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Una decisión transformadora

por Carmen Campos Cambiar, romper paradigmas, reinventar, revolucionar, innovar… Son palabras que gravitan en mi entorno por los últimos días, contenidas en un contexto que las repite desde hace cuatro años y que hace poco emitieron otras vibraciones y reverberaron en el Congreso Internacional de Directores de Escuelas UNOi. Un evento que lo mismo que […]

Autor: UNOi

Fecha: 11 de junio de 2015

La primera escuela del Ejido “Las Minitas”, en Michoacán, en la interpretación de Natalia Goldaracena. 3º de Primaria, Centro Educativo Surval.

La primera escuela del Ejido “Las Minitas”, en Michoacán, en la interpretación de Natalia Goldaracena. 3º de Primaria.         Centro Educativo Surval

por Carmen Campos

Cambiar, romper paradigmas, reinventar, revolucionar, innovar… Son palabras que gravitan en mi entorno por los últimos días, contenidas en un contexto que las repite desde hace cuatro años y que hace poco emitieron otras vibraciones y reverberaron en el Congreso Internacional de Directores de Escuelas UNOi. Un evento que lo mismo que los tres últimos a los que yo he asistido, congregara a un gran número de líderes formales e informales de la educación. Directores de escuelas de diversos países, que dejaron el “confort” de sus espacios y se unieron  al concierto de las voces del cambio educativo.

Escenario inimaginado, al menos para mí, hace cuarenta años en que fundara una escuela en una pequeña población de la tierra caliente del estado de Michoacán. Un lugar de suelo fértil, en donde prosperaba el cultivo de cualquier variedad de frutas o cereales, aunque, no obstante su riqueza, carecía de los servicios más básicos. Vida silvestre, con el encanto que de ella emana y la exigencia de trabajar duro para asegurar el sustento diario. Ejido “Las Minitas”, se llamaba, y confieso que nunca supe si el nombre alude a alguna reserva de minerales, que de ser cierto, completaría la descripción de una tierra portentosa, donde, la escuela apenas llegaría conmigo, tras varios años de gestiones por parte de sus pobladores.

La escuela azul de “Las Minitas” en versión de Sebastián Amaro. 3º de Primaria, Centro Educativo Surval.

La escuela azul de “Las Minitas” en versión de Sebastián Amaro.           3º de Primaria, Centro Educativo Surval.

Lo vi desde que llegué, ahí nadie esperaba que la escuela cambiara. Ahí confiaban en que la escuela les traería el cambio. Segura estoy que los gestores, constituidos en asociación de Padres de Familia y con Mesa Directiva ya en funciones, jamás creyeron como problema, si las clases que la maestra impartiera fueran sólo informativas o para aprobar exámenes. No hablaban de paradigmas, transversalidad o proyectos. Nunca se pusieron a pensar si habría ambientes digitales o iPads, que no existían por cierto. Nadie pensaba que la escuela debía cambiar porque para ellos, la escuela traería el cambio a una sociedad compuesta por apenas 12 familias y 17 niños de edades fluctuantes entre los 4 y los 15 años. Todos llegaron a mi clase, algunos movidos por la curiosidad, otros porque lo mismo que los adultos, pensaban la escuela como un factor de cambio en su vida. Esa vida que para la mayoría estaba compuesta de trabajo; exigencia temprana para contribuir a ganar el sustento propio o de la misma familia.

¿Que esperaban que la escuela les brindara? “Que sepan escribir su nombre, por lo menos”, decían unos; “Que completen la primaria», dijeron otros; “que aprendan a sacar cuentas, para que no los engañen cuando vayan al pueblo”… Cada uno tejió su propio sueño y cada uno labró un pedacito del largo camino que seguro precedió en sus vidas.

Miguel Hernández imaginó así la escuela de “Las Minitas”. 3º de Primaria, Centro Educativo Surval.

Miguel Hernández imaginó así la escuela de “Las Minitas”.                                                              3º de Primaria, Centro Educativo Surval.

Mi estancia en el lugar apenas duró un año escolar. 10 meses en que viví las mejores enseñanzas, Aquellas que te obligan a ser mejor maestro; o te hacen desistir. Yo aprendí lo suficiente para entender la enorme responsabilidad que tiene el profesor para que el sentido de la escuela sea uno y sea para todos: Que haga lo necesario y lo imposible y que propicie cambios en las personas y en la sociedad en su conjunto.  Un propósito que quisiera creer presente en reuniones como la que ocurriera en Cartagena, Colombia, el Cónclave de Directores de Escuelas UNOi, hace unas cuantas semanas. Un espacio en que como ya dije se habló del cambio educativo, de la nueva escuela, de romper paradigmas, de reconocer la crisis en que se encuentra la institución que a lo largo de la historia, de la larga historia de la humanidad, ha sido fundamental para conformar el tejido social. Porque nos guste o no, ese ha sido y cierta estoy que seguirá siendo, el papel fundamental de la escuela… o ¿será ésta la verdadera crisis? ¿Será que la escuela está acabada como reproductora de procesos? ¿Será que no la requerimos más como motor de cambio o como instrumento de un sistema? ¿Quién puede responderlo? Yo no… por ahora.

De mi experiencia en «Las Minitas», guardé muy pocas fotografías cuyo papel no ha resistido la mala calidad y el paso de los años. Pero en mi memoria las imágenes no están gastadas, recuerdo que la escuela era azul en medio de un fértil campo y, se me ocurrió compartir la historia con una maestra de tercer grado, quien a su vez la contó a sus alumnos y les pidió que imaginaran esa escuela y la dibujaran. Los tres dibujos que incluyo evocan para mí un lugar y una experiencia remotos en el tiempo, pero cercanos y entrañables en el corazón.

Me quedo con la tarea suscrita en el Cónclave, mi decisión transformadora: Empoderar a los verdaderos protagonistas de mi Colegio y que ellos expongan lo que imaginan como nueva escuela, y que juntos encontremos las vías para deconstruir y juntos acordemos como volverla nueva.

Otro momento, otro lugar, otra decisión: Cónclave UNOi en Cartagena, Colombia.

Otro momento, otro lugar, otra decisión: Cónclave UNOi en Cartagena, Colombia.

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* Carmen Campos Vega es la directora académica del nivel elemental del Centro Educativo Surval de Ciudad Victoria, Tamaulipas.