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El poder de la música

por Dionisia Pappatheodorou “En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro  y el mundo no es sino música hecha realidad.” Arthur Schopenhauer.    No hay nada mejor que la música para incidir en los sentimientos. La música tiene la capacidad de activarnos o calmarnos, de equilibrarnos o alterarnos significativamente, inclusive hasta el […]

Autor: UNOi

Fecha: 23 de enero de 2014

Imagen: © eltoro697depositphotos.com

Imagen: © eltoro69/depositphotos.com

por Dionisia Pappatheodorou

“En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro 
y el mundo no es sino música hecha realidad.”
Arthur Schopenhauer.

   No hay nada mejor que la música para incidir en los sentimientos. La música tiene la capacidad de activarnos o calmarnos, de equilibrarnos o alterarnos significativamente, inclusive hasta el punto de llegar a la agresividad. La cinematografía y los conciertos de rock nos ofrecen algunas evidencias contundentes del profundo impacto que la música puede llegar a ejercer en nosotros. Sólo intentemos ver una película sin sonido, guiándonos únicamente por los subtítulos y escenas, y nos daremos cuenta del gran valor que la música imprime en la historia, en la intensidad y en el significado de la misma.  

   Nos conecta. Es un instrumento universal que trasciende fronteras y culturas ya que aún sin palabras, la música involucra siempre un mensaje, y puede generar un significado e impactar de manera muy similar en toda la gente.

   Por ello, puede también ser empleada con éxito como herramienta en muchas áreas de desarrollo. Las ventajas y beneficios de la música han sido probados repetidamente en muchos ámbitos, incluyendo -entre otros- la salud y la educación.

   Hace ya algunos años, cuando mis hijos eran aún pequeños, la hora de ir a dormir solía convertirse en una especie de batalla campal en la que ambos bandos ingeniábamos formas distintas para llegar a cumplir propósitos opuestos. Mientras yo intentaba establecer un horario para ayudar a formarles hábitos, ellos encontraban con gran frecuencia formas creativas para evadirse y mantenerse despiertos: mientras mas tarde, mas divertido… y por supuesto, la intensidad belicosa resultaba sumamente variable dependiendo de la hora y las circunstancias. Por la noche, generalmente era yo quien luchaba para mantener el buen humor, mientras que por la mañana, los papeles solían invertirse.

   De cualquier manera, en ambos casos el punto era conseguir que se durmieran y levantaran sin problemas. Un día, providencialmente se me ocurrió prender el estéreo con música que a ellos les gustaba y el resultado me dejó impactada: se levantaron con un excelente e inusual estado de ánimo y todo fluyó maravillosamente, fue casi mágico ¡no podía creer la diferencia! La música eleva nuestro espíritu y posee un poder innegable, de esto no me cabe la menor duda.

   De acuerdo con Aristóteles, la música imita directamente las pasiones, los sentimientos mas profundos, y por lo tanto también los evoca, por lo que puede ayudar a crear una atmósfera o clima determinado. Es el arte que más cautiva a las personas y un excelente medio de expresión. A través de ella no sólo expresamos nuestros estados de ánimo, también nos ofrece la posibilidad de modificarlos. La música posee este poder, y su incidencia puede ser tan sutil, que llega a movernos a actuar sin percatarnos siquiera de su influencia. Esto es posible porque la música es capaz de llegar a la porción del cerebro que se encarga de recibir los estímulos sensoriales, sin pasar necesariamente por los centros cerebrales que involucran la razón y la inteligencia.

   Cada elemento musical genera un efecto en áreas distintas del cerebro: el ritmo impacta directamente en la parte primitiva del cerebro, en el cerebro “reptiliano” encargado de dominar nuestros reflejos vitales. Es por ello que los ritmos rápidos nos aceleran y despiertan: la música ruidosa y mas rítmica promueve el movimiento y el entusiasmo. La melodía tiene un impacto directo en el cerebro límbico o emocional, mueve sentimientos, mientras que la armonía tiende a llegar mas directamente a la corteza cerebral, encargada del razonamiento. Es por ello que la música suave y melodiosa generalmente nos induce a la relajación, a la tranquilidad, a la concordia y ayuda a la reflexión.

   Lo anterior pone de manifiesto la gran influencia que la música produce en nosotros, y por ende, el potencial que ofrece. Si la empleamos intencional y adecuadamente es un poderoso aliado para lograr importantes beneficios en la conducta y el carácter de las personas. La música, y muy especialmente la música clásica, nos estimula y nos ayuda a desarrollar una serie de habilidades y destrezas intelectuales y emocionales sumamente valiosas. Echemos mano de ella.

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Dionisia cepLa autora es licenciada en docencia de Inglés y máster en administración de instituciones educativas, se ha desempeñado en el ámbito educativo por más de 25 años, en áreas de docencia, desarrollo académico y curricular, y coordinación IB. Ha trabajado como consultora independiente y organizado conferencias de formación para padres con la participación de diversas instituciones educativas, y como columnista en un periódico local, tiene un especial interés por generar aprendizaje organizacional en las instituciones educativas y actualmente es Consultora académica de UNO Internacional para la región de Sinaloa.