Nada empodera más a un niño que el hecho de que los padres le teman al berrinche. “Dale la galleta”; “préstaselo antes de que llore”; “dale permiso para que no haga dramas”; ¿les suena conocido?
Elaborado en el Departamento de Psicopedagogía del Colegio Europeo de México Robert Schuman, este artículo aborda el tema de los berrinches y su manejo. Aunque las sugerencias son para chicos, muchos adultos que crecieron sin esta contención pueden presentar episodios similares, por lo que la información se puede extrapolar a los hijos adolescentes y hasta ¡a la pareja!
Berrinches
Los niños pequeños están muy ocupados aprendiendo muchas cosas acerca de su mundo. Desean ser independientes y podrían tratar de hacer más que lo que sus destrezas les permiten. Quieren tomar sus propias decisiones y muchas veces no pueden con el hecho de no obtener lo que quieren. Esto empeora cuando están cansados, hambrientos, frustrados o asustados y controlar el temperamento puede ser difícil de aprender.
Entre los 2 y los 3 años es el período en el que se espera mayor despliegue de los temidos gritos y pataletas que conforman los conocidos berrinches en los niños. Por un lado, porque no se cumplen sus deseos y buscan entonces la manera de llamar la atención de quien se los está negando y, fundamentalmente, porque todavía no puede recurrir al lenguaje -como lo haría un adulto sano-, para expresar su frustración y su enojo.
Los berrinches aparecen porque los sentimientos del niño se revelan antes que su habilidad para entender cómo manejar esos sentimientos.
Según el Talaris Institute (Instituto estadunidense que tiene como misión dar soporte y asesoría a padres de familia) en base a las investigaciones y charlas con especialistas, las razones principales de que los niños hagan un berrinche, son:
1. Quieren hacer algo que no está permitido. Las reglas son las reglas y a veces los niños no están de acuerdo con las reglas o los límites que se establecen.
2. Los niños quieren poder hacer más de lo que pueden hacer. Los berrinches pueden surgir a raíz del niño que afirma su independencia. Pueden querer hacer algo que aún no tienen la capacidad de hacer o que los padres no deben permitir por razones de seguridad.
3. Los niños no siempre pueden comunicar sus necesidades o deseos. Las habilidades cognitivas y físicas del niño pequeño a menudo se desarrollan con más rapidez que la habilidad de comunicarse con palabras. El desarrollo de las habilidades de lenguaje con frecuencia ayuda a reducir la frecuencia de los berrinches.
4. Los niños se sienten físicamente incómodos o no se siente bien. Los berrinches pueden ocurrir debido a que el niño se siente cansado o frustrado.
5. Los niños no pueden obtener tu atención. Los niños también pueden hacer berrinches para llamar la atención, para salirse con la suya o tratar de obtener una reacción.
Ten presente que aunque su deseo original fue de obtener una respuesta, una vez que empieza el berrinche, ellos quedan atrapados en sus emociones. La atención que buscaban de un padre o maestro puede que no detenga el berrinche aun cuando la hayan obtenido.
6. El niño no sabe cómo evitarlo. Algunos niños son temperamentalmente propensos a los berrinches. La frustración, el enojo, o la incomodidad física pueden ser extremadamente abrumadores. Es prioritario apoyarlos brindándoles herramientas para lograr controlarse.
7. Los niños desarrollan la evolución emocional. Los niños necesitan tiempo para desarrollar la capacidad de regular sus emociones, el apoyo de los proveedores de cuidado para identificar sus sentimientos, y las habilidades para manejar sus emociones en situaciones donde existe la probabilidad de perder el control.
Los berrinches varían en intensidad y frecuencia; así, algunos niños los presentan de manera regular mientras que otros sólo los experimentan ocasionalmente. Las causas principales, como se ha mencionado, son frustración, imitación, búsqueda de atención, sobreprotección, malestar o como respuesta a medidas disciplinarias demasiado laxas, incongruentes, basadas en amenazas que no se cumplen o por el contrario, demasiada estrictas.
Para niños de más edad, los berrinches suelen representar una lucha por el poder. El niño ha crecido y es más autónomo, más consciente de sus necesidades y deseos, por tanto quiere hacerlos valer.
Si bien es necesario estar al pendiente de las necesidades de los pequeños para enseñarles cómo expresar sus emociones, hay algunos padres que viven condicionados a la situación emocional de sus hijos pequeños, quienes parecieran ser los que mandan y establecen las reglas, horarios y tiempos en el hogar.
Nada empodera más a un niño que el hecho de que los padres le teman al berrinche. “Dale la galleta”,” préstaselo antes de que llore”, “dale permiso para que no haga berrinche”.
