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«¿Por qué cambiar?»

  Por: Alfredo Vota. Con frecuencia los docentes nos preguntamos ¿por qué cambiar? Una función docente histórica es la de conservar la cultura. Nos formamos para transmitir los valores de la patria, el uso de las letras o de los idiomas acrisolados por la humanidad, para el manejo de los números que a partir de […]

Autor: UNOi

Fecha: 2 de agosto de 2011

 

Por: Alfredo Vota.

Con frecuencia los docentes nos preguntamos ¿por qué cambiar?

Una función docente histórica es la de conservar la cultura. Nos formamos para transmitir los valores de la patria, el uso de las letras o de los idiomas acrisolados por la humanidad, para el manejo de los números que a partir de los antiguos árabes funcionaron para regir las transacciones económicas. En síntesis, nuestra función era más bien conservadora, de retrasmisión de lo hecho; sin embargo, en épocas recientes pareciera que todos le reclaman a los docentes la necesidad de cambiar.

Los padres nos dicen que nuestros métodos son anticuados, que sus hijos aprendieron más en una hora con la computadora que en una semana de clases, la Secretaría de Educación Pública busca cambiar sus programas, los directores proponen modificaciones y aulas renovadas.

Pero la pregunta sigue en pie, más allá de las presiones externas, que en muchos casos tienen razón de ser ¿qué nos movería internamente a los docentes para cambiar?

La primera razón que debería sustentar nuestro cambio, son esos niños que todos los días esperan de nosotros el hecho de estar a la altura de nuestra mejor respuesta profesional. Esto es, el compromiso con una formación permanente, apertura a nuevos enfoques, adaptar nuestras propuesta a los desarrollos pedagógicos y psicológicos recientes, ser modelos de relación humana y vivir los valores que predicamos. Obligaciones profesionales, que por otro lado, comparten todas las profesiones. Es difícil imaginar un médico que entra a un quirófano hoy y práctica una medicina de dos siglos atrás. En contraposición, a veces las prácticas docentes tienen el mismo encuadre que la didáctica propuesta por Comenio, hace ya muchos siglos.

Cambiar es una obligación profesional, pero además es una manera de encarar la propia vida. El ser humano tiene la capacidad de adaptarse a las circunstancias, de cambiar a medida que cambia el entorno. Esto no lo empobrece, por el contrario, lo enriquece, lo hace más plástico en su inteligencia. La negación a cambiar se traduce en inhabilitar posibilidades para el desarrollo de la inteligencia y de su  propia condición de hombre.

Para Sistema UNO cambiar es un desafío controlado, porque da la mano, acompaña, arropa al docente.

Nuestra propuesta de cambio es un proceso con una meta alta, pero que se alcanza paso a paso. Sólo se necesita que cada docente se anime a empezar a caminar hacia el cambio que todos proclamamos como necesario, pero pocos estamos dispuestos a asumir el riesgo que nos toca correr a cada uno.

El futuro está aquí…¿Por qué no cambiar?