros de sí mismos, debemos protegerles al máximo, evitándoles todos los sufrimientos y esfuerzos posibles. Los sobreprotegemos, y la lección de la mariposa me parece un buen recurso para ilustrar de una manera análoga sus posibles consecuencias:   

Un día un hombre encontró un capullo de mariposa y observó que en él había un pequeño orificio. Se sentó a observar mientras la mariposa luchaba durante varias horas para forzar su cuerpo tratando de pasar a través del agujero, pero parecía que no hacía ningún progreso. Apiadado, el hombre decidió ayudar a la mariposa, tomó las tijeras y cortó el resto del capullo. La mariposa salió fácilmente, pero tenía el cuerpo hinchado y las alas pequeñas y arrugadas. El hombre esperaba que en cualquier momento las alas se extenderían para poder soportar el cuerpo que, a su vez, debería deshincharse. Pero nada de esto ocurrió. Por el contrario, la mariposa pasó el resto de su vida con el cuerpo hinchado y unas alas encogidas… ¡nunca pudo volar!

Lo que aquel hombre, con su mejor intención no llegó a comprender, es que el capullo restrictivo y la lucha para que la mariposa pudiera salir por el diminuto agujero, era la manera diseñada por la Naturaleza para enviar fluido del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, de modo que estuviera lista para volar tan pronto obtuviera la libertad del capullo. A veces el esfuerzo es exactamente lo que necesitamos en nuestras vidas, de esto no me cabe la menor duda, y aunque en el fondo sí lo sabemos, mantenemos oculto en nuestro inconsciente el mensaje debido a que resulta diametralmente opuesto a la información que recibimos de manera continua en nuestra cultura tecnológica que enaltece y fomenta la ley del menor esfuerzo. 

Ideas como la anterior, que al educar aplicamos erróneamente -en este caso en forma de sobreprotección de los hijos-, lejos de hacerlos felices y plenos, limita sus posibilidades y debilita el carácter al no permitirles la oportunidad de obtener sus propios logros con base al esfuerzo, conocer sus fortalezas, plantearse metas; los vuelve dependientes e inseguros de sí mismos. En contraste, una concepción más asertiva del amor hacia nuestros hijos consiste apoyar su autonomía y asumir entonces que no debemos hacer por ellos nada que ellos puedan hacer por sí mismos. En la vida, el dolor es inevitable y el esfuerzo fortalece, ayuda a crecer y genera satisfacción y autoestima. En ello consiste buena parte de la formación del carácter. 

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Dionisia cepLa autora es licenciada en docencia de Inglés y máster en administración de instituciones educativas, se ha desempeñado en el ámbito educativo por más de 25 años, en áreas de docencia, desarrollo académico y curricular, y coordinación IB. Ha trabajado como consultora independiente y organizado conferencias de formación para padres con la participación de diversas instituciones educativas, y como columnista en un periódico local, tiene un especial interés por generar aprendizaje organizacional en las instituciones educativas y actualmente es Consultora académica de UNO Internacional para la región de Sinaloa

 

 

 

Pablo Doberti - PSurf 2

La historia que nos cuenta esta semana Pablo Doberti en su columna plantea dos finales, ambos igualmente trágicos, aunque lo mismo podrían ser diez, cien o un millar y no necesariamente tan dramáticos.

“Hacia allá vamos”, dice Doberti, que clama contra este ensimismamiento cotidiano que en la casa, la oficina o la escuela nos priva de la posibilidad (¿la obligación?) de ser mejores.

El artículo puede leerse en: http://pijamasurf.com/2014/02/el-inversor-repeticion-fatal/

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