Luego de su intervención hace algunas semanas en el programa de radio Educación XXI, donde junto con otros panelistas Samanta Barocio abordó el tema de límites y estrategias de formación, UnoNews tuvo la oportunidad de profundizar con ella sobre la posibilidad de establecer relaciones sin gritos. Reproducimos a continuación la entrevista para nuestros lectores.
UnoNews: ¿Qué es Screamfree?
Samanta Barocio: Screamfree es un modelo que es traducido al español se le llama ‘Viviendo libre de gritos’. Es un modelo que se desarrolló en Estados Unidos basado en la terapia sistémica y es uno que se ha adaptado a la educación tanto de padres a hijos, como el modelo paternidad libre de gritos, pero también se ha adaptado a otras áreas como matrimonio libre de gritos y como educación libre de gritos en las escuelas. Está dirigido a padres principalmente –fue como comenzamos–, pero los matrimonios también comenzaron a decirnos: ‘Oye yo también grito en la pareja’. Se escribió también un libro con ese título, “Matrimonio libre de gritos” y las escuelas también nos lo han pedido mucho porque, los maestros de repente gritan mucho; con esos grupos gigantescos y estos niños revolucionados los maestros no saben qué hacer
UnoNews: Quisiéramos pensar que ya no sucede en las escuelas pero todavía ocurre.
Samanta: Todavía sucede y de repente vemos casos muy extremos en las escuelas de cosas que a lo mejor pensaríamos que no habían sucedido desde hace 50 años y que siguen sucediendo desafortunadamente.
UnoNews: Los gritos están en nuestra cultura. Los recibimos, los heredamos y los reprodujimos. ¿Cómo hace un papá para evitar gritarles a sus hijos?
Samanta: Es un proceso de transformación y reeducación que requiere varios pasos: por un lado, es empezar a desarrollar esa autoconciencia y de darme cuenta en qué situaciones grito, en qué situaciones pierdo el control. Número dos, empezar a desarrollar habilidades de inteligencia emocional. Hace rato decíamos desde respirar, desde hacerme consciente de cuáles son mis reacciones físicas cuando estoy a punto de alterarme; desde aprender a lo que nosotros llamamos apretar nuestro botón de pausa. ¿Para qué?, pues para no llegar al grito, de poder a lo mejor crear una pausa, posponer las conversaciones, de manera que yo tenga un tiempo para tranquilizarme y entonces ya tranquilo, poder retomar la conversación, por ejemplo, Pero sobre todo, para que un papá pueda permanecer libre de gritos debe haber varias cosas en su lugar y una de ellas es el tema de los límites; tiene que haber límites perfectamente establecidos. Los hijos tienen que tener consecuencias para sus acciones. Y es muy importante que ellos sepan que sus papás son la autoridad de su mundo. Eso de repente cuesta trabajo; la firmeza a los padres de familia les cuesta mucho trabajo, se les hace corazón de pollo y se les hace que al rescatar a mi hijo de las consecuencias de su acción, hacer como que no vi y no establecer límites les ayuda y en realidad sucede lo contrario.
UnoNews: Pasa también en el sentido contrario. Ahora los niños entre más se acercan a la adolescencia son más respondones, son más críticos; algunos son más conscientes de sus derechos y responden fuerte, agresivos, con gritos también. ¿Qué se hace?
Samanta: Hay un autor que me gusta muchísimo que se llama Michael Riera y él dice que cuando los adolescentes llegan a esa etapa difícil los padres de familia tiene que cambiar el rol que están jugando en la vida de sus hijos; porque como padres de familia durante esos 13, 14 años han fungido como gerentes en la vida de sus hijos y quieren decidir qué haces, a qué hora lo haces, cómo lo haces, con quién; toda esta parte y, de repente, llega la adolescencia y el chamaco dice: sabes qué, ya no, ahora el gerente soy yo; quedas despedido, ahora el gerente soy yo y es cuando empiezan los gritos, cuando empieza la rebeldía. Este autor dice, si tu quieres como padre de familia seguir teniendo influencia en la vida de tus hijos, pues tienes que solicitar el puesto de asesor y rezar para que te lo den. Entonces, desde el puesto de asesor yo puedo decir: éstas son las situaciones, así es como están las cosas, éstas son las opciones que tú tienes disponibles, pero si tú eliges una de ellas que vaya en contra de lo establecido dentro de la casa, pues te toca vivir una consecuencia y yo estoy dispuesto a ejercer esa consecuencia si esa es tu elección; yo voy a respetar lo que tú decidas. Se trata de dar más libertad a los hijos, pero desde un lugar de asesoría más que gerencial.
UnoNews: ¿Cómo trabajan el modelo de paternidad libre de gritos?
Samanta: Nosotros llevamos a cabo talleres de capacitación; tenemos talleres para padres. En nuestras oficinas de Coyoacán tenemos un programa de paternidad libre de gritos que dura 24 horas y se imparte a lo largo de tres meses. Son 12 sesiones de dos horas cada una, donde vamos trabajando en grupo con los padres de familia, les vamos dando diferentes herramientas para que vayan practicando, intentando varias cosas allá afuera y se lleva acabo mucha dinámica de interacción, de compartir y decir a mí me fue así, yo logré esto, yo volví a gritar. A veces los papás dicen “recaí”. Es esta parte de equivocarse y de intentar cosas diferentes y ver que de repente intento algo distinto, a lo mejor completamente diferente a lo que había intentado antes y me funciona, entonces me siento más motivado a seguirlo usando.
