Autor: UNOi

Fecha: 15 de marzo de 2012

El lugar de los padres en el siglo XXUNO

En una exposición que arrancó del auditorio risas y aplausos y que se distinguió por un lenguaje impecable, Leonardo Padrón se refirió entre otros aspectos […]

En una exposición que arrancó del auditorio risas y aplausos y que se distinguió por un lenguaje impecable, Leonardo Padrón se refirió entre otros aspectos a la crisis de nuestros sistemas educativos, la merma de la pasión en los docentes derivada de su precaria remuneración y abordó la posibilidad de educar a través de la televisión.

El expositor se presentó el pasado martes en el congreso Visión XXUNO, que en Punta Cana, República Dominicana reunió a alrededeor de 500 dueños y directivos de colegios de Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Guatemala y México.

Escritor, periodista y poeta, Padrón ha sido por mucho tiempo guionista de telenovelas en su natal Venezuela, un país donde, dijo, una aspiración generalizada es llegar a ser Miss Venezuela. Conocedor de todas las fórmulas y clichés, se pronunció porque la mujer se haga responsable de su propia felicidad y no esté esperando al “príncipe azul” para conseguirla.

Citando al poeta venezolano contemporáneo, Rafael Cadenas dijo que “La academia puede aniquilar el placer por el conocimiento”, perpetuándose en métodos tan anquilosados como ineficientes. La receta para esto consiste, dijo, en educar a los educadores.

En el caso de los padres, principales corresponsables en la tarea de educar, el tiempo es un factor que les impide estar cerca en esta trascendente misión. Las horas del siglo XXI, señaló, tienen 45 minutos. Padrón dijo que estamos en un siglo audiovisual en el que la calle equivale a un aula abierta y dejó en claro que no podemos depositar en la televisión la responsabilidad de educar, entre otras cosas, porque a las televisoras no les interesa la educación sino el rating. Lamentó las cifras dadas a conocer por un estudio reciente en Brasil que indican que una mujer ve en su vida 9 mil horas de telenovelas y comparó este número con las aproximadamente 720 horas que se requieren para cursar una maestría.

Sin embargo, observó, hay algunos espacios donde es posible educar de manera sutil y sembrar algunas semillas que podrían germinar. Como ejemplo, relató cómo en una telenovela introdujo un personaje que padecía el síndrome de Asperger. El resultado fue que mucha gente agradecida pudo identificar el padecimiento y tratarse.