Carta editorial por Pablo Doberti - UNOi Internacional
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Carta editorial por Pablo Doberti

Pablo Doberti Hablar para callar o hablar para poner a hablar. ¡He aquí el dilema! Escribir para silenciar o escribir para poner a escribir. Participar, que es su nombre más adecuado. Para que quien lee, escriba, debo molestarlo. Sí, moverlo de su lugar. Desestabilizarlo. Porque uno solo se mueve si lo han movido. (De hecho, […]

Autor: UNOi

Fecha: 4 de octubre de 2011

Pablo Doberti
Pablo Doberti

Hablar para callar o hablar para poner a hablar. ¡He aquí el dilema! Escribir para silenciar o escribir para poner a escribir. Participar, que es su nombre más adecuado. Para que quien lee, escriba, debo molestarlo. Sí, moverlo de su lugar. Desestabilizarlo. Porque uno solo se mueve si lo han movido. (De hecho, Santillana se ha movido porque lo hemos desestabilizado con UNO. Pero ésta, es otra cuestión. ) Fuera de su vertical, uno realmente es el que es. En vertical, sostenido, uno apenas es el que los otros quieren que uno sea. Y no es lo mismo. Pensemos en nuestros alumnos. Cuando está en juego mi estabilidad, entonces mi carácter responde con su resto. Y ese resto del carácter se llama «yo». El problema de molestar es que molesta. Y el problema de que yo moleste es que generará en ustedes molestia. Y el problema de la molestia es que rompe las zonas de confort, abre nuevas agendas, pone en crisis, apura, tensa, compromete y apasiona. y a ver cómo acabamos luego. Vamos a hacer una extrapolación a una anécdota familiar suficientemente reiterada: La familia decide comprar un perro. O peor, un amigo de la familia acaba de regalarnos un perro. ¡Es hermoso!, pero no querido. ¡Se armó el lio! Goces, angustias y molestias por doquier cubren la atmósfera otrora apacible del hogar familiar. Claro, el perro es perro, y es cachorro (porque tienen la mala costumbre de empezar siendo cachorros) y rompe los cojines, ensucia las alfombras, gime de noche, rasca las puertas y devora calcetines. Ya saben. La casa ha perdido su homeostasis; la casa está compelida a una nueva configuración. Todos opinan. Todos se sienten con derechos. Nadie es responsable y todos buscan culpas. Y el cachorro es hermoso. Y no sabe lo que generó.Se ha puesto en marcha un ambiente de aprendizaje en la casa. Eso es una familia y no la de antes. Ahora todos interactúan, porque el problema es de todos e incide en todos.Los revulsivos (el perrito) son los símbolos de UNO. Vamos a regalarle varios cachorros (de perros, monos y más especies) a cada escuela, para que se líen, nos liemos y a ver cómo le hacemos. ¿Aceptan? Vamos a fisurar los muros pulidos de las prácticas anquilosadas y a trabajar juntos para administrar la nueva casa. ¡No es fácil! Nosotros también tenemos esa actitud refleja que tiende a la aquiescencia. Debemos trabajar mucho, poner a rodar revulsivos internos a diario, para que entonces sí seamos creadores de revulsivos eficientes, de buen calado. Y también en las oficinas y en nuestras juntas soltamos cachorros por todas partes, ¡y a correr! Estamos todos metidos en este lio hermoso que es cambiar nuestras prácticas. Será intenso, y cada vez más. Habrá de todo en el camino. Habrá que ver y sostener. Habrá que creer.
Empecemos, ¿No? Tú (ocupes el rol que ocupes en tu escuela ¿suscribes este «contrato»? Tú, te lanzas a esta aventura? Te leo.