UnoNews: ¿Es posible erradicar los gritos?
Samanta: Yo creo que nunca vamos a estar totalmente libres de gritos; pero yo he visto cambios en las familias impresionantes. A lo mejor no voy a estar cien por ciento libre de gritos, pero me hago más consciente de en qué momentos grito; me hago consciente antes de gritar; a lo mejor ya grité, pero tengo una actitud diferente ante el grito; a lo mejor hasta puedo acercarme y ofrecer una disculpa, tratar de reparar el daño; empezar a intentar cosas diferentes. Yo sí lo veo en el día a día cómo los padres de familia que realmente se comprometen con dejar de gritar, lo logran. No lo van a hacer en un cien por ciento porque no somos prefectos, somos humanos y se vale equivocarse, se vale estar cansado y no tener ganas de autoanalizarme, pero por supuesto que se puede bajar del otro extremo; a lo mejor pasarme al otro lado donde la mayor parte de mi tiempo es sin gritos y donde el grito ya es la excepción.
UnoNews: Sabemos –se ha hablado mucho, se ha escrito– del efecto emocional de los gritos. No sólo en los niños, yo creo que en los adultos también –si el jefe grita o el marido– tienen un efecto devastador. ¿Qué pasa con cualquier persona que está repetidamente sometida a gritos?
Samanta: Pasan dos cosas bien interesantes y qué bueno que lo preguntas porque, por un lado estamos conscientes del daño emocional que eso causa, el daño a la autoestima de la otra persona, el daño emocional en el momento, el daño a la relación, a nuestra relación; vamos haciendo como grietas en las relaciones. Pero, por ejemplo, en el caso de la relación de los padres con los hijos, nosotros dentro de Paternidad libre de gritos hacemos mucho énfasis en que el padre de familia se dé cuenta de que cuando los hijos cometen un error, toman una mala decisión, se equivocan, lo que tienen en la cabeza en el momento que eso sucede es el error que cometieron; esa idea de que hice esto y sé que está mal, y entonces pasa un fenómeno bien interesante: cuando los niños o los jóvenes se equivocan o cometen errores, dentro de su cabeza es como si pasara un video donde se está recreando el error que yo acabo de cometer y estoy pensando una y otra vez en lo que hice y en lo que va a pasar y un poco la responsabilidad que tengo con lo que yo hice. Si el padre de familia en ese momento pega de gritos: ¡Cómo puede ser! ¡Te lo dije!, lo que sucede en la cabeza de ese niño o ese adolescente es hacer a un lado esa idea donde estaba pensando alrededor de lo que hizo y ahora su atención en vez de enfocarse en ese hecho, se traslada ahora a lo que tú papá estás haciendo. En realidad, cuando nosotros gritamos, les quitamos la oportunidad de aprender de sus errores y por eso siguen cometiendo los mismos, porque les cortamos el proceso de reflexión. Si nosotros les dejáramos suficientemente en su cabeza esta idea de: ‘me equivoqué, tomé una mala decisión, yo tendría que haber hecho esto otro’, la conclusión natural a la que el hijo llegaría es cómo lo compongo, buscaría tratar de hacerse responsable. Pero en eso, el padre de familia interrumpe ese proceso de reflexión y de aprendizaje, con el grito, con el regaño, con la orden; y entonces el hijo se enfoca en cómo me hizo sentir mi papá, lo que me dijo, cómo me mangoneó, cómo me sacudió el dedo, la cara que puso –porque hasta físicamente nos transformamos cuando gritamos– y pierdo de vista todo lo que yo hice y ahora mi atención está en lo que está haciendo mi papá o en lo que hizo mi mamá y entonces no aprenden.
Pero además, cuando gritamos, tendemos a darles las respuestas, por ejemplo rompen un jarrón y ¡Ve por una escoba y limpia! ¡Y pégalo. Y donde no se pegue me lo pagas! Ya le di todas las respuestas, entonces de repente sucede que rompen otro jarrón y no saben qué hacer. ¿Por qué? porque vengo diciéndoles desde 13, 14 años lo que tienen qué hacer, cómo tienen que componerlo y tampoco aprenden ese proceso de solución de problemas; no lo aprenden. Y eso me parece gravísimo porque cuando adolescentes están a cinco minutos de decidir qué van a hacer con el resto de su vida y no saben ni qué hacer con el jarrón que rompieron. Entonces con los gritos el daño no se queda solamente en la parte emocional.
UnoNews: ¿Algo más que desees agregar?
Samanta: Invitar a los padres de familia a que busquen esa ayuda. Que si no están obteniendo los resultados que quieren tener con sus hijos, si yo me doy cuenta de lo que estoy haciendo no me da el resultado que quiero obtener en este momento, no estoy teniendo la relación que quiero tener con mis hijos, pues intentar cosas diferentes, buscar ayuda, intentar algo distinto a ver si eso me da lo que estoy buscando.
UnoNews: Quienes estén interesados en romper con esta práctica ¿a dónde pueden acudir?
Samanta: Pueden entrar a nuestra página Web: www.educación-constructivismo.org, o también a la página www.screamfree.com/mexico, o bien, a través de mi correo electrónico sbarocio@gmail.com y me contactan directamente y con mucho gusto los ayudo.
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