Autor: UNOi

Fecha: 30 de junio de 2012

Los pescadores del alba

  por Jolanta Nitoslawska con la colaboración de Esteban Salvatierra            Está oscuro todavía, aunque el día ya comienza a clarear en el lejano horizonte […]

 

Foto - Jolanta Nitoslawska

por Jolanta Nitoslawska con la colaboración de Esteban Salvatierra           

Está oscuro todavía, aunque el día ya comienza a clarear en el lejano horizonte del atlántico, donde el sol, que aún no muestra su faz, anuncia su irrupción en un cielo casi despejado iluminando a contraluz algunas nubes dispersas. Son las 6:30 de la mañana y no hay en la playa otra alma que la mía.

Corro al trote por la orilla del mar sobre una franja de arena húmeda, firme, ensanchada por la marea nocturna. Las olas se suceden en un rumor suave y me arrepiento de no haber traído mi traje de baño para disfrutarlas.

Llego hasta el final de la distancia que me marqué y doy media vuelta para emprender el regreso sobre mis propias huellas, aunque en ellas observo que esta vez el tranco es ligeramente más corto. A lo lejos veo que hay personas en el mar y pienso que son los mismos surfeadores que vi ayer. No son. Conforme me voy acercando puedo apreciar que se trata de pescadores que tienen desplegada en el mar una red gigantesca y están concentrados en la faena de recogerla.

 

Fotos - Jolanta Nitoslawska

 

Es una tarea de grupo, todos tiran de los extremos de la red –que calculo es como un tercio de un campo de futbol– de manera coordinada. Unos están en el mar, con el agua al pecho y otros en la playa. Hay muchos gritos: ora de instrucciones, ora de aliento, que a juzgar por el esfuerzo, se requiere de mucho para culminar la labor.

 

Foto - Jolanta Nitoslawska

 

Jalar, avanzar; jalar, avanzar. Cada uno está en su puesto y sabe exactamente lo que debe hacer con la porción de red que le toca. Entre ellos distingo varias mujeres que me hacen sentir orgullosa de mi género al verlas trabajar con la misma enjundia que sus compañeros. De la playa surgen otras manos que ayudan a tirar de la red y a sacar de ella a los todavía peces para arrojarlos sobre la arena.

Fotos - Jolanta Nitoslawska

Para cuando el sol asoma, la tarea está concluida. En la playa hay un centenar de pescados, que no identifico, pero por su tamaño deben pesar más de un kilo cada uno. No sé si son muchos o pocos, pero cada quién toma dos o tres y se retira satisfecho. Con el mismo orden exhibido, la red se pliega y se coloca en la lancha –“Estrela” de nombre–, que todo este tiempo estuvo en la playa y que supongo jugó en este concierto algún papel que me perdí.

 

Fotos - Jolanta Nitoslawska

 

Hubiese querido conversar un poco con ésta que supe era una cooperativa de pescadores, pero había que empacar y regresar a casa. ¿A casa? ¿Qué acaso no era ésta también mi casa? Me dije a mí misma que lo era.

De vuelta a mi habitación no pude dejar de relacionar la escena de la que fui testigo con el congreso que terminó anoche. Equidad de género y trabajo en equipo; planeación, coordinación y ejecución. También nosotros somos mujeres y hombres trabajando duro hacia un mismo objetivo. Nosotros también tendemos una red, pero en vez de peces, en ella capturamos sueños, anhelos y voluntades para transformar la educación.

Florianópolis, 25 de junio de 2012