Azul como un cielo apacible –o quizás mejor, impasible. Azul como una mar insondable, en profunda calma, con olas que se suceden ininterrumpidamente. Sin embargo, también en el firmamento y en el océano suelen presentarse nubarrones, tormentas y tempestades.
Tal es la vida del autista. Los autistas perciben al mundo de manera diferente y es importante que entendamos que ellos no lo ven como nosotros y que su comportamiento obedece a un estado de conciencia distinto. (Para conocer más sobre este trastorno, recomendamos los enlaces que se ofrecen al final).
Azul es el color que se eligió como distintivo del autismo y es el motivo por el cual monumentos y edificios emblemáticos del Distrito Federal se iluminaron con ese color la noche de ayer –Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo– como un recordatorio de que la detección oportuna de este trastorno (que afecta a seis de cada mil menores) y su apropiado tratamiento, representan aspectos fundamentales para mejorar la calidad de vida de las personas autistas y la de sus familias.
La fuente de la Diana Cazadora, el Ángel de la Independencia, los edificios de Conaculta y del Senado de la República en el Paseo de la Reforma, el Monumento a la Revolución, el Palacio de Bellas Artes y la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, fueron algunas de las edificaciones que anoche se cubrieron de un manto azulado, el cual mantendrán por dos semanas.
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