Frente a cada una de estas situaciones, es conveniente entender, que con un manejo adecuado y firme, el niño va a ir dejándolos de lado en la medida en que comprenda que no es la manera como se consiguen las cosas y que, además, hay que aceptar que no todo lo que se desea puede tenerse.
Las pataletas son también grandes oportunidades para enseñar a nuestros niños. Una vez que hayan pasado, podemos ayudarlos a entender qué sucedió y darles estrategias para resolver ese problema de manera más eficaz en el futuro.
Algunas sugerencias:
- No le grites (no compitas en volumen, tono e intensidad).
- Sé consciente de tus propios sentimientos, recordando que el niño se siente fuera de control y te necesita para calmarse.
- La frustración, también provoca berrinches. Si sabes que tu pequeño va a insistir en visitar la tienda de animales cuando vayas al centro comercial y tú no quieres, piénsatelo dos veces. Esto no es someterte a tu hijo, sino predecir cómo reaccionará y sopesar las posibles consecuencias y las alternativas. Es más probable que tu hijo haga un berrinche si está cansado o hambriento, así que procura dejar las salidas al supermercado u otro lugar para después de la comida y la siesta, y ten siempre a la mano un refrigerio.
- No le pegues (empeorará el berrinche).
- Evita a toda costa burlarte de él (se puede poner frenético).
- Déjalo que acabe de hacer su berrinche, sólo intervén físicamente si intenta golpear a otros o destruir cosas que no le pertenecen. Si se golpea a sí mismo(a) deja que lo haga, hasta que comprenda que no le funciona lastimarse. Obvio, sin poner en peligro su vida!!!!
- Si la situación es embarazosa o muy molesta para otras personas, puedes salir del lugar con el niño en brazos (no arrastrándolo, por favor), espera entonces a que acabe el berrinche.
- Si se le va el aire, ten en mente que una persona puede permanecer sin respirar aproximadamente un minuto sin sufrir ningún daño, por lo que te conviene esperar a que se le pase, de lo contrario, habrá encontrado una forma de chantaje, asustándote. Si se pone azulado o realmente mal, puedes ayudarlo a reaccionar echándole un poco de agua en la cara o con un apretón en el brazo.
- No trates de razonar con él (por el momento no escucha, está bloqueado momentáneamente a todo intento de comunicación). Y por favor intenta NO ENGANCHARTE.
- Si el niño se encuentra en un lugar seguro, algunos expertos aconsejan ignorar el berrinche y eliminar el incentivo del niño de continuar. Asegúrate de responder positivamente cuando el niño encuentre otras maneras de obtener tu atención.
Una vez que la situación se calme, debes sostener una breve plática, tranquila pero firme, en la que le dejes claro que los berrinches no son el camino para lograr lo que desea. Cuando un berrinche se desata como consecuencia de no haberle dado algo que deseaba, no cometas el error de concedérselo para evitar o acallar el berrinche, pues te convertirás en su esclavo y harás de tu hijo una persona incapaz de manejar sus sentimientos.
Señales de alerta
Diversos autores han reportado que, bajo ciertas circunstancias, los berrinches pueden considerarse graves, por lo cual han dedicado años de esfuerzos para encontrar las causas físicas y psicológicas de esta conducta: Los problemas emocionales que más típicamente se han asociado con las rabietas son: depresión (sentirse triste, melancólico, infeliz o derrumbado), baja autoestima, trastorno por déficit de atención (TDAH, que ocasiona impulsividad y falta de concentración), manía (elevación anómala del estado anímico) y trastorno bipolar (alternancia de períodos de excitabilidad y desánimo).
La Asociación Americana de Psiquiatría de los Estados Unidos fue más allá y le puso un rótulo al berrinche, catalogándolo en su más reciente manual en 2013 DSM-5 (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), como un “Potencial trastorno mental de la infancia” cuando la irritabilidad es persistente y los estallidos de comportamiento se repiten tres o más veces a la semana durante más de un año. El nombre científico del berrinche ahora es “Trastorno de desregulación disruptiva del humor”. Ante esto se sugiere buscar cuanto antes ayuda profesional tanto para los padres o personas a cargo, como para el niño.
Psic. Maite Ruiz Colegio Europeo de México RS Departamento de Psicopedagogía______________________________
Bibliografía de apoyo:
-
Serrano, A; Berrinches y primeros límites. Literatura de Proyecto DEI Comunidad. Publicado por Educación Inicial 1995.
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Faber, A; Como hablar para que los niños escuchen y como escuchar para que los niños hablen. Ed. Edivisión compañía editorial. México 2011.
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Vidal Schmill, Disciplina Inteligente: Manual de estrategias actuales para una educación en el hogar basada en valores. Ed. Producciones Educación Aplicada. México 2004
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