Autor: UNOi

Fecha: 24 de junio de 2012

El rumbo de la educación en el siglo XXI

El primer grupo de ponencias de este domingo en el Congreso Educativo de Florianópolis, Brasil, recogió la opinión de tres personalidades con amplia experiencia en […]

Paulo Ronca

El primer grupo de ponencias de este domingo en el Congreso Educativo de Florianópolis, Brasil, recogió la opinión de tres personalidades con amplia experiencia en el tema de la educación y sus perspectivas: el Dr. Luis Ernesto Derbez, rector de la Universidad de Las Américas Puebla, en México;  Eugenio Cordaro, director de Corus Consultores Asociados; y Paulo Ronca, doctor en sicología de la educación.

El doctor Derbez destacó tres puntos en el rumbo de la educación en América Latina y en el mundo: primero, cómo utilizar nuestros recursos; en segundo término, cuál es el contenido que debemos estar modernizando y, por último, cómo debemos manejar los procesos en las instituciones. En cuanto a la administración financiera dijo que, para que el conocimiento fluya, una buena parte de los recursos se invierte en tecnología, Señaló que ahora hay que obtener, procesar, entender y ajustar el conocimiento, lo cual denominó: aprender a aprender. Proceso en el que es importante discriminar la información que no cotribuye a la resolución de problemas.

En su oportunidad, Eugenio Cordaro hizo énfasis en que los maestros se vuelvan coordinadores u orientadores de información, conectando al niño con el mundo desde pequeño, para despertar el deseo de la investigación. Dijo también que hay que trabajar en aspectos de socialización y de habilidades de comunicación para brindarles una mejor oportunidad en un mundo donde hay una vacante por cada mil aspirantes. Se pronunció porque el ritmo de trabajo esté dado por los alumnos, pues se aburren cuando las cosas transcurren con lentitud en el aula. Esto redundaría, entre otras cosas, en una menor indisciplina.

Paulo Ronca cautivó al auditorio con la lectura de tres cartas de estudiantes dirigidas a los adultos. María de 4 años, Cristina de 14 y Fernandito de 17, evidenciaron en sus misivas la falta de correspondencia de la enseñanza en sus diferentes grados escolares con la visión, las necesidades, orientación y aspiraciones de los tres educandos. La segunda carta la firmaba María de las tres D, a quién así llamaban en función de su dislexia, déficit de atención y depresión. El mensaje final fue un llamado a los adultos que dicen que algo bueno pasa con la educación a reconocer que no es así y que son ellos, los adultos quienes tienen que hacer algo al respecto.