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Muchas voces en consenso

La edición de materiales didácticos. Por: Antonio Moreno Si bien existe una amplia diversidad de concepciones para entender el “quehacer editorial”, podemos hablar de dos grandes ámbitos de la edición: obras de interés general entre las que encontramos novelas, ensayos, poesía, divulgación, etc. que, en lo general, responden a la creación de una persona (autor) […]

Autor: UNOi

Fecha: 3 de agosto de 2011

La edición de materiales didácticos. Por: Antonio Moreno

Si bien existe una amplia diversidad de concepciones para entender el “quehacer editorial”, podemos hablar de dos grandes ámbitos de la edición: obras de interés general entre las que encontramos novelas, ensayos, poesía, divulgación, etc. que, en lo general, responden a la creación de una persona (autor) y, obras destinadas a la educación representadas por la piedra angular de los materiales educativos durante, al menos, las décadas recientes: el libro de texto.

En el segundo caso, la creación de las obras responde más a un trabajo en conjunto que a la inspiración divina de una sola persona. Han quedado muy lejos los tiempos en que la propuesta de un autor constituía la totalidad de una obra, para dar paso a la convivencia de una serie de elementos, definidos y creados por diversos participantes, que es lo que en la actualidad da perfil a los materiales didácticos que la industria, incluso los particulares, producimos.

Comparto algunos puntos al proceso de edición de materiales, su diversidad y la complejidad que implica.

1. Muchas visiones, un solo acuerdo. Aun si pensáramos en editar “el material didáctico más sencillo”, fuera este un cuaderno de ejercicios o un material de apoyo complementario a libros de mayor alcance, necesitaríamos poner sobre la mesa de análisis toda aquella información cualitativa que nos lleve a responder, con la propuesta editorial que se defina, a todas las necesidades detectadas. No sólo se trata de decidir si vamos a atender cierto currículum bajo cierta propuesta metodológica, sino que, además, se debe establecer qué tipo de personalidad vamos a crear para determinado material; en otras palabras, hay que definir cada componente que constituirá nuestra propuesta editorial, respondiendo la inclusión de cada uno de ellos para satisfacer una necesidad representativa. Todas estas visiones implican un necesario trabajo de consenso que le corresponde concretar al editor. La diversidad de voces y de experiencias por considerar en la definición del acuerdo general siempre llevarán a la construcción de propuestas particulares.

2. Zapatero a tus zapatos. Cuando se tiene claro qué tipo de material didáctico se quiere crear, a qué mercado va dirigido y qué necesidades queremos resolver, entonces tenemos gran parte de la tarea, al menos aclarada. A partir de ahí, entran en acción, en momentos marcados por secuencias lógicas de desarrollo,  diversos equipos de especialistas para realizar trabajos que, aunque específicos, están todos interrelacionados. Si pudiéramos asomarnos a lo que es este proceso de edición, veríamos el accionar de editores, revisores técnicos, autores, traductores, ilustradores, fotógrafos, diseñadores, diagramadores, impresores, encuadernadores, etc. El proceso editorial aún ahora, en tiempos digitales, implica más de ochenta fases, para las que es importante contar con especialistas, tanto expertos en cuestiones editoriales como en cada una de las asignaturas por desarrollar.

En este contexto se han desarrollado todos los materiales de Sistema UNO, tanto para atender el currículum en español como para  las opciones en el programa de inglés. Panorama que, por cierto, no sólo abarca  los materiales impresos sino que, con redoblada importancia, también está presente en la producción de materiales digitales. Diversas voces, incluso diversas propuestas, que tras los acuerdos necesarios encuentran un común denominador: nuestro interés por crear materiales didácticos de alta calidad educativa.